No sé si recordarán la frase del título. Fue la expresión que uso Bill Clinton en el debate de las presidenciales estadounidenses de 1992 con George Bush y que le llevó desde su Arkansas natal al despacho Oval de la Casa Blanca. De esta manera tan gráfica, el candidato demócrata visualizó que los americanos votaban pensando en su bolsillo. Tres décadas después, aunque pueda parecer lo contrario tras unas elecciones vascas dominadas por los temas más sociales, creo que una buena parte de la ciudadanía sigue priorizando la economía a la hora de decidir sus apoyos. Lo que no se si saben es que la economía cada vez está más estrechamente ligada a la ecología. 

El cambio climático ha cambiado los antiguos paradigmas de crecimiento y está obligando a repensar todas las estrategias macroeconómicas a nivel mundial, a pesar de que una buena parte de nuestra clase política siga sin prestarle la atención que merece. La semana pasada se presentaba el enésimo estudio sobre las consecuencias del cambio climático en nuestra sociedad. Se trata de un trabajo con un enorme rigor científico publicado en la revista "Nature" por el Postdam Institue for Climate Impact Research.

El cambio climático ha cambiado los antiguos paradigmas de crecimiento y está obligando a repensar todas las estrategias macroeconómicas a nivel mundial

Las conclusiones son devastadoras, el cambio climático puede hacernos perder en España el 20% de nuestro PIB en 2050, si no actuamos para mitigarlo ya. No es ni el primero ni el último de los avisos que nos llegan desde la comunidad científica sobre el desastre al que nos asomamos como sociedad, pero si que impacta directamente en esos bolsillos que nos preocupan tanto a todos. Desde el estudio se presenta también otro dato muy revelador de la estupidez humana: los costes necesarios para evitar que el calentamiento global supere los 2 grados son 6 veces menores que los costes que llevan asociados las consecuencias de este cambio climático. 

Hemos empezado esta semana con la celebración del Día de la Tierra, una efeméride que ha pasado relegada a un segundo plano por la resaca de este domingo electoral y los pactos para la formación del futuro gobierno, sin embargo, creo que la transición ecológica debe de ser uno de los temas centrales del nuevo ejecutivo vasco si queremos seguir manteniendo un nivel de riqueza que cada vez se ve más amenazado por no actuar con rigor y celeridad en la descarbonización de nuestra economía. Ha sido una lástima que este tema haya tenido tan poco peso en la campaña y esto se debe a que el medio ambiente sigue sin ser un vector principal en la atracción de votos, quizás, en parte, porque no hemos sabido transmitir a la ciudadanía hasta qué punto va a tocar a sus bolsillos los cambios que trae un calentamiento que se demuestra imparable.

No hemos sabido transmitir a la ciudadanía hasta qué punto va a tocar a sus bolsillos los cambios que trae un calentamiento que se demuestra imparable

Es urgente concienciar a todos los sectores de la población, especialmente al económico, de la importancia de adaptar todos los aspectos de nuestra vida a este nuevo escenario y en esta sensibilización los gobiernos, también el autonómico, tienen que jugar un papel fundamental. Deben ser un vector claro de impulso de políticas que ayuden a reducir drásticamente las emisiones de CO2 y también de acciones que ayuden a sumar á todos los sectores de la sociedad a esta nueva economía.

Aspectos como la movilidad tan insostenible que tenemos entre los 3 territorios, con un excesivo uso del vehículo privado, la excesiva dependencia de los combustibles fósiles de nuestra energía, la falta de ayudas y ambición para la descarbonización de nuestra industria o la convivencia entre las renovables y la agricultura regenerativa debe ser vitales y centrales en la nueva agenda política. Se trata en definitiva de una agenda para mitigar las consecuencias del cambio climático en Euskadi y aportar nuestro granito de arena a nivel mundial pero se trata también de evitar la pérdida de peso y el declive de una economía que, hasta ahora, es muy dependiente de energías muy contaminantes. La revolución verde es un asignatura pendiente, a pesar de algunas buenas iniciativas, y de ella depende también muchos de los avances sociales, ya que las consecuencias del cambio climático inciden directamente en los más desfavorecidos.

Se trata también de evitar la pérdida de peso y el declive de una economía que, hasta ahora, es muy dependiente de energías muy contaminantes

Los científicos del Instituto Postdam también han constatado que nos hubiera ido mucho mejor si no hubiéramos retrasado tanto la acción climática, así que igual es el momento de dejar de hacer el avestruz y afrontar como se merece este enorme reto porque también va de economía. Confío en que los responsables del PNV y del PSE, que todo parece indicar sustentarán el nuevo ejecutivo autónomo, tendrán esto muy en cuenta y que, sino es así, la sociedad vasca se lo demandemos y exijamos. Este es un tema que va más allá de una consejería o un departamento, es algo transversal, una estrategia de país que necesita de tiempo, recursos y dedicación.

No es una tarea fácil y va a ser necesaria la colaboración de toda la ciudadanía, por eso hay que escuchar, informar, sensibilizar y fomentar la colaboración para activar los cambios de hábitos necesarios y evitar que se cumpla las preocupantes previsiones de los expertos de tener una generación más pobre que la de sus padres. En Euskadi tenemos ya una cantera magnífica de entidades y empresas que están liderando esta transformación verde desde diferentes ámbitos, aprovechemos su trabajo para profundizar en un cambio que nos va a afectar a todos los niveles y evitemos los "cantos de sirena" de los trasnochados del carbón que siguen intentado influir y hacer lobby para prolongar uno modelo económico que languidece. No seamos estúpidos y no dejemos pasar esta oportunidad.