Elkarrekin Podemos amaga con el acuerdo, pero se apuntala en la oposición. Quiere tener influencia en la política vasca y en las leyes que se aprueben en el Parlamento, y rentabilizar así de la mejor forma posible los seis parlamentarios con los que cuenta tras las pasadas elecciones, pero sin convertirse en el apoyo de la mayoría absoluta que conforman PNV y PSE.
"No tenemos vértigo a acordar ni tampoco hemos iniciado un matrimonio", advertía la portavoz parlamentaria de la formación Miren Gorrotxategi tras suscribir con PNV y PSE la ley antipandemia en el mes de junio . Y la reciente ruptura de las negociaciones para aprobar los Presupuestos de 2022 así lo han ratificado.
Las cuentas del año pasado se sacaron adelante solo con los votos de PNV y PSE, pero fue con Elkarrekin Podemos con el partido con el que más cercano estuvo el acuerdo, -este año se ha quedado Bildu de finalista en las negociaciones-.
El acuerdo finalmente no fraguó, pero hay que recordar que el anterior pacto presupuestario que el Gobierno vasco -en minoría-, cerró con el entonces dirigente de Podemos y portavoz del grupo parlamentario, Lander Martínez, para aprobar los últimos presupuestos de la anterior legislatura, ocasionó un tsunami en Podemos, que acabó llevándose por delante toda la anterior ejecutiva de la formación morada, y también en la propia coalición en la que cohabitan Podemos e Ezker Anitza-IU.
Entonces, los dos parlamentarios de IU no secundaron la decisión de Podemos de abstenerse para que los Presupuestos salieran adelante y votaron en contra de las cuentas evidenciando unas discrepancias que, aunque pactadas en el seno de la coalición, pusieron en entredicho la fortaleza del grupo. Un acuerdo presupuestario ahora, para las cuentas de 2022 hubiera generado probablemente el mismo debate interno. "¿Cómo apuntalar al PNV si queremos presentarnos como alternativa de Gobierno?", señalan algunas fuentes dentro de la coalición.
Y es que Elkarrekin Podemos sigue acariciando la posibilidad de que un tripartito de izquierdas pueda constituir la alternativa de Gobierno al PNV.
La bandera del tripartido fue precisamente la que enarboló la entonces candidata a la lehendakari en las pasadas elecciones, Miren Gorrotxategi, aunque con nulo éxito. No solo no consiguió que secundaran su propuesta ni el PSE ni EH Bildu, con quien apostaba por sumar fuerzas postelectorales, sino que el paso por las urnas llevó a la coalición a perder 5 escaños y bajó de 11 a 6.
Sin embargo, la coalición con el PSOE con la que Gobiernan en España y los acuerdos en Navarra, constituyen un precedente para que se mantenga viva la posibilidad de reeditar el acuerdo em Euskadi. Una posibilidad que adquiere ahora más peso con la apertura del PSE a ensayar nuevos pactos postelectorales más allá del PNV.