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Giovanni Brusca, uno de los mayores sicarios de la mafia de Sicilia, es detenido en Palermo a 21 de mayo de 1996

Giovanni Brusca, uno de los mayores sicarios de la mafia de Sicilia, es detenido en Palermo a 21 de mayo de 1996 Lannino Efe

Opinión

Lobo negro

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Nunca hasta haber visitado Palermo me había dado cuenta de lo mucho que une el dolor. Cuando dos personas se juntan, por muy alejadas que estén en el espacio e incluso en el tiempo, y comparten experiencias en las que el terror, la injusticia y el sufrimiento son protagonistas, se establece entre ellas un hilo que agudiza la empatía, la escucha y la solidaridad.

La pasada semana visité Palermo, la capital siciliana que durante muchos años vivió bajo la amenaza y el control de la Cosa Nostra, la mafia siciliana. Andando sus callejuelas me encontré con un gran cartel que cubría la fachada de uno de esos edificios históricos que abundan en una ciudad que aún no se ha sacudido la resaca de tanto tiempo desatendida: No Mafia, decía. Y entré.

El Memorial-Laboratorio de la lucha contra la mafia al que se han sumado desde familiares de las víctimas, estudiosos y docentes, hasta periodistas. Lo han creado con la intención de acabar con esa romantización de la mafia que tenemos fuera del país y de que nadie olvide a las miles de víctimas que los criminales que la conformaban. Y que la conforman, porque aún este año, en febrero, una operación policial de los carabinieri desmanteló clanes implicados en homicidios, extorsión, tráfico de drogas y posesión de armas. Así que eso que a nosotros nos ha llegado a través de películas y series, a los y las sicilianas les sigue llegando a diario.

La Cosa Nostra sigue ahí, dando pan y trabajo a quienes no les importa continuar una espiral violenta que aún siendo de un perfil mucho más bajo que la de hace 40 años, sigue siendo terrible.

El movimiento anti mafia pretende destapar la relación mafia política, las empresas mafiosas y los homicidios en Palermo

El centro del que hablo quiere desarrollar el conocimiento del fenómeno mafioso y promover iniciativas para combatirlo. El movimiento anti mafia pretende destapar la relación mafia política, las empresas mafiosas y los homicidios en Palermo en un marcado compromiso por la paz.

En la visita al centro me encontré con una mujer que rondaba los 50 y había vivido en su infancia y adolescencia los embates de los mafiosos. Me contaba que siendo niña a penas salía a la calle, ni siquiera miraba por la ventana ni abría el balcón de su casa. Su madre le decía que si lo hacía podía encontrarse con el “lobo negro”, es decir, podía ver alguna acción mafiosa, casi siempre un asesinato a tiros, que seguramente lo costaría la vida a ella y a toda su familia.

Hoy, tantos años después, cuenta el dolor con el que han vivido los palermitanos y pide que seamos benévolos con la situación de descuido y suciedad que vive la ciudad. Dice que aún están recuperándose de muchos años de miedo, de control mafioso y de terror. Fue a partir del año 2015 cuando comenzaron las iniciativas turísticas en una preciosa isla que hasta entonces había estado silenciada por el miedo y las balas.

Shakespeare y Borsellino dijeron que "los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte; los valientes solo prueban la muerte una vez”.

Todo esto lo contaba con una emoción aumentada por la condición de carabinieri de su padre. Tanto era el miedo por su vida que un día quiso impedirle salir de casa para ir a trabajar y se cruzó en su camino pidiéndole que abandonase su trabajo. Él le respondió con una frase de William Shakespeare que también utilizó el juez Falcone, asesinado en 1992 al igual que el magistrado Borsellino: “Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte; los valientes solo prueban la muerte una vez”.

Mientras ella me contaba todo esto reviviendo su propio dolor y con una emoción que denotaba que la herida aún no se ha cerrado, yo revivía el dolor que nos marcó en Euskadi durante los años en que la banda terrorista ETA sembró de muertos nuestros caminos. Cuando ella se refería al silencio yo recordaba lo de “calla, calla, de eso no se habla”. Cuando recordaba el coche cargado con 500 kilos de explosivos y que provocó la muerte del juez Falcone, su mujer y tres de sus escoltas, yo recordaba sangrientos atentados como el de Hipercor.

Al recordar el momento en el que la ciudadanía dijo basta y sacó a sus ventanas y balcones pancartas denunciando a la mafia y pidiendo su desaparición, yo recordaba la vigilia de Ermua, las manifestaciones pidiendo la liberación de Miguel Ángel Blanco y a los ertzainas rodeados de personas que les aplaudían mientras ellos se quitaban el verduguillo y exponías sus rostros. La mafia era su lobo negro, ETA el nuestro.

Y así nos emocionamos juntas, se nos encogió el corazón y nos comprometimos a contar a las nuevas generaciones el dolor que vivimos en nuestra juventud y lo mucho que cambian nuestras vidas cuando la paz es protagonista. Aunque todavía queden flecos por cortar.