El rector de la UPV/EHU, Jose Ramón Bengoetxea / JAVIER ETXEZARRETA - EFE

El rector de la UPV/EHU, Jose Ramón Bengoetxea / JAVIER ETXEZARRETA - EFE

Opinión

Rector Bengoetxea, calma

La UPV/EHU ha acordado que el profesor denunciado no acuda al campus de Álava

Más información: La UPV/EHU acuerda que el profesor denunciado por presuntos mensajes "racistas" no acuda al campus

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Una denuncia pública del Consejo de Estudiantes y de Ikama, una organización estudiantil del ámbito ultranacionalista, ha bastado para que el recién estrenado rector de la Universidad del País Vasco, Joxerramon Bengoetxea, decida apartar de la docencia a un profesor del campus de Álava. Además de ilegal, se trata de una actuación del nuevo rectorado que, en mi opinión, debe corregirse inmediatamente por bien de la universidad pública vasca. 

Hay un problema, para empezar, de legitimidad. En primer lugar, porque ni el Consejo de Estudiantes, ni mucho menos una organización privada como Ikama, son quienes para determinar qué opiniones son aceptables y cuáles no en el ámbito universitario, sobre todo cuando se producen fuera del mismo.

Ikama aquí no debería pintar más que cualquier organización privada, cualquier asociación estudiantil sin representación universitaria alguna más allá de sus propios asociados. El Consejo de Estudiantes, que sí es una institución de representación de la UPV/EHU no tiene, entre sus veinte funciones designadas expresamente, ninguna que se refiera a la fiscalización de la opinión de los miembros de la comunidad universitaria (faltaría más). 

Entre las veinte funciones designadas expresamente al Consejo de Estudiantes, ninguna que se refiera a la fiscalización de la opinión de los miembros de la comunidad universitaria

En segundo lugar, porque esa falta de legitimidad se extiende así mismo al rectorado de la universidad. No es quién el rector para decidir cuáles son las opiniones aceptables de sus miembros y, sobre todo, para imponer sanciones por ello. Hasta donde se ha podido saber, pues todo esto va, como suele ser habitual, con espesa niebla de por medio, las opiniones del docente se habrían producido en ese mundo paralelo (y cada vez más paralelos) donde reina Elon Musk. Es decir, no parece que nadie haya oído a esta persona producirse de esa guisa en el espacio docente, investigador o de gestión de la universidad. 

La pregunta es clara ¿debe el gobierno de la universidad inmiscuirse en las opiniones que yo exprese fuera de ella? Lo pregunto porque es exactamente eso lo que ha hecho el rectorado al apartar a esta persona de su campus, aunque sea provisionalmente. Si a esa pregunta respondemos afirmativamente, estaremos liquidando de un plumazo la libertad de pensar, de escribir y de decir burradas.

Estaremos dando la razón a Hazte Oír cuando denuncia la expresión de opiniones que se salen de su estrechísimo canon ultracatólico. A esta organización solo se le escapa, de momento, el carnaval de Cádiz, pero tira contra toda otra cosa que se le antoje impropia. Hago la pregunta entonces de otra manera ¿Aceptaremos también en la universidad que Hazte Oír consiga que el rector aparte a un docente por sus irreverentes opiniones en un artículo de opinión? Si la respuesta es positiva, me voy a pensar lo de jubilarme cuanto antes, porque ya la universidad dejaría, simplemente, de serlo.

No es quién el rector para decidir cuáles son las opiniones aceptables de sus miembros y, sobre todo, para imponer sanciones por ello

Bien pensado, no tenemos por qué ir a supuestos con organizaciones tan poco edificantes como la mencionada, porque tenemos situaciones reales en nuestra universidad donde el criterio de selección de la opinión aceptable ha sido mucho más laxo. No hace mucho, en el mismo campus de Álava un ex-etarra vino a conferenciar sobre el sufrimiento de los presos de la organización terrorista. Lo hizo a escasos metros de donde ETA asesinó a Fernando Buesa y a Jorge Díez. El pensamiento y la opinión totalitaria ha tenido, vaya que si ha tenido, espacio y tranquilidad para expresarse en la Universidad del País Vasco. Estoy seguro de que el actual rector recuerda muy bien algunos de estos actos, así como que no le parecieron denunciables. 

Mal empieza este equipo rectoral si el rasero para medir lo aceptable y lo inaceptable en cuanto a la opinión de quienes formamos parte de la universidad va a depender de lo que digan el Consejo de Estudiantes o una organización ultranacionalista. Parece ser que en este caso, además, con metedura de pata hasta el cuello porque puede haberse producido un delito de suplantación de identidad del docente castigado por dichas denuncias.

Pero aunque no fuera así, mal vamos si el rectorado va a actuar de este modo tan expedito cada vez que haya una denuncia, fundada o infundada, de asociaciones u organismos estudiantiles. La lista de los señalados por no ajustarse al canon que marquen estas organizaciones será larga (y ya me doy por incluido, porque el canon me aprieta más que una horma y no lo aguanto). 

Le pediría, en fin, al rector lo mismo que él nos pide en una sorprendente misiva a toda la comunidad universitaria: calma. No pasa nada por informarse y pensar antes de actuar.