“El período histórico de la violencia en Euskal Herria ha mostrado que no importa el bando, origen o creencias de las víctimas, pues el sufrimiento fue el mismo para todas. Es obligación de los poderes públicos atenderlas a todas por igual, dejando a un lado la confrontación partidista para no repetir los errores del pasado”. ¿Les parecería bien esta redacción en una propuesta de ley impulsada por el ultranacionalismo vasco para tratar de la memoria del terrorismo en Euskadi? ¿Creen que a las víctimas del terrorismo les agradaría tener una ley que no nombrara el terrorismo como la causa primera y principal de su dolor? ¿Estarían a gusto mientras trataran en su parlamento de tomarles el pelo diciéndoles que el “período histórico” de la violencia se motiva por la represión del Estado, vaciando de responsabilidad a los propios terroristas?
Pues bienvenidos a Castilla y León y Valencia, donde exactamente eso es lo que está próximo a suceder al impulsar el Partido Popular, con el apoyo de Vox, nuevas leyes, llamadas de Concordia, que en realidad lo son de blanqueo y olvido de todo el pasado de sufrimiento y dolor provocado por la dictadura franquista. La dictadura no necesita ser amnistiada porque ya lo fueron sus responsables al inicio de la Transición. De todas las fechorías cometidas desde 1936 hasta 1977 se evaporó toda responsabilidad penal, al igual que quedaron limpios como una patena los terroristas de ETA que habían asesinado hasta días antes de la promulgación de dicha ley en octubre de 1977. La legislación autonómica de blanqueo de la dictadura, de prosperar, añadirá a esa excepcionalidad penal la tergiversación histórica. Para ello nada mejor que aludir a una complejidad del pasado “que requiere aproximaciones plurales” y sobre el que los historiadores sostienen encarnizados debates.
Según el PP, el franquismo no sería más que una etapa más en un momento histórico que va desde 1931 hasta el atentado islamista de 2017 en Barcelona
La historiografía es debate, sí, pero ningún análisis solvente proveniente de la profesión sostiene que la causa de las tropelías de la dictadura franquista tenga su origen en 1931. Componer un todo de responsabilidad compartida entre la República de 1931 y el franquismo no responde a criterio historiográfico alguno, sino a un posicionamiento ideológico y a una voluntad política de blanquear el franquismo. Según el PP, secundado por Vox, el franquismo no sería más que una etapa más en un momento histórico que va desde 1931 hasta el atentado islamista de 2017 en Barcelona.
La lógica ideológica y política que hay detrás de ello la conocemos bien en el País Vasco. No hay que retroceder en el pasado reciente, sino leer en el presente. El candidato de Bildu a la presidencia del Gobierno Vasco, Pello Otxandiano ha reclamado “una memoria plural” para el “reconocimiento de todas las víctimas sin excepción”, haciendo alusión a las “víctimas del terrorismo de Estado y de las torturas”. El mismo patrón que usan en Castilla y León o en Valencia el PP y Vox: la historia es depende, todos tienen responsabilidad, vamos a atender a todas las víctimas por igual y, como resultado se obtiene ese ideal de suma cero, es decir, el blanqueo de los victimarios.
Lo mismo que para Otxandiano ETA existe solo en la medida en que es un actor más de la violencia junto al “Estado y sus cuerpos represivos”, para el PP y Vox no existe el franquismo más que como una etapa más en una historia de violencia que arranca en 1931, es decir, con el régimen democrático que Francisco Franco liquidó provocando una guerra civil de tres años. De hecho, esto último no existe en el discurso del PP y Vox porque la responsabilidad esta diluida entre republicanos, franquistas, etarras e islamistas radicales.
Para la derecha, como para Bildu, no existen ya las víctimas de ETA, como tampoco existen las víctimas de la dictadura franquista.
Lo mismo que la ex ministra Irene Montero se encontró con una consecuencia no deseada de su flamante ley del solo sí es sí, PP y Vox están promoviendo una legislación que va a tener una consecuencia letal para las víctimas de ETA. Ya no van a encontrar un relato dignificante que establezca con claridad la responsabilidad única e intransferible de los perpetradores de su dolor, sino que tendrán que aceptar que son solamente un segmento de una “memoria plural” y unas más de “todas las víctimas sin excepción” que también quiere Bildu en el País Vasco.
Para la derecha, como para Bildu, no existen ya las víctimas de ETA, como tampoco existen las víctimas de la dictadura franquista. Todas son víctimas globales, es decir, nada. Su cancelación se produce al cancelar su propio tiempo, al negarles la condición de sujetos históricos. En el argumento del PP y Vox no puede haber víctimas del franquismo porque el franquismo en sí no es responsable de un tiempo histórico forzado que abarca desde 1931 hasta 2017. Si la responsabilidad de las víctimas del franquismo es también del régimen republicano, la de las víctimas de ETA es también del franquismo: exactamente lo que propone Otxandiano. Las asociaciones de víctimas deberían decir también algo a este respecto. Es su dignidad la que está en juego.