¿Alguien me puede explicar para qué necesita Erkoreka fichar y cobrar como asesor de la Diputación Foral de Bizkaia? Con sesenta y cuatro años cumplidos, la pensión máxima garantizada y, quiero suponer, un buen patrimonio acumulado fruto de su trabajo, no entiendo que la diputada general tenga que pagarle un duro público más.
Me explico. Si la señora Etxanobe valora el criterio, el razonamiento y las luces de Erkoreka no hace falta ficharle con cargo al erario público. Estoy seguro de que el exdirector del IVAP, exconsejero, exdiputado, exparlamentario, exvicelehendakari, exportavoz del Gobierno vasco, accedería a prestar esos servicios de asesoría de forma gratuita, sobre todo después de casi treinta años ininterrumpidos de cobrar una nómina pública generosa.
Entiendo y comparto que el talento y la experiencia política no se puede perder ni desperdiciar. Y menos viendo -me pongo boomer- la capacitación de lo que viene por detrás. Pero hay maneras y maneras de hacerlo. Constituya usted, PNV, un consejo de sabios, de seniors, pague sus gastos de funcionamiento -despacho, teléfonos, dietas, desplazamientos ...- y ofrezca esa nómina a los novatos e inexpertos cargos públicos que van relevando de forma natural -es el orden de las cosas- a dichos sabios.
Bien bonito y no nos cuesta un duro a nosotros, ni un disgusto a los de la Ortutxa. Consejo gratis, Andoni.
La Ortutxa es un hallazgo encontrado en otro digital. Alude a la entente ceacescutarra que forman el actual presidente del EBB y la presidenta del BBB. La palabra se la leo a Iñigo Landa, un articulista nacionalista, desconozco si militante o exmilitante, que se dedica a la comunicación política e institucional.
Según este experto la Ortutxa controla férreamente el PNV. Hasta tal punto que en la Asamblea del 9 de junio, post elecciones europeas, no hubo ni una sola pregunta tras la lectura del descargo del que él llama “el amado líder”. La culpa de los malos resultados, afirma el articulista que afirma Andoni, es de “los blogs, las redes sociales y Vocento”.
Ni una sola pregunta. El autor sabe, y lo escribe, “que muchas y muchos asistentes se jugaban las alubias (…) Ciertamente, todas y todos los aplaudidores dependen, (…) directa o indirectamente, del señor Ortuzar y de la señora Atutxa, (...). Por eso ya no se llaman asambleas a la búlgara sino asambleas “a la Ortutxa” (...) el tándem que controla el movimiento. Y quien se mueva, (...) se queda sin puestito”.
Las cosas dentro deben estar peor de lo que parecen, o nos venden desde fuera. Si el entorno jeltzale empieza a descolocarse con críticas tan descarnadas, que el último cierre la puerta.
Llama la atención en el artículo citado que el autor describa el nombramiento de otro prejubilado, Iñigo Iturrate, como director gerente de Euskalduna Jauregia, de la siguiente manera: “Cuando pensaba que habían tomado “buena nota” tras unos ineficaces procesos de “escucha activa”, pues, la primera en la frente. Antes de la campaña electoral de las europeas no tienen mejor ocurrencia que la de reubicar con fórceps a un acomodador de VIP en los mítines al frente del buque insignia de la cultura en Bizkaia, el Palacio Euskalduna”. Pareciera que hay algo personal.
Mientras tanto, la Ortutxa intenta pasar pantalla y centrarse en vendernos la falsa idea de un gobierno que mira a los ojos a las personas y que está compuesto por especialistas más que políticos, excepto los socialistas, claro. Esos sí. Esos todos políticos. Todo falso, claro.
Desde luego extraña en el argumentario -¿De Lehendakaritza? ¿Sabin Etxea?- esa diferenciación despectiva hacia la política. Si viene de la Kutxa bueno, si viene de ser alcalde de su pueblo malo. Mira que no hay directivos malos como el sebo y políticos que la romperían en un consejo de administración. Además es un argumento contranatura. Favorece los populismos y debilita el marco democrático. Su uso da idea del desconcierto y pobreza intelectual que exhiben últimamente.
¿Suena El ocaso de los Dioses?