La crisis desatada por la covid-19, de carácter sanitario, social y económico, va a requerir en los próximos años de numerosas decisiones políticas, probablemente algunas de ellas difíciles, para las que el Gobierno de coalición PNV-PSE cuenta con la mayoría absoluta que le dieron las urnas el 12 de julio pasado.



Fueron unas elecciones celebradas en condiciones muy especiales, únicas, con medidas de protección frente a la pandemia, tras una campaña también inédita, y con unos resultados en los que el PNV salió nuevamente reforzado, pero aún más EH Bildu que fue la única formación que subió en votos junto con Vox, que irrumpió en la política vasca con una parlamentaria.



También por primera vez entró Ciudadanos en la Cámara de Vitoria, con dos parlamentarios, gracias a la coalición con el PP.



Y eso que la pandemia hizo que fueran unas elecciones aplazadas de la fecha inicial de abril y también especiales por la participación ciudadana. Nunca hasta ese momento había ido menos gente a las urnas a elegir un Parlamento Vasco. Tan solo la mitad de los ciudadanos convocados (50,78 %) decidieron ser copartícipes en la elección de los 75 parlamentarios de la era covid.



Fue el porcentaje de participación más bajo en unos comicios autonómicos, y no estuvo motivado solo por la covid sino que, según encuestas realizadas, el desencanto ciudadano con la política hizo crecer la abstención.



Estos 75 parlamentarios tienen ahora por delante cuatro años en los que tomar decisiones económicas y sociales de relevancia para una ciudadanía que se va a ver, en buena parte, afectada por los efectos de la enfermedad.



El primer reto: los presupuestos de 2021. Unos presupuestos expansivos que el Gobierno Vasco tiene garantizada su aprobación pero que quiere lograr el apoyo de algún grupo de la oposición, como Elkarrekin Podemos, que facilitó que las cuentas del 20 salieran adelante cuando nacionalistas y socialistas no tenían mayoría absoluta.



El PP podría entrar también en la ecuación, abandonar la confrontación total con el PNV y jugar un papel en positivo. EH Bildu, muy crítica con las últimas decisiones sobre la gestión de la pandemia, deberá decidir qué oposición va a hacer para poder presentarse dentro de cuatro años como alternativa al PNV.



Unos presupuestos, los más cuantiosos con los que ha contado nunca el Gobierno Vasco, de 12.442 millones de euros, un 5,7 % más que el de este año, para hacer frente a la reconstrucción social y reactivación económica y del empleo, según resume Efe.



Pero además de los presupuestos, la legislatura tiene por delante retos relevantes que el Gobierno Vasco ya prevé en su calendario legislativo. Quiere aprobar una treintena de leyes, muchas de ellas ya recogidas en el anterior calendario legislativo, entre ellas la ley de Salud Pública para configurar y ordenar un sistema en un momento como el actual marcado por la pandemia.



También afrontará un reto importante como es la búsqueda del mayor consenso posible en torno a la Ley Vasca de Educación, aunque esta podría quedar para finales de 2023.



Acometerá la modificación de la Ley sobre Garantía de Ingresos y para la Inclusión Social, de las leyes de Igualdad, de Memoria Histórica y de Aportaciones, una materia pendiente desde hace años para actualizar cómo contribuye cada diputación a las arcas comunes del Gobierno Vasco.



El debate sobre un nuevo estatuto político para Euskadi seguirá encima de la mesa, con la incógnita de si el PNV y EH Bildu mantendrán el acuerdo que alcanzaron la pasada legislatura o si, por el contrario, los primeros ensanchan el pacto que podría hacer peligrar el ya logrado.



Acaba 2020, un año que en lo político ha sido de continuidad y tranquilidad en el seno del PNV, con la reciente reelección de Andoni Ortuzar como presidente del EBB, pero que ha sido convulso para otros partidos: PP y Podemos.



Alfonso Alonso, que llegó a ser ministro de Sanidad y portavoz popular en el Congreso, abandonó la política después de 24 años de parlamentarismo cuando en febrero presentó su dimisión como presidente del PP vasco después de que Pablo Casado le comunicara que no contaba con él como candidato a lehendakari para los comicios autonómicos y que apostaba por Carlos Iturgaiz, al que recuperó después de que este también se viera relegado en las listas populares al Parlamento Europeo en los últimos comicios.



El proceso electoral también se llevó por delante al máximo dirigente de Podemos en Euskadi Lander Martínez que apoyó a la candidata a lehendakari que salió derrotada en las primarias por Miren Gorrotxategi, actual portavoz en el Parlamento Vasco y que contaba con el aval de Pablo Iglesias. La coalición morada se dejó la mitad de los votos que consiguió hace cuatro años y 5 de los 11 escaños.



El año se cierra con la relevante noticia, a caballo entre lo político y judicial, de que se repetirá el juicio por el caso "Bateragune", en un momento en el que la izquierda abertzale, por primera vez, se ha dispuesto a apoyar los Presupuestos Generales del Estado.