Una vez reelegido para liderar a EH Bildu, Arnaldo Otegi comenzó a desbrozar sus planes de futuro para la coalición. Su meta última es desgastar hasta desbancar al PNV, camino ya emprendido en los últimos tiempos, entre otras cosas, con el acuerdo presupuestario con Pedro Sánchez y que continuará este misma semana con la propuesta de reprobación de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, en el Parlamento vasco. EH Bildu ofrece un "orden alternativo" y un "asidero sólido" frente al "desorden y la improvisación" actual, declaró Otegi nada más ser confirmado como líder por las bases de la coalición soberanista.

La gestión de la pandemia es una punta de lanza utilizada por Otegi para intentar demostrar la mala situación de los actuales inquilinos del Gobierno vasco. Según Otegi, el lehendakari Urkullu representa "un modelo gris, agotado y triste". Para cambiarlo, EH Bildu contrapone un proyecto que aporta "optimismo y vitalidad" aunque, y llega la madre del cordero, "es posible e imprescindible la unidad de la izquierda, desde socialdemócratas hasta comunistas".

El ofrecimiento de Otegi presentando a EH Bildu como formación líder de esa unión ya tuvo su antecedente en la previa de las últimas elecciones autonómicas. Entonces, Elkarrekin Podemos hizo suya la bandera de un futuro tripartito de izquierdas, junto a EH Bildu y PSE, aunque lo cierto es que nunca encontró la complicidad de soberanistas ni de los socialistas, más proclives estos últimos a volver a pactar con Iñigo Urkullu que en embarcarse en nuevas alianzas con partidos, además, que no son especialmente bien valorados por la formación de Idoia Mendia.

 "Aparte de coincidencias puntuales como puede ser el régimen fiscal a aplicar o algunas medidas económicas concretas hay otros factores de carácter ético en que no compartimos en absoluto con Bildu", confirman fuentes socialistas a este medio. Y es que EH Bildu todavía arrastra un lastre demasiado pesado por su conexión con ETA y tampoco se ha desmarcado con la suficiente contundencia de los últimos episodios violentos de sus simpatizantes como el sabotaje sufrido por la secretaria general del PSE-EE Idoia Mendia y las pintadas en dos sedes y una oficina electoral del PNV en Durango y Abadiño y una sede de Podemos en esta última localidad vizcaína en apoyo al preso expulsado de ETA, Patxi Ruiz, en huelga de hambre y en demanda de amnistía. Tampoco ayudan los aplausos en redes sociales de EH Bildu a Ernai por las pintadas en el batzoki del PNV en Algorta o los mensajes amenazantes registrados ayer mismo en el baztoki de Lakua (Vitoria). Todas estas acciones vandálicas, el pasado, y la postura cuando menos ambigua de EH Bildu complican en demasía que el PSE se decida a pasar página y tratar a esta formación bajo los mismos parámetros que a otras a la hora de tejer acuerdos de gobierno.

Tampoco Podemos se muestra partidario de embarcarse en este proyecto en este momento. "Ahora no toca hablar de frentes. La ciudadanía necesita certezas para superar esta pandemia y no poner líneas rojas", ha declarado a Crónica Vasca el parlamentario David Soto. "En todo caso, bienvenidos a esta idea que a la que antes de las elecciones no parecían hacer mucho caso", ironiza Soto.

De todos modos, se trata de un primer esbozo para intentar presentar a EH Bildu como un partido fiable y capaz de liderar gobiernos. "Otegi no hablaba tanto de plazos como de objetivos. No se puede cambiar todo de la noche a la mañana", reconoce un portavoz de la coalición abertzale. Y lo primero para conseguir aspiraciones más altas "es ampliar nuestra base", desvela esta misma fuente, algo a lo que también se refería Otegi en este llamamiento a la unidad de la izquierda "desde socialdemócratas hasta comunistas".

Sin prisa pero sin pausa, por tanto. Las próximas elecciones programadas son las municipales y forales de 2023. Ese sea probablemente el plazo pensado por Arnaldo Otegi para aupar a EH Bildu aunque por ahora parece un proyecto complicado.