Como en Cataluña, en Euskadi los partidos supuestamente nacionales solo aspiran a que los partidos independentistas no alcancen la mayoría absoluta y, en caso de alcanzarla, a que no den pasos hacia la independencia… o incluso a que no la declaren unilateralmente. Y, mientras tanto, a tratar de mantener su representación institucional y, en el caso de los socialistas vascos, a conservar su cuota de poder, de la mano siempre del PNV, todavía amo y señor del cotarro. Después de que en 2009 el socialista Patxi López fuera elegido lehendakari con los votos del PP y el de un servidor, esta es la situación en la que ahora nos encontramos. Si lo piensas, quince años tampoco son tantos años, aunque en el ínterin nos hayan ocurrido muchas cosas a todos.
Obviamente, la situación política ha cambiado, tanto en el País Vasco como en el conjunto de España; a lo que nos atañe directamente a los ciudadanos vascos y a su representación en el Parlamento Vasco, hace quince años la llamada "izquierda abertzale" se encontraba ilegalizada, lo que facilitó que los socialistas vascos se hicieran con la Lehendakaritza. Hoy el mundo que justificó a ETA y sigue sin condenarla no solo se encuentra legalmente rehabilitado, sino que ha estado a punto de sorpasar al todopoderoso PNV.
Hace quince años la llamada "izquierda abertzale" se encontraba ilegalizada, lo que facilitó que los socialistas vascos se hicieran con la Lehendakaritza
En 2009, el PNV obtuvo 30 escaños y hoy tiene 27; EH Bildu, ilegal entonces, hoy tiene otros 27; el PSE-EE logró 25 y hoy dispone de 12; el PP obtuvo 13 y hoy cuenta con 7; Aralar, la "izquierda abertzale" que se atrevió a condenar a ETA, alcanzó los 4 y hoy no existe; EA, que obtuvo un solo diputado, forma parte de EH Bildu; y EB, que alcanzó un diputado, hoy forma parte de Podemos, Sumar o EH Bildu. UPyD desapareció en 2014 y quien pudo quizás sustituirlo, Ciudadanos, tras mimetizarse con el PP más de lo recomendable, hoy se encuentra en claro proceso de desaparición. Y Vox, escisión del PP por la derecha, cuenta con un diputado. En todo caso, todos los partidos con representación parlamentaria se mostraron satisfechos tras la última cita electoral; y a partir de ese mismo día, centran sus esfuerzos en tratar de sacar cabeza y alcanzar sus objetivos políticos.
Hoy el Parlamento Vasco está conformado por 54 diputados que son nacionalistas y/o independentistas o, en todo caso, favorables al derecho a la autodeterminación, aunque no terminen de ponerse nunca de acuerdo ni cómo ni cuándo. Y es que el PNV, que es nominalmente nacionalista e independentista, sabe que cuenta con el apoyo de mucha gente que no lo es, y sobre todo no quiere perder su cuota de poder, verdadero objetivo de la formación jeltzale. Por eso prefiere como socio a los socialistas antes que a EH Bildu. Por lo demás, hoy mismo hemos sabido que Bakartxo Tejería volverá a ser presidenta, Bildu contará con dos asientos en la Mesa del Parlamento Vasco, los mismos que el PNV, y que el PP, a pesar de ofrecerse a colaborar con el lehendakari Pradales en determinados ámbitos y pedir que la Mesa estuviera conformada por los cuatro principales partidos del Parlamento Vasco, va a quedar fuera.
El PNV, que es nominalmente nacionalista e independentista, sabe que cuenta con el apoyo de mucha gente que no lo es
Así que, con estos números, plantear siquiera la posibilidad remota de un futuro lehendakari constitucionalista o, al menos, no nacionalista, solo puede verse como una quimera. Y no solo por los números que han venido arrojando las elecciones autonómicas durante los últimos años, sino porque el panorama político nacional ha cambiado, y, sobre todo, porque los propios partidos nacionales no son los que eran, especialmente el PSOE, podemizado de la mano de Sánchez, partido que difícilmente puede ser considerado hoy día como partido nacional y/o constitucionalista que quisiera ser alternativa real al PNV en Euskadi. Sigue conformándose con ser su muleta.
Y Vox, por muy nacional que sea, no es sino el mejor socio que tiene Sánchez para perpetuarse en la Moncloa y ahondar, por lo tanto, mientras pueda, en la senda confederal a la que está llevando a España, con las consecuencias de desmembración y desigualdad que semejante propuesta política incorpora en su seno, aunque más que una propuesta resultado de una reflexión seria que pretenda resolver los problemas de España, no es sino una estrategia que responde a sus intereses particulares y a su propósito de seguir siendo Presidente del Gobierno.
Por lo que, a día de hoy, no es que no haya posibilidad de conformar una alternativa constitucionalista en Euskadi sino que ni siquiera hay constitucionalismo con fuerza suficiente para hacer variar el marco en el que se mueve la política vasca. Porque además, esa alternativa no podría ser sino políticamente transversal, con las debilidades que esta propuesta tiene. Así que ni siquiera es factible ponernos a pensar demasiado en ella. Más urgente es poder ser de izquierdas y tener un partido nacional a quien poder votar coherentemente, dado que hoy la izquierda oficial, y desde luego también la vasca, ha absorbido y hecho suyo parte del ideario, del lenguaje y hasta de las propuestas políticas del nacionalismo. Y esto lo condiciona todo. En Euskadi y en el conjunto de España.