
Servicio militar / SERVIMEDIA
Defendidos sin defensa
El debate ha estado siempre latente, pero se ha abordado de forma seria y serena en contadas ocasiones
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El debate ha estado siempre latente, pero se ha abordado de forma seria y serena en contadas ocasiones. La defensa y los gastos que conlleva, ha sido un asunto que se tocaba de refilón al aparecer como partida presupuestaria, y poco más.
Sin embargo y de forma tan inesperada como convulsa, de repente, el asunto se ha convertido en el tema estrella que acapara titulares y espacios de tertulia.
A nadie se le oculta que abordar el tema de la defensa y sobre todo, el incremento del gasto en esta partida, es porque lo ha sido siempre, especialmente correoso y resbaladizo, con más detractores que aliados. En todo caso, nos encontramos en un momento especialmente complicado desde el punto de vista geopolítico y toca pronunciarse y además retratarse.
Es muy posible que en las últimas semanas y viendo lo que está ocurriendo en el mundo y la situación concreta de Europa, impensable hace tan solo unos meses, habrá más de uno que haya cambiado de forma de pensar, respecto a lo que la defensa implica.
La pregunta es sencilla de realizar: ¿queremos estar seguros? No hay duda, la respuesta mayoritaria es un sí rotundo, incluso siendo conscientes de que la seguridad total no existe
La pregunta es sencilla de realizar: ¿queremos estar seguros? No hay duda, la respuesta mayoritaria es un sí rotundo, incluso siendo conscientes de que la seguridad total no existe. El problema de responder con un sí, es que tiene implicaciones, connotaciones políticas y costes que muchos prefieren no pagar.
Europa lo tiene claro. Necesitamos un plan de rearme que de momento y sólo para empezar, está cifrado en 800.000 millones de euros, de los cuales deben hacerse cargo en gran medida los países miembros de la UE.
La llegada de Trump y su decisión de no ampararnos desde el punto de vista de la seguridad, ha acelerado el proceso. Hasta ahora nos encontrábamos muy cómodos, protegidos sin grandes esfuerzos, y prácticamente sin tener que pronunciarnos sobre las bondades o los inconvenientes de tener que apostar por una defensa propia.
El “chollo” se ha acabado, y ahora hay que decidir qué hacemos, cómo lo hacemos y hasta dónde llegamos. O lo que es lo mismo, si incrementamos o no el presupuesto para defensa, o para seguridad, como prefieren llamarle algunos, sabiendo que lo que ponemos en un lado, evidentemente hay que sacarlo de otro, porque los presupuestos aún no han dado con la fórmula milagrosa de multiplicar los panes y los peces.
Ya se escuchan muchas voces reclamando una decisión conjunta de la UE para este asunto, algo que al menos a priori, y conociendo el sentir y las filias y fobias de cada país, resulta ahora mismo, una auténtica entelequia.
Ni siquiera tenemos que irnos a Europa, con quedarnos en España y poner la oreja para conocer lo que piensan unos y otros, ya nos hacemos una idea de que plantear aquí alguna iniciativa para incrementar el presupuesto en materia de defensa se va a convertir, ya se ha convertido, en un arma arrojadiza incluso entre los socios de gobierno, que parten de posturas diametralmente distintas y que no serán fácilmente reconciliables.
La polémica está servida y no es fácil resolver este dilema que se reproduce con mayor o menor acritud también en otros países.
Parece claro a nivel europeo, que lo ideal sería tener un mando único coordinado, pero una vez más se verán las diferencias entre unos y otros, para alcanzar acuerdos, lo cual pone en evidencia una debilidad que es aprovechada por otros, como bien sabe el presidente de EEUU.
Incrementar el gasto en esta partida va a ser obligado. El asunto es cuánto y sobre todo para qué. Aquí es donde el debate tiene más aristas
En cualquier caso, los acuerdos, si llegan, pasan por aceptar varias cuestiones. La primera que hay que abordar el tema de la defensa/seguridad de forma serena y sosegada. La segunda es que en cualquier caso, incrementar el gasto en esta partida va a ser obligado. El asunto es cuánto y sobre todo para qué. Aquí es donde el debate tiene más aristas porque el para qué, sigue siendo la gran X de la incógnita.
Por otro lado y a pesar de que se nos intente convencer de que el incremento del gasto en defensa no afectará a otras partidas eso es difícilmente creíble, así que sí, afectará a otras cosas que acabarán disminuyéndose.
Eso sí, si la respuesta a la pregunta sobre la seguridad es afirmativa, quedan pocas opciones.