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En cualquier parte del mundo tener un techo bajo el que cobijarse es una de las preocupaciones más importantes de la población. Sin eso es casi imposible mantener una calidad de vida suficiente como para necesitar, lo justito, los servicios de salud

En Euskadi, la situación de Osakidetza ha sido durante mucho tiempo una de nuestras máximas preocupaciones. No vamos a decir que de la noche a la mañana la situación haya cambiado, que accedamos en la primera llamada a nuestra médica de familia o al especialista que necesitemos, ni que se hayan reducido las listas de espera hasta el tiempo mínimo.

Sin embargo, la percepción de la ciudadanía parece que ha mejorado. Eso sí, también que la situación del Servicio Vasco de Salud haya caído al segundo puesto de nuestras inquietudes viene motivado porque hay tanto sector poblacional preocupado por no poder acceder a una vivienda que la salud parece quedar en mejor posición. No nos engañemos, nada es bueno de repente y los problemas no se solucionan de la noche a la mañana. Simplemente un problemón eclipsa al otro. 

Hablo de esto porque en todo el mundo conmemoramos hoy el Día Internacional de la Cobertura Sanitaria Universal bajo el lema “Mi salud, mi derecho”. Invertir en salud, lograr que sea un derecho universal, no solo mejora la cohesión social y la equidad sino que beneficia a la economía de los países, reduce el absentismo laboral y mejora la fortaleza de las personas y comunidades. 

Lo es porque cada día 58.000 personas no acuden en Euskadi a su puesto de trabajo por distintas razones relacionadas con la salud

Atendiendo a los datos que nos dejan distintas estadísticas diríamos que la inversión en vivienda es prioritaria pero no lo es menos, casi diría que más, mantener esa cobertura sanitaria universal que ha sido durante mucho tiempo orgullo de vascos y vascas. Lo es porque cada día 58.000 personas no acuden en Euskadi a su puesto de trabajo por distintas razones relacionadas con la salud.

Quienes dirigen las empresas piden más compromiso y colaboración a sus trabajadores y los sindicatos instan a los empresarios a no jugar con la salud laboral de sus empleados. Y lo es también porque vascos y vascas estamos cada vez más aquejados de problemas de salud mental que por fin se han puesto sobre la mesa.

La ansiedad, la depresión, los intentos de suicidio y otras patologías relacionadas con nuestro estado emocional se han visto incrementadas hasta el punto de ser necesaria una estrategia que aumente considerablemente el número de psicólogos y psiquiatras que atiendan en la sanidad pública. Hay que situar nuestra salud mental en la cúspide de las necesidades sanitarias. 

Seguro que casi todos tenemos cerca un ejemplo de lo que significa no tener cobertura sanitaria universal y los precios a los que está una sencilla revisión para confirmarte una laringitis. Persona de nacionalidad española residiendo en EEUU acude a lo que en Euskadi llamaríamos ambulatorio con un fuerte dolor de garganta.

Tras las pruebas necesarias se le extiende la receta de los medicamentos para iniciar el tratamiento y la factura correspondiente a la consulta. Asciende, sí, a algo más de 4.000 dólares. No se he escrito ningún cero de más. 4.000 dólares contantes y sonantes. Gracias a la cobertura de un seguro médico privado, el coste se reduce a los cerca de 900. 

Imaginemos que cada vez que nos ponemos enfermas y necesitamos ir al médico tuviéramos que pagar algo similar a lo que se paga en otros países

El ejemplo, real, nos sirve para saber en qué cifras se mueven los servicios de aquellos países en los que acudir a una consulta no es gratuito. Imaginemos que cada vez que nos ponemos enfermas y necesitamos ir al médico tuviéramos que pagar algo similar a lo que se paga en otros países.

Nos levantaríamos en armas acostumbrados como estamos a que sean nuestros impuestos los que cubren esos servicios. Dicho sea de paso, por cosas como estas es tan importante que seamos diligentes con el pago de esos impuestos. La cobertura sanitaria, por ejemplo, sale de ahí.

Tampoco estaría mal que supiéramos cuánto cuesta cada cita con el médico, cada prueba a la que nos sometemos o cada análisis. Puede que si lo supiéramos seríamos más prudentes a la hora de exigir que nos hagan pruebas que en muchas ocasiones no necesitamos. Bien repartida esa cobertura puede llegar más lejos. 

El apoyo a la salud es una inversión fundamental para el desarrollo económico de cualquier país

Osakidetza debe ser, como fue, la joya de la corona. Invertir en ella, mejorarla, y que su capital humano, los y las profesionales que la sacan adelante cada día y nos cuidan trabajé en condiciones dignas, ha de ser prioritario. Aunque sea por egoísmo gubernamental; el apoyo a la salud es una inversión fundamental para el desarrollo económico de cualquier país. Mi salud, mi derecho es el lema de este Día Internacional de la Cobertura Sanitaria Universal.

Seamos conscientes de que efectivamente, la salud y su promoción es nuestro derecho y también de que utilizar los servicios con justicia, equilibrio y moderación es nuestra obligación.