Pedro Sánchez ha vuelto al género epistolar, con un menor toque de romanticismo que la primera vez (todo exceso empalaga) pero manteniendo el victimismo habitual de los que en el fondo se sienten culpables, cosa que ya mostró en la primera entrega de lo que podría llegar a ser un epistolario coleccionable: como su mujer está siendo investigada por un juez, nos quiere vender que se trata de un plan ultraderechista para sacarlo cuanto antes de la Moncloa en lugar de esperar pacientemente a que caiga como fruta madura, consecuencia de su falta de apoyos en el Congreso de los Diputados.

El mismo día en que el Consejo de Ministros presentaba su anteproyecto de ley orgánica para garantizar la protección de los menores en el ámbito digital, Sánchez enviaba en el universo digital de las redes sociales otra misiva a los ciudadanos mayores de edad, que son los que pueden votar este próximo domingo, animándolos a votar al PSOE este fin de semana. El objetivo no es un misterio: utilizar la imputación de su esposa para lograr el mejor resultado posible en las elecciones europeas y tratar de mantener su posición y su cargo en la Moncloa. Es Sánchez contra toda la fachosfera universal, versión 2.0. 

El objetivo no es un misterio: utilizar la imputación de su esposa para lograr el mejor resultado posible en las elecciones europeas

El juez instructor a cargo de la causa, Juan Carlos Peinado, tras incoar las primeras diligencias hace casi dos meses, ha citado a declarar como acusada a Begoña Gómez el próximo 5 de julio. Los delitos que se investigan son los de tráfico de influencias y corrupción privada. Tras este tiempo de pesquisas, el informe elaborado por la UCO y la recopilación de contratos, el juez considera que ha llegado el momento de llamarla a declarar para que ofrezca su versión de los hechos que se investigan: por un lado, su relación con Globalia, la empresa propietaria de Air Europa, aerolínea rescatada por el Gobierno de España por 475 millones de euros; por otro lado, su relación con el empresario Carlos Barrabés, que patrocinó su Máster en Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense y que presentó cartas de recomendación de la esposa de Sánchez en un concurso público y resultó adjudicatario de tres contratos. 

Durante este tiempo en el que se ha desarrollado la instrucción, se han producido encontronazos entre el juez y la Fiscalía. La Fiscalía Provincial de Madrid consideró desde el principio que la investigación de Peinado era "prospectiva" y, puesto que se basaba en "meras hipótesis y simples sospechas", debía archivarse. Por su parte, el juez Juan Carlos Peinado se ha mostrado indignado con la actuación y forma de proceder del Ministerio Fiscal, convertido en abogado defensor de Gómez. Y la Audiencia Provincial de Madrid, que llegó a desestimar un recurso de la Fiscalía, avaló la investigación del juez, que ha apreciado indicio de dos presuntos delitos cometidos por Gómez. 

El juez considera que ha llegado el momento de llamarla a declarar para que ofrezca su versión de los hechos que se investigan

Sánchez, en lugar de dar explicaciones a la oposición política y a la opinión pública sobre los hechos que se investigan, es decir, a los ciudadanos, ha preferido desviar la atención y cargar contra los partidos políticos que, respetando la presunción de inocencia de su mujer, le exigen asuma responsabilidades políticas y responda a lo que se le pregunta; contra los medios de comunicación que se hacen eco de la investigación e informan sobre ella; contra las tertulias donde se critica las actuaciones que se investigan y se dicen cosas que no le gustan; y contra los jueces que investigan posibles hechos delictivos, estos o cualesquiera otro que afecte al PSOE, como en cualquier democracia. Es todo eso que Sánchez denomina la máquina de los bulos y el fango, en una estrategia que le ha servido hasta ahora para políticamente resistir pero que podría colapsar y dejar de ser útil por cansancio y agotamiento ciudadano. Y porque, al fin y al cabo, los ciudadanos van conociendo a Pedro Sánchez. 

En esta nueva misiva, Sánchez acusa al juez de prevaricar, es decir, de llamar a declarar a su mujer sin pruebas y solo para perjudicar políticamente al PSOE; denuncia "la deriva de una coalición reaccionaria capitaneada por el señor Feijóo y el señor Abascal para usar todos los medios a su alcance con el fin de quebrarme en el plano político y personal" y para lograr que dimita "con una moción de censura mediante una alianza contra natura"; y nos anuncia "una cuidada coreografía diseñada por la coalición ultraderechista para intentar condicionar las elecciones y debilitar al Gobierno", "más furia en tabloides digitales para propagar bulos" y "malas artes" por parte de periodistas que no son de su gusto; a pesar de todo lo cual nos dice que esta vez no necesita cinco días de asueto para reflexionar y despistar sino que su decisión de continuar al frente de la Presidencia del Gobierno es más firme que nunca, en un alegato conspiranoico indigno de quien es nada menos que el presidente del Gobierno de España. Si "no hay nada", ¿a qué viene tanto nerviosismo?

En esta nueva misiva, Sánchez acusa al juez de prevaricar, es decir, de llamar a declarar a su mujer sin pruebas y solo para perjudicar políticamente al PSO

Mientras Begoña Gómez se mantiene en silencio, Sánchez considera que debe ser él quien la defienda a través de cartas publicadas en las redes sociales. De si las actuaciones de su mujer le parecen adecuadas, no dice nada. A mí, que Gómez haya incurrido en determinados comportamientos ética y estéticamente dudosos me parece grave y reprochable, incluso aunque ninguno de ellos sea delito, cosa que está por ver. Pero que Sánchez eluda dar explicaciones a los partidos de la oposición o a la opinión pública y, en lugar de eso, vía género epistolar, se dedique a denunciar una supuesta alianza de partidos políticos, medios de comunicación y jueces para echarlo con trampas de la Moncloa me parece aún peor.

Las acusaciones de Sánchez son extraordinariamente graves. Es el camino que ha decidido emprender y la estrategia electoral que ha querido desarrollar y que de momento le está sirviendo, pero que está generando un clima de crispación irrespirable. Si sufre un varapalo electoral este domingo, todo podría cambiar. Y entonces quizás opte por convocar elecciones generales para octubre, de modo que pudieran coincidir con las catalanas en caso de que estas se repitan. Seguro que es una de las opciones que tiene sobre la mesa.