Pedro Páramo y Cien años de soledad, el realismo mágico llega a Netflix
Las adaptaciones de las obras cumbre de Juan Rulfo y Gabriel García Márquez se convierten en dos de los grandes estrenos del año
Cuando tenía 38 años, en 1955, un mexicano llamado Juan Rulfo, que apenas había escrito unos cuantos en diversas revistas, publica su primera novela, una de las más grandes obras escritas en español y una de las más grandes del siglo XX, objeto de toda clase de estudios e interpretaciones, Juan Rulfo.
Con una combinación inusitada de realidad y fantasía, ambientada en las Guerras Cristeras, y sobre el camino que emprende un hombre en busca de su padre, la obra es una de las más representativas y paradigmáticas del realismo mágico. Obra y autor son, desde hace décadas, objeto de adoración en México, y Pedro Páramo ha sido ya varias veces adaptada al cine, siendo su versión más celebrada la de Carlos Velo de 1967.
Por su parte, el colombiano Gabriel García Márquez publicaba en 1967, Cien años de soledad, una obra posiblemente superior a la anterior que se convirtió en una de las novelas más influyentes del siglo XX, una de las más traducidas y una de las más estudiadas.
La obra cuenta la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones y se centra en numerosos temas como el incesto, la religión, la guerra y la violencia, el progreso, la naturaleza, la locura, la fatalidad del amor y, por supuesto, la soledad. Es considerada la cima del realismo mágico y la mejor novela colombiana de todos los tiempos. Su compleja estructura quizá sea la causa por la que no se había realizado ninguna versión para la pequeña o la gran pantalla.
Por eso, era sólo cuestión de tiempo que la división latinoamericana de Netflix se decidiera a adaptar estos dos tótems de la literatura. Y lo han hecho el mismo año, con apenas un mes de diferencia.
El pasado 6 de noviembre, la plataforma estrenó ante una gran expectación, Pedro Páramo de Rodrigo Prieto. El que fuera director de fotografía en Barbie, Los asesinos de la luna o Babel, se estrena aquí como director y el resultado es de lo más estimulante.
La película, por supuesto maravillosamente bien fotografiada, donde se combinan de manera poética el fulgor y la sombra, el día y la noche, la luz y la oscuridad, tiene momentos de verdadera elevación sobre todo en aquellos donde, efectivamente, el realismo se convierte en mágico.
Durante sus dos horas de duración, pasa por todos los estados de ánimo de la novela y hace una exploración sobre el arrepentimiento y la culpa que sobrepasa la pantalla con momentos en ocasiones líricos y, en otros, aterradores que son capaces de condensar la complejidad de la novela a veces en un plano lo suficientemente narrativo y hermoso como para dejarnos sin palabras. Lástima que no haya pasado antes por sala, pero éste es el mundo en que vivimos, señores: Netflix paga, Netflix estrena.
Nada de esto podría haber ocurrido sin la magnífica adaptación que ha hecho de la obra el canario Mateo Gil y sin la interpretación de Manuel García Rulfo -sí, pariente lejano de Juan Rulfo-, que aborda con sobrada soltura. El actor, que incursionó inicialmente en Hollywood como la cuota latina con la que tenían que cumplir grandes producciones como Los siete magníficos o Asesinato en el Orient Express, ha demostrado sobradamente ser un actor soberbio, solvente y regio capaz de abordar con contundencia uno de los grandes personajes de la literatura universal.
El 11 de diciembre será el turno de Cien años de soledad producida y dirigida por (¡bingo!) Rodrigo García que llevaba años afirmando que jamás dirigiría nada escrito por su padre. Seguramente, el cheque en blanco de Netflix para ponerse al frente de la miniserie haya sido lo suficientemente abultado como para deleitarse y deleitarnos con un trabajo que ojalá esté a la altura de algunas de sus obras anteriores como Nueve vidas, Cosas que diría con solo mirarla o Últimos días en el desierto.
Sólo el tráiler ya nos da una idea de la elevadísima calidad de la serie que empieza igual que la novela, con la que sigue siendo considerada una de las mejores frases de inicio de novela de la historia de la literatura: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.