Andueza y Pradales tras sellar el pacto del PSE y el PNV.

Andueza y Pradales tras sellar el pacto del PSE y el PNV. EFE

Opinión

Gobiernos, oposiciones y responsabilidad en Euskadi

Gobierno (PNV y PSE) harían bien en abandonar los esfuerzos en cuestionar las actitudes, funciones y responsabilidades de la oposición y reorientarlos en mejorar su potencial de negociación y de llegar a acuerdos

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El entramado institucional en Euskadi es complejo. Tanto que un partido para gobernar en condiciones suficientes de eficiencia y productividad tiene que ostentar un poder institucional importante, casi hegemónico.

Esta es la realidad que les toca vivir a los partidos en Euskadi. La acción del gobierno autonómico tiene límites por arriba y por abajo. Por arriba las ya conocidas limitaciones de un estado hibrido en su distribución territorial con alto grado de reparto competencial. Por abajo, ese reparto competencial, al amparo del régimen foral de los Territorios Históricos, que confiere gran protagonismo a las diputaciones en determinadas materias.

¿Esto es bueno o es malo? Como en todos los sistemas democráticos, los entresijos institucionales tienen factores a favor y factores en contra. El alto grado de reparto competencial entre diputaciones forales dificulta la gobernabilidad, pero genera políticas más adecuadas al territorio en el que se aplican.

La entente PNV+PSE tampoco gozaba de mayoría absoluta en las cámaras de Álava y Gipuzkoa

No van por ahí los tiros en materia fiscal. Las competencias pertenecen en gran medida a las diputaciones, pero se opta por que todas ellas tengan los mismos criterios generales. La lógica de esta armonía fiscal es que no se generen desigualdades notables a la hora de atraer empresas por determinadas ventajas fiscales que se podrían aplicar en algunos territorios mientras que otros tendrían más dificultades.

La reforma fiscal que planteó el gobierno Pradales con mayoría absoluta en el gobierno vasco, tenía que pasar sí o sí por las diputaciones y como es lógico por las Juntas Generales de cada Territorio Histórico y aquí es donde el poder institucional del PNV se ha resentido más en las últimas elecciones. Anteriormente, la entente PNV+PSE tampoco gozaba de mayoría absoluta en las cámaras de Álava y Gipuzkoa, pero tras las elecciones de 2023, las mayorías simples son si cabe más ajustadas. En Gipuzkoa, EH Bildu es la primera fuerza en escaños en el Parlamento Foral y en Álava, el PNV conserva esa primera plaza por muy poco. Gobernar para los partidos del poder en Euskadi es hoy un poco más difícil que en la era Urkullu.

Los gobiernos forales de Gipuzkoa y Álava tienen que negociar con la oposición para sacar adelante la tan deseada reforma fiscal y es en este momento cuando aparece al maldito mantra que remueve los cimientos de la democracia en Euskadi, aquel de pedir responsabilidad a la oposición.

Evidentemente hay momentos en los que se exige que la oposición sea responsable y llegue a acuerdos

El PNV y el PSE ocupan en materia fiscal una posición de centro por el equilibrio existente entre estas dos fuerzas dentro del gobierno (en mi humilde opinión inclinada hacia la derecha por la complacencia de los socialistas con los jeltzales), pero como hay que negociar la propuesta de reforma no puede ser la que plantean desde los partidos de gobierno. Tienen dos opciones: o se inclinan por una fiscalidad más redistributiva para suministrar recursos de los servicios públicos y fortalecer lo público como plantean EH Bildu y Podemos, o alivian la presión fiscal para dejar más dinero en el bolsillo de los contribuyente, pero con evidente perjuicio para las arcas públicas como plantea el PP.

Los gobiernos forales ya lanzaron su propuesta a Podemos, pero estos la rechazaron (no sin piruetas para justificar este rechazo). Lanzaron la misma oferta a EH Bildu y comenzaron el juego de la responsabilidad de la oposición.

En los sistemas democráticos a las oposiciones se les llama oposición por algo, principalmente porque se oponen. Esa es su principal función. La idea es que, frente a los discursos unánimes de las dictaduras, las oposiciones, en democracia, hacen un trabajo de fiscalización de la acción de gobierno y plantean alternativas a esas acciones de gobierno para que cuando lleguen las elecciones el votante pueda elegir con la mayor y mejor información posible.

En un tema como la fiscalidad es bueno que haya una o varias oposiciones que planteen alternativas que puedan ser recogidas y evaluadas por los electorados

Evidentemente hay momentos en los que se exige que la oposición sea responsable y llegue a acuerdos (llamados acuerdos de Estado, de país, etc). En Euskadi se debe y se llega a acuerdos en temas de memoria, reconciliación y convivencia ya que sin ellos el desarrollo normal de la política de un país, sería imposible.

Sin embargo, en un tema como la fiscalidad (al margen de que se llegue a acuerdos o no) es bueno que haya una o varias oposiciones que planteen alternativas que puedan ser recogidas y evaluadas por los electorados. Por tanto, la principal función y responsabilidad de las oposiciones en este caso es esa: oponerse.

Pero como he señalado, hay opciones de llegar a acuerdos a través de la negociación (consigo porque cedo), pero en cualquier caso esa responsabilidad no recae en la oposición.

Los gobiernos deben negociar y liderar esas negociaciones

Hemos hablado de las funciones de la oposición, pero ¿qué hay de las funciones del gobierno? Los gobiernos tienen que proponer políticas a través de la ley y la propia acción ejecutiva y esto, como es lógico, conlleva una responsabilidad. Para hacer posible esta función de los gobiernos en el contexto institucional y político vasco, los gobiernos deben negociar y liderar esas negociaciones y esto conlleva a su vez estar dispuestos a ceder para contentar o seducir a las oposiciones.

En Euskadi ya llevamos muchos años en los que el discurso de los diferentes gobiernos ponen la carga de la responsabilidad en quién no debería soportar esa carga y esto devalúa el sistema democrático al cuestionar las principales funciones de cada una de las partes.

Gobierno (PNV y PSE) harían bien en abandonar los esfuerzos en cuestionar las actitudes, funciones y responsabilidades de la oposición y reorientarlos en mejorar su potencial de negociación y de llegar a acuerdos. Estamos lejos de tener oposiciones irresponsables y ellos lo saben. Hace falta que el gobierno sea el responsable.