Pedro Sánchez con el presidente de los Socialistas Europeos Stefan Löfven, en la segunda jornada del Congreso Europeo Socialista / JORGE ZAPATA - EFE

Pedro Sánchez con el presidente de los Socialistas Europeos Stefan Löfven, en la segunda jornada del Congreso Europeo Socialista / JORGE ZAPATA - EFE

Opinión

Una investidura y unos zapatos

15 noviembre, 2023 05:00

Una investidura y unos zapatos son mi regalo de cumpleaños. Los zapatos son ideales, pura tendencia, plataforma cómoda y tacón de ocho centímetros lo que puede dificultar, en ocasiones, el equilibrio por la falta de costumbre. Y aunque parezca extraño, las cualidades de mis nuevos mary janes podrían atribuirse perfectamente al futuro Gobierno de coalición que saldrá tras las dos sesiones del debate de investidura que hoy han arrancado.

El nuevo Gobierno se asienta en una plataforma amplía de diferentes partidos, hasta ocho, que han proporcionado la confortabilidad necesaria a Pedro Sánchez para salir investido en primera votación con mayoría absoluta. 179 apoyos frente a 171 que suman Partido Popular, Vox y UPN. El candidato con menos noes en quince años. Pero será una legislatura que caminará con la inestabilidad de un tacón de aguja ya que entre sus socios, las competencias internas entre ERC y Junts así como PNV y EH Bildu, junto a la necesidad de acordar con todos para sacar los próximos cuatro años adelante, atisban una pasarela complicada, desde luego menos productiva que la anterior donde se llegaron a tramitar doscientas leyes.

Los acuerdos firmados con las diferentes fuerzas políticas necesitan de cierta estabilidad inicial que permita dar cumplimiento a los pactos; amnistía, transferencias, la cuestión fiscal, debate territorial...de hecho, la voluntad política de los socios es apoyar la continuidad del Gobierno, aunque en todos los pactos hay un corsé temporal que presionará a Sánchez. Si quiere perdurar deberá cumplir, si no cumple zozobrará la estabilidad. Hay incentivos políticos suficientes en todas las partes para conseguirlo, pero ya venimos avisados de la anterior etapa.

Si quiere perdurar deberá cumplir, si no cumple zozobrará la estabilidad

Hablando de los acuerdos alcanzados, llama poderosamente la atención que las fuerzas políticas que investirán a Sánchez han hecho gala de sus negociaciones y de los pactos suscritos. Tanto es así, que el acuerdo con Junts se retrasó una semana para distanciarse del de ERC y poner blanco sobre negro quién era el que manejaba los tiempos de la investidura. BNG consiguió su foto y su influencia a la hora de aliviar la deuda gallega con el Estado. El PNV arrancó un acuerdo que puede presentar a la ciudadanía vasca como hoja de servicios cumplimentada. Transferencias íntegras recogidas en el Estatuto de Gernika, incluída la gestión de la Seguridad Social, impulso al euskera, prevalencia del marco de relaciones laborales vasco sobre el estatal o negociación bilateral sobre el reconocimiento de Euskadi. Un ejercicio típico de los jeltzales aunando capacidad de influencia política y praxis. Sin embargo, la hoja en blanco que presenta Bildu genera cierta desconfianza.

En la derecha lo tienen claro, al no haber luz y taquígrafos hay un oscuro pacto de cesiones a los bildutarras. En la sociedad vasca huele más a un error estratégico durante la campaña donde los de Otegi ya anticiparon su sí al PSOE para frenar a las derechas a cambio de nada y no tenía sentido desdecirse. Quizá, pensaron que valía más normalizar sus relaciones pisando la moqueta madrileña que aprovechar su capacidad de influencia para obtener logros políticos para vascos y vascas. Para ellos, los simpatizantes de Bildu, hay convocada una manifestación este fin de semana en Bilbao. Se ofrecerán ornamentadas palabras y discursos para los ya convencidos, pero ningún haba en el mandil más allá de la foto y la llamada paciencia estratégica que mencionó su coordinador general.

Mientras la capital vizcaína se prepara para dicha manifestación, en Madrid no cesan las concentraciones y las protestas contra la Ley de amnistía, ahora sí, ya registrada en el Congreso como Ley Orgánica de amnistiá para la normalización institucional, política y social en Cataluña. Veintitrés páginas y un amplío apartado para la exposición de motivos con el fin de no ser tumbada en el Tribunal Constitucional.

Veintitrés páginas y un amplío apartado para la exposición de motivos con el fin de no ser tumbada en el Tribunal Constitucional

Una vez leída, me sorprende que las reacciones de los juristas a favor y en contra de su encaje constitucional no hayan sido hiperbólicas o sobreactuadas como muchos de los ciudadanos indignados con una amnistía que no conocían y que la han utilizado para desempolvar caspa franquista y fascista llevándola frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz. Lo más preocupante es que ha contado con la connivencia de algunos políticos y la tibieza del Partido Popular a la hora de condenar los incidentes. El nuevo presidente del PP en Euskadi, Javier de Andrés, llegó a definir la reacción en las calles como sana. El problemas de no ser claro y contundente es que una vez sacada la pasta del tubo de dientes es imposible reintroducirla en el envase y es ajena a cualquier llamamiento a la ponderación.

Entiendo la libertad de expresión como la legitimidad política y ciudadana de exponer tus pensamientos, pero nada de esto tiene que ver con acusar a una proposición de Ley como la imposición de una dictadura por la puerta de atrás tal y como afirmó la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. ¿Acaso Coalición Canarias, que gobierna en el archipiélago con el PP y que va a dar el sí a Sánchez, forma parte del golpe de estado que alientan los más hiperventilados de la derecha?

Entiendo la libertad de expresión como la legitimidad política y ciudadana de exponer tus pensamientos, pero nada de esto tiene que ver con acusar a una proposición de Ley como la imposición de una dictadur

Vox, un partido que atraviesa su peor momento electoral y de popularidad, toma aire gracias a la polarización y a temas como la unidad nacional Cataluña apropiándose la calle al asalto. El PP se ha quedado pegado como chicle al pelo de los de Abascal a pesar de la gran movilización que consiguió el llamamiento del pasado domingo.

A los socialistas, la desmesura ultraderechista les facilita el trago del sapo. Mejor amnistía que esta derechona en la instituciones, aunque no es suficiente para sus filas. Hay descontento en sus bases, en sus simpatizantes, ávidos de una explicación más allá de la necesidad de los votos para volver a gobernar. Necesita ser argumentado el proyecto de país que tiene Sánchez en su cabeza para digerir los efluvios de la indigesta amnistía tras revisar el reciente pasado donde el medicamento era aceite de bacalao para los catalanes, artículo 155.