El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el péplum como toda “película ambientada en la Antigüedad clásica”. Pero, aun a riesgo de desdecir a la RAE, esta definición es algo escueta, pues nadie consideraría 'La Pasión de Cristo' de Mel Gibson o 'La vida de Brian' de los Monty Phyton como péplum por muy ambientadas en la Antigüedad que estén.
Así que, yendo un poco más al fondo del asunto, podemos entender el péplum como aquella película ambientada en la Antigüedad en la que cabe tanto el cine épico, como el histórico, el mitológico e, incluso, el bíblico que se conoce también como el género de sand and sandals o espada y sandalia, que se produjo en Hollywood a partir de la década de los 50 y se desarrolló con éxito en la industria italiana en la de los 60.
Un género que se caracterizó por tener un héroe fornido como protagonista, alguna batalla importante, algún reino o pueblo en decadencia, algún personaje amoral y sin escrúpulos, alguna secuencia de exagerada opulencia con bailarinas o festines y alguna otra de catástrofes de grandes dimensiones.
El estreno de 'Gladiator 2', al que acompañan críticas de lo más diversas y extremas, nos invita a mirar atrás en el tiempo y rescatar los péplums que, sí o sí, sin la menor sombra de duda, han marcado el género.
'Espartaco' (1960). Dirigida por Stanley Kubrick, con guion de Dalton Trumbo y ambientada en la revuelta que protagonizó un ejército de gladiadores contra Roma, fue un magnífico y ambicioso proyecto personal de su protagonista y productor, Kirk Douglas. Su mayor mérito es que combina la grandeza del cine épico con el desarrollo moral de un personaje en constante evolución. Obra maestra indiscutible.
'Ben-Hur' (1959). Mucho más que péplum, mucho más que una obra maestra, la película sobre el judío que conoció a Cristo es una de las más grandes de la historia del cine. El milagro lo obró el director de directores, William Wyler, y un hercúleo y poderoso Charlton Heston en su mejor trabajo. La historia de una venganza que deviene en una conversión. Oro puro. Tres horas y media de cine y nada más que cine.
'Gladiator' (2000). El único neo-péplum verdaderamente grande de los últimos años tuvo de protagonista a un Russell Crowe vigoroso en el papel de su vida. Criticada por sus errores históricos y por un final demasiado made in Hollywood, lo cierto es que es pura épica y que las batallas son de una modernidad y una rotundidad hoy todavía inigualables. Ridley Scott, aquí sí, hizo una gran película.
'El coloso de Rodas' (1961). El bautizo cinematográfico de Sergio Leone antes de decantarse por el spaghetti wéstern se produjo con esta película italiana que es casi la quintaesencia del género. Una historia sencilla, nada grandilocuente, pero con toda la opulencia y elocuencia de un género único. El protagonista, Rory Calhoun, forzudo y actor limitado, fue también un must del género que estuvo plagado de intérpretes mediocres.
'Ulises' (1954). Una de las mejores películas mitológicas de todos los tiempos, hechas con un presupuesto exiguo que el director italiano Mario Camerini supo explotar maravillosamente y con un Kirk Douglas irrepetible y en estado de gracia. Todo lo tiene: batallas, romance, decadencia, festines, héroes y villanos, monstruos, a Silvana Mangano y Anthony Quinn y hasta el Hades. Homero se habría quedado satisfecho, sin duda.
'Troya' (2004). No es la mejor película de todos los tiempos, no nos engañemos, pero es de una espectacularidad a todos los niveles que la hacen de obligada presencia en esta lista. Brad Pitt hace de Aquiles; Eric Bana, de Héctor; Diane Kruger, de Helena; Orlando Bloom, de Paris; Brenda Gleeson, de Menelao; Brian Cox, de Agamenon y Sean Bean, de Odiseo, o sea, Ulises. ¿Alguien da más?
'Jasón y los argonautas' (1963). Película indispensable del género por el aporte que dio al desarrollo de los efectos especiales con unas escenas de batallas en stop motion que son icónicas en la historia del cine. un filme donde un maquiavélico juego de tronos llevará a su protagonista a vivir toda clase de aventuras llenas de cambios de identidad y mentiras. Hoy parece naif, pero fue revolucionaria.
'Hércules' (1958). Steve Reeves es al péplum de serie B lo que Christopher Reeve a Superman, y es que la película de Pietro Francisci marcó la senda del género en Italia de la mano de un personaje que ha sido llevado al cine en una veintena de ocasiones. La película tiene todos los elementos del género siendo una de las más paradigmáticas, aunque no es demasiado buena. Puro entretenimiento, cartonpiedra, masa muscular y testosterona.
'300' (2006). La adaptación del cómic de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas es la base de esta película única e irrepetible que marcó la senda de los efectos especiales del cine contemporáneo. Y no por la fiesta del six pack con que deleita al respetable, sino por su oscurantismo y una combinación de real action con CGI que llama la atención a cada plano. Una película espectacular, sí, pero hierática.
'Demetrio y los gladiadores' (1954). En esta lista no podía faltar Víctor Mature, el actor más impávido de la historia del cine. Aunque es una película menor en todos los sentidos que su predecesora, 'La túnica sagrada', 'Demetrio' es un péplum es más estimulante por el hermoso trasfondo de la conversión de sus protagonistas y por la vida de las primeras comunidades cristianas. Pero ha envejecido mal.
'Cabiria' (1914). Los que se atrevan con el cine mudo no pueden obviar esta joya indiscutible de Giovanni Patrone ambientada en las Guerras Púnicas y que fue revolucionaria en cuanto al desarrollo del lenguaje narrativo. Herramientas como el paneo, el pasar del plano general al plano detalle o un primitivo montaje en paralelo ya pueden verse en esta obra maestra irrefutable del género.
'Quo Vadis?' (1951). Aunque no sea un péplum puro, ya que es más cine épico y religioso que otra cosa, cuando se piensa en películas de espada y arena es de las primeras que nos vienen a la mente por las impactantes escenas que hay en ella en el Circo de Roma. Tiene de todo: lucha -inolvidables Ursus y Crotón-, martirios cristianos, amor, el incendio de Roma, a san Pedro, a san Pablo y a un Nerón en la piel de Peter Ustinov que la hacen del todo inolvidable.