El líder de Vox, Santiago Abascal, a 29 de junio de 2025 Efe
Vox tiene la sartén por el mango
El ciclo electoral se va a abrir antes de lo esperado y 2025 no será una excepción libre de elecciones
El ciclo electoral se va a abrir antes de lo esperado y 2025 no será una excepción libre de elecciones. La cita en Extremadura, al calor de las próximas Navidades, el domingo 21 de diciembre. La presidenta autonómica del Partido Popular, María Guardiola, no ha logrado acordar unos presupuestos con sus exsocios de Vox. Digamos, también, que los esfuerzos por entenderse no han sido demasiado tenaces, dada la mala relación entre ambas fuerzas en Extremadura. Y es que lo que mal empieza, mal acaba.
La misma presidenta que anunció a bombo y platillo que jamás pactaría con la formación ultraderechista por todo lo que les separaba, y que diez días después acabó por cerrar un acuerdo con los de Santiago Abascal, en una de las recogidas de cable más bochornosa de la historia política reciente, con tal de conquistar la Junta. En mitad de las guerras de poder, los remilgos son pocos y vale casi de todo. Ya nos lo enseñó Enrique III de Navarra, que por alcanzar al trono de Francia lo mismo le valía ser calvinista que católico. A fin de cuentas, París bien vale una misa.
Lo que no podía imaginar la señora Guardiola es cuán tuvo y tendrá que ver su devenir político con el de otra Comunidad Autónoma gobernada por el mismo signo político, la valenciana, y cómo entre penumbras se está jugando una partida de ajedrez entre la calle Génova y la calle Bambú.
La dimisión en diferido de Carlos Mazón y el caos político que se ha desatado sobre su sucesión han acabado por conceder todo el control sobre el futuro en términos políticos a Vox
Para que quede claro, tras las elecciones autonómicas en 2023 en la Comunitat Valenciana se fraguó raudo y veloz un pacto autonómico que permitió al denostado Carlos Mazón ser president, abriendo la puerta de par en par a la normalización de los pactos autonómico entre populares y Vox, mucho antes de que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, fijase la postura del partido con respecto a la política de pactos y echando a perder la mayoría que le hubiese hecho presidente.
Mazón lo había consumado y María Guardiola, como en otras tantas Comunidades donde la connivencia con los de Abascal era necesaria para alcanzar la mayoría, acabaron por despejar las intencionadas dudas sobre si el PP pactaría o no con la extrema derecha.
El pacto autonómico tardó un año en romperse por la polémica acogida de inmigrantes menores no acompañados, y en ese mismo instante Vox empezó a girar la sartén hasta que se ha hecho con el mango de la misma meneando el guiso político como nunca hubiera imaginado.
La dimisión en diferido de Carlos Mazón y el caos político que se ha desatado sobre su sucesión han acabado por conceder todo el control sobre el futuro en términos políticos a Vox. En un claro retroceso de los populares en Valencia, dada la nefasta gestión de la Dana y la mentiras de Mazón, han volcado la intención de voto en el partido ultra, según apuntan todas las encuestas. Como vasos comunicantes, lo que se deja el PP vierte sobre la saca de Vox.
Esta situación plantea en la calle Bambú la duda sobre la estrategia a seguir. Apoyar al candidato que propongan los populares esperando que se cuezan en su caldo, pero con el riesgo de que el tiempo atenúe el enfado del electorado, o subirse a la ola al alza y forzar elecciones allá por marzo.
El peor escenario que podía esperar Feijóo. En Valencia, un adelanto de los comicios que dependa de cálculos ajenos, cuando en la lanzadera electoral está lista para despegar en Extremadura. En capilla aguarda Castilla y León, donde humea la crisis de los incendios del verano, así como Andalucía, donde el suavón Moreno Bonilla se ha autocorneado con la sanidad y los cribados de cáncer.
Resulta que el imberbe Vox es un adolescente con un descarado síndrome del dictador dispuesto a decidir lo que se tiene que hacer en la familia y a condicionar todas las políticas de su padre una vez éste ha perdido la autoridad
¿Significa esto que el Partido Popular no pueda volver a gobernar en estas Comunidades o incluso en un hipotético adelanto de las generales alcanzar el Gobierno de España? Ni mucho menos, lo que nos dice es que el bloque de la derecha y la ultraderecha no está tan desequilibrado como pensaba mantener Feijóo, con unos populares muy fuertes por el desgaste de los socialistas a distintos niveles y un manejable Vox con resultados discretos.
Los populares han alimentado a su derecha al hijo de sus entrañas, pensando que el párvulo sería dócil y manejable y resulta que el imberbe Vox es un adolescente con un descarado síndrome del dictador dispuesto a decidir lo que se tiene que hacer en la familia y a condicionar todas las políticas de su padre una vez éste ha perdido la autoridad.