Este Primero de Mayo, en Pamplona, LAB ha celebrado su 50º aniversario. Es una efeméride confusa: ya la había conmemorado en abril en el Palacio Euskalduna. En aquel acto hubo muestras de agradecimiento a algunos de los que pusieron en marcha el sindicato, pero se olvidó a muchos otros. Asimismo, no se dijo nada sobre la primera parte de su historia. Tampoco se especificó la fecha de la fundación de LAB. Buscando en su web, solo se encuentran referencias al "otoño de 1974".
Para conocer los orígenes de la central, hay que retrotraerse a la ETA de principios de los años setenta. Dicha organización estaba estructurada en distintos frentes, como el obrero y el militar. El protagonismo de este último había provocado desavenencias con el resto de aparatos, pero el liderazgo carismático de Eustaquio Mendizábal (Txikia) impidió que fueran más allá. Cuando este falleció en un enfrentamiento con la Policía en abril de 1973, el equilibrio se rompió.
El 20 de diciembre de aquel año ETA mató al presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, lo que supuso una gran victoria propagandística. No obstante, aumentaron las tensiones internas derivadas de compaginar «lucha de masas» y «lucha armada» en un solo grupo. Por un lado, el magnicidio hizo que muchos etarras concluyesen que las bombas eran mediática y políticamente más rentables que cualquier otra actividad. Por otro, el representante del frente obrero no había sido informado cuando el aparato militar decidió cambiar sus planes de secuestro por los de asesinato. Se trataba del enésimo agravio.
Para conocer los orígenes de la central, hay que retrotraerse a la ETA de principios de los años setenta
La labor de los militantes del frente obrero era cada vez más difícil. Tanto las FCS como los trabajadores los identificaban con los atentados. Ahora bien, cuando los terroristas se refugiaban en Francia, sus compañeros de la sección obrera tenían que permanecer en sus puestos, lo que facilitaba su detención. Además de vulnerables, eran incapaces de lograr mejoras en las condiciones laborales y de competir con las CCOO del PCE y la extrema izquierda.
En la primavera de 1974, ante la «imposibilidad» de seguir dentro de ETA, una parte del frente obrero de Guipúzcoa se escindió para constituir LAIA (Langile Abertzale Iraultzaileen Alderdia, Partido de los Trabajadores Patriotas Revolucionarios). Siguiendo el modelo de CCOO, integrantes de dicha formación, de ETA político-militar e independientes crearon las COA (Comisiones Obreras Abertzales).
No tardaron en surgir discrepancias en el nuevo sindicato. Para LAIA, las COA debían tener como metas la independencia de Euskadi y el socialismo. En cambio, los polimilis defendían un programa moderado que pudiese atraer a trabajadores de todo tipo. Las COA se dividieron. El sector ligado a LAIA se convirtió en LAK (Langile Abertzaleen Komiteak), mientras que el otro, mayoritario, pasó a denominarse LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak, Comisiones de Obreros Patriotas). En mayo de 1975, a modo de carta de presentación, LAB publicó un comunicado y sus "Principios fundamentales".
Los polimilis defendían un programa moderado que pudiese atraer a trabajadores de todo tipo
Aunque había afiliados de otras formaciones, ETApm y luego EIA (Euskal Iraultzarako Alderdia, Partido para la Revolución Vasca), dirigido por Mario Onaindia, controlaron la central durante su primer lustro. De los ocho puestos de su Secretaría Nacional, cinco estaban ocupados por militantes de EIA, que marcaron una línea posibilista: en 1977 LAB solicitó su legalización y en su I Congreso (mayo de 1978) decidió salir de KAS, la coordinadora subordinada a ETA militar, y aceptar la negociación de los convenios colectivos.
No obstante, el entorno de ETAm formó la corriente LAB-KAS, que, en palabras de uno de sus representantes, Jon Idigoras, se embarcó en «una guerra de desgaste» contra EIA. Las fuerzas cercanas a la banda, como HASI (Herriko Alderdi Sozialista Iraultzailea, Partido Socialista Revolucionario del Pueblo), el núcleo de Herri Batasuna, fomentaron el ingreso de sus afiliados y simpatizantes en LAB mientras paralizaban la actividad de la sección más importante, la guipuzcoana. LAB-KAS llegó al extremo de asaltar las sedes en las que eran mayoritarios sus rivales, como la de San Sebastián. Dividido e inoperante, el sindicato no parecía tener futuro.
En su I Congreso decidió salir de KAS, la coordinadora subordinada a ETA militar, y aceptar la negociación de los convenios colectivos
En abril de 1980 cada facción de LAB celebró su particular II Congreso. Los afiliados a EIA lo hicieron en Lejona, donde acordaron ingresar en ELA de forma individual. LAB-KAS lo hizo en San Sebastián. Se afirmó la continuidad de la central, pero no su autonomía. HASI logró copar la Secretaría Nacional de LAB porque, según Idigoras, sus candidatos habían asegurado que ETAm les respaldaba: así se «demostraba la suplantación de la democracia interna de LAB por parte del bloque dirigente». En octubre el sindicato se reintegró en KAS.
La central abertzale no cumplirá medio siglo hasta el año que viene. Quizá para entonces sus dirigentes hayan leído el primer capítulo de su historia.