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Ha sido un juicio histórico, es cierto. Pero ha dejado heridas difíciles de reparar y más todavía de cicatrizar para el futuro. Me refiero, claro, al proceso contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, en el Tribunal Supremo que este jueves quedó visto para sentencia. 

Habrá quien piense que no tiene mucho sentido escribir aquí sobre este juicio, dado que poco o nada tiene que ver con Euskadi. Se equivocan quienes así discurran. Este caso tiene que ver con todos. Con la libertad y los derechos de todos. 

Tras seguir el juicio con mucho interés, tengo la sensación de que la sentencia del Supremo sólo puede ser absolutoria, porque para mí existen dudas razonables sobre si el fiscal general del Estado filtró o no el famoso correo

Tras seguir el juicio con mucho interés, tengo la sensación de que la sentencia del Supremo sólo puede ser absolutoria, porque para mí existen dudas razonables sobre si el fiscal general del Estado filtró o no el famoso correo del abogado de Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso. Claro que no tengo ni pajolera idea de si estoy o no en lo cierto, porque los jueces tienen en cuenta cosas que desconozco. 

Lo que está claro es que, en el fondo, en el Supremo se ha vivido una batalla entre la citada Ayuso y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Todo lo demás podría tildarse de literatura. Pero, ciertamente, el juicio ha sido muy divertido porque ha puesto sobre la mesa, entre otras cosas, el trabajo de los periodistas. A ese respecto, dejénme dudar un poco de unos y otros. Demasiados intereses ocultos. Y hasta ahí puedo escribir.

Los jueces decidirán. Y a nadie convencerán. Ya lo verán.

Si hay absolución, la izquierda, incluido el propio fiscal general, que no esconde su bando, dirá que por fin se ha hecho justicia y que todo ha sido un montaje de Ayuso y compañía. Mientras, la derecha dirá que respeta las decisiones judiciales pero de tapadillo, por supuesto, vertirá mierda contra los jueces y contra el propio García Ortiz. 

Si hay condena, la izquierda dirá que respeta la decisión pero argumentará que se ha consumado un atropello. Sus tertulianos hablarán de 'lawfare'. Y se acusará a Marchena y el resto de jueces de ser peligrosos conservadores vendidos al PP. Mientras, la derecha hablará de triunfo del estado de derecho y pedirá la lógica dimisión del fiscal general. 

Pase lo que pase, para mí García Ortiz debería dimitir, como culpable o inocente, por el daño causado y porque ya nadie puede verle como imparcial

O sea, unos y otros venderán su burra pase lo que pase. Lo que decía al principio: la Fiscalía queda herida para mucho tiempo por este juicio histórico donde sobraron togas y espectáculos innecesarios, incluidos los periodísticos. 

Pase lo que pase, para mí García Ortiz debería dimitir, como culpable o inocente, por el daño causado y porque ya nadie puede verle como imparcial. Pero, claro, todo dependerá de la sentencia. Es decir que todo es demasiado previsible y demasiado perverso en este caso