La figura silenciosa de Alfonso Alonso emerge estos días en el subconsciente de algunos dirigentes del PP vasco. Pablo Casado lo fulminó hace un año como candidato a lehendakari porque Alonso consideraba “inasumible” una coalición electoral con Ciudadanos en Euskadi. El expresidente del PP vasco nunca aceptó que un partido sin arraigo en el País Vasco y sin previsión de respaldo electoral, tuviera garantizados dos puestos de salida para sus candidatos gracias a un pacto forjado en Madrid del que nunca participó. Ese acuerdo que a la postre se convertiría en excepcional en España, postergaba en las listas a pesos pesados del PP vasco. Alonso, siempre moderado en sus postulados, tampoco compartía la dura línea ideológica que por entonces mantenía el partido, escorado a la derecha para intentar contener la hemorragia electoral que le provoca Vox. Por entonces, conviene recordar, Cayetana Álvarez de Toledo era la ‘Messi’ del PP. El 24 de febrero de 2020, Alonso dimitió como presidente del PP vasco porque la dirección nacional dejó de confiar en él. Si como suele decirse, el tiempo siempre pone a cada uno en su lugar, el flujo de los acontecimientos ha terminado por resituar las coordenadas que marcaba Alfonso Alonso en el destino del GPS del Partido Popular.
Alonso guarda silencio tras abandonar la vida política, centrado en su trabajo de consultor junto a Pepe Blanco en Madrid. Sus tesis pasadas nunca perdieron vigencia del todo, pero han resonado de nuevo con fuerza esta semana, después de que Ciudadanos haya modificado el rumbo estratégico y puesto patas arriba el tablero político en España. Casado ha decidido mantener, de momento, el pacto de coalición electoral con los liberales en Euskadi. Apenas lleva funcionando unos meses y finiquitarlo, supondría reconocer que Alonso tenía razón, que tenían poco que ganar y mucho que perder. Aunque en política todo puede cambiar de la noche a la mañana –que se lo digan sino al PSOE en Murcia-, tal y como están las cosas entre conservadores y liberales en España, hoy sería impensable forjar un pacto electoral de estas características en el País Vasco.
PP y Ciudadanos se sienten cómodos formando una alianza “constitucional” en una comunidad como Euskadi, donde los partidos nacionalistas tienen una amplia mayoría en el Parlamento vasco. La sintonía es realmente buena en el grupo parlamentario PP+Cs, según confirman fuentes de ambas formaciones. Pero la “volatilidad” que según los populares demuestra Ciudadanos con movimientos como el murciano desconcierta a una parte del PP vasco. Hasta el punto de que su presidente, Carlos Iturgaiz, no ha tenido problemas a la hora de abrir públicamente las puertas del partido a los votantes de la formación liderada por Inés Arrimadas. “La casa común fuerte del centro-derecha” es la que representa el Partido Popular, aseguró el jueves. ¿Puede una coalición gozar de “buena salud”, como dijo Iturgaiz, mientras uno de sus partidos pide el voto de los simpatizantes del otro? Parece que sí… de momento. En conversación con este diario, el coordinador de Ciudadanos en Euskadi, José Manuel Gil, insiste en “separar” la situación que se ha vivido en Murcia y Madrid de la vasca. “En Euskadi tenemos una coalición electoral y no de gobierno”, señala Gil, que asegura que la colaboración entre ambas formaciones es “total” en el Parlamento, y su alianza firme. Sin embargo, reconoce que tras el terremoto murciano se muestran expectantes por ver “cómo se desarrollan los acontecimientos”. Casado y Arrimadas han puesto a salvo el pacto vasco. Una ruptura no solo hubiera acabado con los dos parlamentarios vascos de Ciudadanos en el grupo mixto, sino que reforzaría las tesis de Alfonso Alonso, a pesar de permanecer en silencio.