Un partidario de Trump vestido con un disfraz de Spider Man apoyando a Trump en una carretera cerca de la Casa Blanca

Un partidario de Trump vestido con un disfraz de Spider Man apoyando a Trump en una carretera cerca de la Casa Blanca Europa Press

Opinión

El calentamiento y la competitividad

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Si usted tiene tendencia a la depresión le recomiendo que no siga leyendo este artículo. Sobre todo en una semana como esta que comenzó con el supuesto día más triste del año, el Blue Monday, y con casi 100 días por delante sin laborales festivos en el calendario.

Confieso que lo recomendable habría sido escribir sobre alguna buena noticia para levantar el ánimo colectivo pero creo que no podemos usar la táctica del avestruz e ignorar lo que está pasando a nuestro alrededor. Sobre todo cuando lo que sucede es tan grave como que 2024 ha sido el primer año en el que el calentamiento de la Tierra ha superado el umbral de 1,5 grados, sobre la época previa a la revolución industrial, establecido en el Acuerdo de París.

Esta ha sido una de la primeras noticias que nos hemos encontrado en este 2025 y que ha pasado relativamente inadvertida, al menos, en mi opinión, no se le ha dado la suficiente importancia ni se ha explicado todas las consecuencias que tiene en nuestra vida y, por supuesto, también en la competitividad de nuestras empresas y territorios.

Supongo que el primer miércoles con Trump de regreso en la Casa Blanca no es el mejor día para insistir en que la transición ecológica no puede tener marcha atrás y que buena parte de nuestra competitividad va a ser liderar, si se puede, o no perder el tren de esa transformación.

Mientras la nueva administración americana vuelve a promover la búsqueda y uso de más combustibles fósiles y el abandono del Acuerdo de París, los europeos no debemos perder el Norte

Sin embargo, yo lo voy a hacer porque creo que ahora más que nunca el futuro de Europa pasa por ser el faro del mundo para cambiar un tipo de economía que está provocando una destrucción irreversible de nuestro Planeta. Mientras la nueva administración americana vuelve a promover la búsqueda y uso de más combustibles fósiles, el abandono del Acuerdo de París e incluso a anunciar la posible ocupación de territorios por la riqueza de sus materias primas, los europeos no debemos perder el Norte y continuar con un proceso de descarbonización que debe ser irreversible.

No soy un ingenuo y sé que con la irrupción de Trump en la geopolítica mundial esto va a ser todavía más complicado. No sólo por la presión que van a ejercer estas medidas sobre nuestras economías, sino también porque van a propiciar un mayor auge de los negacionistas del cambio en todos los países del viejo continente.  

Esta situación va a suponer una primera prueba de fuego para evaluar la capacidad de la nueva Comisión Europea de seguir potenciando la transformación verde y de mantener una cierta unidad y coherencia en las políticas desarrolladas por todos los países miembros. Profundizar en la transición ecológica supone, entre otras cosas, incentivar la innovación y la búsqueda de nuevas soluciones a problemas que amenazan con destrozar nuestros ecosistemas y nuestra forma de vida actual.

No podemos olvidar que un mayor calentamiento global provoca fenómenos extremos cada vez más frecuentes con un importante sufrimiento para millones de personas y con un coste económico bestial que supera con creces los costes de una hipotética inversión para frenar ese calentamiento.

La competitividad de Europa y la de sus empresas pasan por liderar la economía circular frente a potencias como China que ya nos ha tomado la delantera en algunos aspectos como el vehículo eléctrico

Europa no va a ser más competitiva volviendo al pasado de una economía basada en el carbón, ni tan siquiera dilatando el proceso de descarbonización, como piden algunos lobbies. Su competitividad y la de sus empresas pasan por ser el referente mundial de una economía circular y por liderar ese cambio frente a potencias como China que ya nos ha tomado la delantera en algunos aspectos como el vehículo eléctrico.

En todo este proceso, Europa tiene una asignatura pendiente que no debe dilatar para no dar “cartuchos” a los trumpistas europeos en este nuevo escenario: acercar y compartir esta estrategia con su ciudadanía y con los diferentes sectores implicados. Esta transición requiere de cambios drásticos que, inevitablemente, afectan directamente a miles de personas y hay que invertir tiempo y dinero en comunicar los motivos, en aportar soluciones alternativas, en visualizar los resultados y en mostrar las consecuencias de no actuar a tiempo contra el cambio climático. 

Euskadi no puede ni debe seguir un camino distinto al de la transición ecológica y descarbonización de su economía marcado por Europa y eso pasa por una transformación real de nuestro tejido productivo, atendiendo aspectos como la energía que consume nuestra industria, para que cada vez más provenga de fuentes renovables, o la adaptación hacia una economía baja en carbono.

Es importante poner una cifra para las políticas de competitividad, tanto o más es establecer una estrategia que centre los esfuerzos en una línea claramente establecida por Europa

La sostenibilidad es una clave prioritaria para incrementar nuestra competitividad. Así lo dejaron bien claro los miembros de Zedarriak, el foro económico formado por líderes de la economía vasca, que acaban de presentar su sexto informe. Este estudio situaba en 5.000 millones de euros la cifra de inversión necesaria para poder impulsar esa competitividad. Una cantidad que, a día de hoy, parece muy alejada de las posibilidades reales tanto del sector público como del privado. Pero, si es importante poner una cifra para las políticas de competitividad, tanto o más es establecer una estrategia que centre los esfuerzos en una línea claramente establecida por Europa para liderar un crecimiento verde. 

Esperemos que sepamos aguantar la tormenta geopolítica que nos acecha con la llegada de Trump al poder y que sus acciones no nos hagan perder el camino iniciado para descarbonizar la economía del continente porque, tarde o temprano, esta tormenta pasará y las consecuencias del calentamiento seguirán ahí fuera, por mucho que algunos quieran negarlas u ocultarlas. No seamos avestruces.