Opinión

El pasado siempre importa

Hay que ver la película de Walter Salles basada en el libro de Marcelo Rubens Pavia

Más del autor: La libertad y la seguridad

Publicada

Noticias relacionadas

Si no lo has hecho ya, ve a ver la película de Walter Salles basada en el libro de Marcelo Rubens Pavia, 'Ainda estou aqui' ('Todavía estoy aquí'). Si preguntas a cualquiera que la haya visto seguramente, y por brevedad, te dirá que es sobre la desaparición de un arquitecto durante la dictadura militar en Brasil (1964-1985). Lo es, pero también es mucho más.

Es la historia de una familia y, más aún, del triunfo de esa familia sobre toda una dictadura militar. Cuando la extrema derecha gobernó el sur del continente americano entre los años sesenta y ochenta del siglo pasado no escatimó en crueldad. No lo hizo tampoco en Europa antes y después de la II Guerra Mundial. Grecia, Portugal y España lo atestiguan, en nuestro caso hasta los últimos días de vida del dictador. Esa extrema crueldad es lo que esta película refleja con un sobresaliente gusto cinematográfico, así como la capacidad de una mujer en un ambiente tremendamente adverso para no dejarse arrastrar en el torbellino de esa crueldad.

Ante la pregunta acerca de la conveniencia de dejar atrás el pasado, de pasar página, de no revolver los muertos (os suena ¿verdad?), ella responde que, al contrario, que lo más urgente, esencial y saludable para una democracia y para la libertad es digerir bien el pasado

Por si no habéis visto aún la peli, no adelantaré aquí la escena, pero sí que el momento en que se quiere reflejar el pequeño pero significativo triunfo de esa mujer sobre la crueldad de la dictadura contiene uno de sus mensajes fundamentales. Ante la pregunta de una periodista acerca de la conveniencia de dejar atrás el pasado, de pasar página, de no revolver los muertos (os suena ¿verdad?), ella responde que, al contrario, que lo más urgente, esencial y saludable para una democracia y para la libertad es digerir bien el pasado, por intragable que sea.

Creo que es un mensaje de notable potencia y relevancia: el pasado siempre importa. El neurobiólogo Rafael Yuste hace una pregunta sencilla pero de notable importancia en un libro que explica cómo el cerebro humano ha permitido la supervivencia de la especie. El argumento central del libro es que el cerebro es una máquina predictiva, que nos permite generar una respuesta basada en lo que concluimos que va a ocurrir. Anticiparnos al futuro inmediato ha sido esencial para la supervivencia, reproducción y expansión de los sapiens en un mundo en el que, en principio, teníamos muy pocas posibilidades.

La pregunta es qué pinta ahí la memoria, ocupando parte de una máquina que debe servir para el futuro. Yuste responde que toda buena predicción se basa en el pasado, en lo que ya sabemos que ha ocurrido. Eso explicaría por qué surge la memoria y esa es su utilidad.

Almacenar datos sobre hechos del pasado que no podemos cambiar sirve, pues, según la neurociencia, para pensar futuros posibles. Desde las humildes humanidades (mi especialidad) añadiría que ese extraordinario análisis apunta a la necesidad de diferenciar memoria e historia: una cosa es que almacenemos información del pasado para predecir el futuro y otra bien diferente que como hacemos con el futuro, proyectemos también el pasado.

Quienes afirman que el pasado no hay que removerlo, que la guerra del abuelo ya no importa a nadie, que qué más da que esta calle lleve este nombre, que todos hemos sufrido y lo mejor es dejarlo… no están haciendo otra cosa que proyectar el pasado. De hecho, siempre que se propone un olvido es porque se quiere que el lugar de lo olvidado se ocupe con otra memoria historizada.

Quienes recogieron los trastos de Herri Batasuna y de ETA, es decir Bildu y otras organizaciones del entorno, se muestran partidarios de que el pasado terrorista sea casi una cuestión de conciencia sin transmisión al debate público

Un par de ejemplos, de aquí y de allá, bastan para aclarar este punto. La derecha y la extrema derecha en España han hecho no pocas veces la misma pregunta que la periodista de la película de Salles refiriéndose también al pasado de  una dictadura militar. Sin embargo, no se muestran dispuestos a aflojar respecto del pasado del terrorismo que surge y se multiplica al hilo del final de esa dictadura.

Quienes recogieron los trastos de Herri Batasuna y de ETA, es decir Bildu y otras organizaciones del entorno, se muestran partidarios de que el pasado terrorista sea casi una cuestión de conciencia sin transmisión al debate público, mientras quieren llenar este con otro pasado más remoto, el de la guerra civil y el franquismo. 

Por supuesto que esto tiene que ver con algo también muy primitivo: a quiénes consideramos nuestros muertos y a quiénes no. Si el pasado lo proyectamos solo desde nuestros muertos estaremos imponiendo nuestra memoria sobre la historia, queriendo escribir esta al dictado de aquella. Marcelo Rubens, el autor del libro del que surge la película de Salles, fue entrevistado por 'El País' un año antes de su publicación.

Las periodistas Carla Jiménez y Cecilia Ballesteros le preguntan si no tiene la sensación de que se complete un rompecabezas a medida que se conocen datos sobre la desaparición de su padre. “No —responde— porque todo lo que se está diciendo la gente ya lo sabía”. Es decir, la memoria, piezas del rompecabezas, estaban ahí desde el principio, lo que faltaba era armarlo, es decir, la historia. El pasado siempre importa.