José Luis Ábalos junto a Koldo García Izaguirre en 2020 / JESÚS HELLÍN - EP
Ayer, mientras veía las noticias, le dije a mi hija, que las veía a mi lado, que qué vergüenza. Me confesó que no entendía bien qué pasaba, y eso que sigue las noticias al menos superficialmente, que tampoco es cuestión de amargarlos más de lo estrictamente necesario.
Así que no entendía qué pasaba, aunque se temía que cosas muy sucias. No le di explicaciones ni muy sesudas ni muy concisas porque, además, a estas alturas de la corrupción que padecemos, a pesar de que soy columnista y analista político, yo también me pierdo.
Y porque, para que el análisis sea provechoso, es conveniente tomar cierta distancia, desde donde a menudo se ven mejor los hechos.
Algo que me resulta curioso y creo que explica su carácter es lo que sigue: cuando aparece en la TV la imagen del presunto corrupto o acusado de protagonizar prácticas corruptas, vergonzantes o vergonzosas que además puede acabar en la cárcel, ella siempre me hace la misma pregunta: ¿Tiene hijos?
A estas alturas de la corrupción que padecemos, pese a ser columnista y analista político, yo también me pierdo
Así que opté por introducirle en la realidad política de nuestros días. De Trump, Putin y algunos otros personajillos de nuestra vida política cotidiana ya tiene una opinión bastante hecha y considero que acertada: en general, piensa como yo, que son de lo peor que nos rodea.
Aclaro que no siempre coincidimos: por un lado, no renuncio a dejar claras mis opiniones o dudas sobre lo que acontece; por otro lado, pretendo que ella misma se trabaje los temas y llegue a sus propias conclusiones. Además, pretendo que entienda que su padre también puede equivocarse o, ahora que no nos oye, hace cosas que quizás no deberían hacerse. Nada grave ni delictivo, vaya por delante.
Sólo que a veces soy un poco gamberro y, desde luego, no soy Santa Teresa. Si eliminásemos todo lo que es supuestamente poco recomendable, la vida sería muy aburrida. Aborrezco la violencia, la hipocresía y los extremismos, eso sí; por lo demás, soy bastante benévolo, quizás demasiado.
Así que alguna cosa le dije. Le expliqué que, para realizar determinadas obras o prestar determinados servicios, los gobiernos y las instituciones públicas organizan concursos a los que se presentan empresas dispuestas a realizar las tareas y, como consecuencia, elevar su facturación y obtener con ello beneficios.
A veces, en estos casos, se cometen ilegalidades, y hay corruptores que deciden saltarse las normas establecidas, hacer trampas y sobornar a quienes tienen poder suficiente para beneficiarlos, o sea, a los corruptos, quienes obtienen a cambio comisiones ilegales o mordidas; para elevar su patrimonio y perjudicarnos a todos.
No es lo que habitualmente ocurre pero a veces pasa y hay quienes, además, pudiendo evitar semejantes prácticas, por beneficiarse a sí mismos o no perjudicar a su partido en el que militan semejantes delincuentes, deciden guardar silencio o incluso encubrir esos comportamientos.
Y le explico que algunos de los personajes que habitualmente protagonizan los titulares han protagonizado dichos delitos.
Lo que peor llevo aparte del mangoneo cutre de los chorizos es la hipocresía de quienes tratan de darnos lecciones al resto
Después un juez los juzgará de modo independiente y dictará sentencia. En otras ocasiones, dado que los gobiernos tienen poder para ello, benefician a determinadas empresas ilegalmente, es decir, tratándolas mejor que a otras y saltándose las leyes abiertamente o de manera disimulada, a través de rescates financieros o la concesión de dinero público que se obtiene de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, a cambio, otra vez, de comisiones ilegales que se guardan bajo el colchón, en paraísos fiscales o en países extranjeros, lo que viene a conformar el dinero negro que no se declara para no tributar por ello y no se descubra el fraude.
En otras ocasiones reciben favores de distinto tipo o propiedades como vehículos de alta gama, áticos de lujo y villas en la costa, que en ocasiones ponen a nombre de terceras personas para que Hacienda, que somos todos aunque algunos más que otros, no descubra el fraude.
Además, le explico que a una de las protagonistas del noticiario se le acusa de pretender, a través de amenazas y chantajes, condicionar a la Guardia Civil para que no investigue ni llegue al fondo de las actividades de la mujer del presidente del Gobierno de España.
Y que todavía no está claro si dicha mujer actuó en solitario para beneficiar a su partido y a su jefe o si fue enviada precisamente por este.
Ahora estamos viendo que esta mujer está siendo investigada por otras actuaciones delictivas relacionadas con contratos públicos de varios ministerios.
Varias de estas personas que están siendo investigadas por la Justicia fueron personas políticamente relevantes; nada menos, le cuento, que dos personas que fueron la mano derecha de Pedro Sánchez e incluso uno de ellos ministro, así como la mano derecha de la mano derecha, uno que fue portero de discoteca y lo ascendieron a puestos muy elevados para hacer ciertos trabajos sucios; todos ellos podrían haber vivido perfectamente con su sueldo de ministro o de diputado, aunque fuera raso, pero la avaricia rompe el saco.
En general, sus compañeros de partido niegan los hechos, o reniegan a posteriori de semejantes elementos, o hacen como que no saben nada.
Sin embargo, si tales actuaciones se hubieran cometido por parte de sus adversarios políticos, serían los primeros en pedir cárcel para todos, dimisión del Gobierno y convocatoria de elecciones. Se piensan que no nos damos cuenta.
Lo que peor llevo aparte del mangoneo cutre de los chorizos es la hipocresía de quienes tratan de darnos lecciones al resto y luego resulta que son los peores y más tramposos de la clase. Por ejemplo, quienes se presentan como feministas y protectores de los derechos de la mujer y acusan al resto de machistas a la mínima oportunidad que tienen y, a continuación o mientras tanto, las denigran a escondidas o las acosan sexualmente o las tratan como floreros. O quienes quieren prohibir la prostitución pero se van de putas.
A pesar de todo la política es una actividad indispensable ya que trata de solucionar problemas y de mejorar la vida de la gente
Esa superioridad moral que no es más que farsa y engaño a gran escala. Como quienes dicen que son protectores de los más desfavorecidos y son precisamente los que más perjudican con sus actuaciones a los que menos tienen.
Luego está la corrupción puramente política consistente, por ejemplo, en amnistiar a corruptos o golpistas sólo por necesitarlos políticamente, favorecer a los poderosos frente a los débiles o tomar medidas para dividir a la sociedad o enfrentarla.
Y todo ello para seguir en la poltrona.
Y, a pesar de todo este panorama, debo seguir diciéndole que la política es una actividad indispensable, dado que trata de los asuntos públicos y de, supuestamente, tratar de solucionar los problemas que padecen las sociedades y de mejorar la vida de la gente.
El problema es cuando nos gobiernan los peores o los que menos vergüenza tienen.