Presumimos en el País Vasco de ser los que más huelgas convocamos, y de que precisamente por eso, por esa capacidad de convocarlas, se han conseguido los avances que tenemos en nuestro mercado laboral. Bueno, para responder a la verdad, no presumimos todos. De hecho fundamentalmente lo hacen quienes esgrimen “estos logros” sobre todo, para utilizarlos políticamente, aunque nieguen la mayor de forma sistemática.
Y como nos va también con esto de las huelgas, entiéndase por favor la ironía, pues ya tenemos una nueva convocatoria de huelga para los funcionarios el próximo 12 de marzo. Claro no es una huelga con connotaciones políticas, pero “casualmente”, la fecha escogida pilla en plena precampaña electoral para las autonómicas vascas que se presumen a mediados de abril.
Así que no hay duda, no hay ninguna intención política en ese llamamiento que ELA, LAB, Steilas y ESK hacen a los funcionarios, para secundar una huelga el próximo 12 de marzo. Por cierto, esta jornada de huelga va a ser la tercera en los últimos meses, tras las llevadas a cabo en los meses de octubre, y el pasado diciembre.
Pues estas son las reclamaciones que no sé yo si están realmente encaminadas a mejorar el servicio, que para algunos está especialmente deteriorado, o más bien a mejorar las condiciones de los funcionarios que eso sí se ve bastante claro
Habrán notado que entre quienes apoyan la convocatoria no está UGT, ni tampoco el sindicato de enfermeras SATSE. Este último se descuelga porque considera que no se ha dado el debate necesario, y desde UGT opinan que se trata de una cita de carácter político. ¡Vaya! Incluso entre los propios sindicatos hay quien ve tintes políticos en esto.
Lo que demandan argumentando el deterioro de los servicios públicos son mejoras salariales ante la pérdida de capacidad adquisitiva, esa que hemos notado todos a cuenta de la inflación. Para ir paliando ese golpe, piden un 10 % de incremento salarial, así como que las decisiones sobre sus condiciones se tomen aquí y no en Madrid, lo cual tiene su lógica. Entre la plataforma de reivindicaciones están además: reducir la temporalidad, que no haya privatizaciones, euskaldunizar a las plantillas y una semana laboral de 32 horas.
Treinta y dos horas. Se les ha quedado excesiva la semana laboral de 37 horas y media de la que tanto se ha hablado, y que finalmente la vicepresidenta, Yolanda Díaz, ha decidido establecer con o sin consenso.
Pues estas son las reclamaciones que no sé yo si están realmente encaminadas a mejorar el servicio, que para algunos está especialmente deteriorado, o más bien a mejorar las condiciones de los funcionarios que eso sí se ve bastante claro.
Abusar del excelente instrumento que es la huelga es deteriorarlo y permitir que pierda su valor y su impacto, por mucho que algunos vayan llevando el cómputo de las huelgas convocadas al peso
En el proceso, entre huelga y huelga y argumentando la falta de voluntad política para llegar a acuerdos, han dejado pasar la oferta del Gobierno vasco en la que entre otras cosas se les ofrecía: flexibilidad horaria, o un permiso de 50 horas para cuidar a menores de ocho años. Esas cosas con las que algunos no nos podemos permitir ni soñar.
Pues así están los temas y con este escenario vamos encaminados a la tercera huelga de funcionarios desde octubre. Una convocatoria que les guste o no a quienes la convocan, es una injerencia en la precampaña de las elecciones vascas, y que obviamente favorece más a unos que a otros.
La huelga es un derecho, un instrumento de reivindicación cuando las opciones de acordar mediante el diálogo se han utilizado en su totalidad y no se llega a consensos por mínimos que estos sean. Acordar, llegar a acuerdos supone ceder. Ceder no es algo que tengan que hacer unos sí y otros no. Sin cesiones mutuas no hay acuerdos.
Abusar del excelente instrumento que es la huelga es deteriorarlo y permitir que pierda su valor y su impacto, por mucho que algunos vayan llevando el cómputo de las huelgas convocadas al peso, como si cada una de ellas fuera un triunfo. No lo es. Ir a la huelga supone el fracaso del diálogo y de quienes tienen que llevarlo a cabo.
Los logros que tenemos en Euskadi no son por las huelgas, o desde luego no sólo por eso, sino prioritariamente, por el esfuerzo de llegar a acuerdos entre unos y otros, y por el compromiso de compartir los proyectos con derechos y deberes.
Así que más acuerdos y menos huelgas.