La memoria siempre es una tarea pendiente en Euskadi. María Jesús San José dirige el departamento de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno vasco. Dentro de sus atribuciones están las políticas de memoria. Ya sabemos que el Instituto de Memoria, Gogora, será dirigido por el también socialista Alberto Alonso, historiador y parlamentario del PSE.

Ambos, San José y Alonso, tienen por delante mucho trabajo. Porque esta misma semana hemos sabido que en lo que va de año se han registrado 188 actos a favor de ETA. De ellos, 160 han tenido lugar en Euskadi según los datos contabilizados por el Observatorio contra la Radicalización del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).



Hablamos de datos muy preocupantes. Que haya habido 160 actos, unos más graves que otros pero hasta 160, en los que se recuerda, homenajea o enaltece de alguna manera a miembros de ETA es peor que preocupante. Repito: la memoria siempre es una tarea pendiente en Euskadi. Una memoria que hay que construir día a día mediante políticas públicas serias.

Se antoja necesaria una política de memoria seria y rigurosa, que no deje a nadie atrás ni olvide a nadie, y que construya una Euskadi de convivencia en la que quepamos todas y todos y donde se recuerde a todas y todos, pero, eso sí, con la verdad histórica como guía

En Euskadi se necesita una memoria polifónica, en la que por supuesto hay que tener en cuenta todas las conculcaciones de los derechos humanos habidas en época de terrorismo. Además de los crímenes de ETA, está el terrorismo de estado de los GAL, el Batallón Vasco-español y compañía, tan inaceptable como los crímenes etarras, y otras vulneraciones de derechos.

Por ello, se antoja necesaria una política de memoria seria y rigurosa, que no deje a nadie atrás ni olvide a nadie, y que construya una Euskadi de convivencia en la que quepamos todas y todos y donde se recuerde a todas y todos, pero, eso sí, con la verdad histórica como guía. Sabemos que aquí abundan los relatos interesados sobre qué fue el terrorismo de ETA, algunos ni le llaman así.

Verdad histórica, memoria seria y políticas públicas. Ese es el camino. 

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