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El gigantesco problema de la vivienda sigue siendo el gran protagonista del debate político y sin lugar a dudas, esto seguirá siendo así durante mucho tiempo, porque es imposible resolverlo en el corto, e incluso en el medio plazo.

La cosa se complica todavía mucho más si tratamos el asunto con sesgos ideológicos, lo que supone que unos y otros presenten modelos enfrentados para intentar dar una solución a un asunto que arrastramos desde hace décadas, y que en la práctica está generando graves problemas a cada vez más ciudadanos. Cada vez son más las personas que se encuentran ante la imposibilidad de optar a una vivienda digna, o de hacerlo ven como la casa consume un porcentaje excesivamente elevado de sus ingresos.

El asunto preocupa y además parece que ocupa a nuestros políticos, que en los últimos días han salido en tromba para hacernos participes de baterías de medidas con las que esperan dar respuesta a la que se ha convertido en una de las preocupaciones por excelencia.

Que se planteen ideas de solución es bueno, y ya si estas fueran consensuadas, sería como para tirar cohetes, pero no parece que sea el caso. Antes al contrario, aquí cada uno arrima el ascua a su sardina mientras quienes sufren el tema de la vivienda en sus carnes, no tienen donde encender el fuego.

Como puede verse la situación administrativa y burocrática, lejos de ayudar complica aun más las cosas

Si hay algo ahora mismo que precise un pacto de Estado, no cabe duda que la cuestión de la vivienda, sería la que se lleve la palma. En los últimos días hemos asistido a la presentación de las propuestas del Gobierno por un lado y del PP por otro, y las diferencias entre un modelo y otro, son más que notables. Entre las más evidentes, sin duda, está el hecho de que el modelo del Gobierno es mucho más intervencionista que el expuesto por Feijóo. Sin embargo, y aunque hay que buscar a fondo y aun así existen matices, hay algunas coincidencias no de forma íntegra, pero sí cuando menos, de manera enunciativa.

Los parecidos se concentran en dos ideas fundamentales: utilizar los incentivos fiscales para intentar modular la situación por un lado, y habilitar suelo para construir vivienda por otro.

Y todo esto, por supuesto sin obviar que las competencias en materia de vivienda están transferidas a las comunidades y que por lo tanto, las decisiones sólo se aplicarán si éstas lo consideran oportuno. Como puede verse la situación administrativa y burocrática, lejos de ayudar complica aun más las cosas.

Por todo ello, se hace necesario y sobre todo urgente, trabajar en aquellos aspectos donde pueden darse acuerdos en lugar de insistir en los que generan mayores dificultades, puesto que el asunto demanda consensos amplios y rápidos.

Vamos tarde. 600.000 viviendas tarde. Y no se construyen en una noche. Nos hace falta modelo y planificación. Por ello está muy bien fijarse en los ejemplos de éxito

Somos conscientes de que en la mejor de las opciones y con el beneplácito de todos a la vez, el problema de la vivienda seguiría sin resolverse de forma inmediata, ni siquiera en los próximos años.

Por aportar un dato que cimenta este argumento, baste recordar la cifra de las 600.000 viviendas que de acuerdo con un informe del Banco de España, se necesitan ahora mismo. 600.000. Y cada día que pasa, surgen nuevas necesidades que van incrementando esa cifra, y hacen que el problema en lugar de adelgazar se engorde.

Vamos tarde. 600.000 viviendas tarde. Y no se construyen en una noche. Nos hace falta modelo y planificación. Por ello está muy bien fijarse en los ejemplos de éxito. Últimamente, se escribe y se habla mucho sobre el modelo de la vivienda en Viena donde las políticas que se han llevado a cabo han generado vivienda social suficiente para cubrir la creciente demanda, con precios asequibles. Parece que allí han encontrado la cuadratura del círculo, pero no nos engañemos, ni nos hagamos trampas en el solitario. En la capital austriaca, ese modelo de vivienda se viene trabajando desde hace más de un siglo. No responde a un milagro.

Está claro que la solución, desgraciadamente, no puede ni va a ser inmediata, pero ya que estamos, que al menos sea consensuada.