"La no alternativa no es alternativa". Así de contundente ha sido Arnaldo Otegi este sábado en una jornada importante para EH Bildu. La coalición abertzale ha presentado su estrategia energética en el Bizkaia Aretoa de Leioa. Un documento de más de carácter político que un proyecto en sí con el que la coalición abertzale ha puesto encima de la mesa cuáles van a ser sus recetas para hacer frente a la transición energética.
El programa de la coalición abertzale busca así plantear una alternativa al desarrollo que el Gobierno vasco está haciendo con un documento que busca que Euskadi sea capaz en 2045 de generar el 75% de su consumo energético mediante energías renovables. El documento, presentado por Pello Otxandiano y Mikel Otero, apuesta por la fotovoltaica como la gran energía de transición, pero sigue dando pasos en el ámbito eólico, donde la coalición ya ha respaldado los parques eólicos de Statkraft a pesar de algunas discrepancias como las del alcalde de Zestoa. Según la estrategia energética de EH Bildu, la eólica "será una de las tecnologías clave en la transición" y el objetivo de la principal fuerza de la oposición pasa por que haya un total de 4.000 MW de potencia eólica instalados entre la comunidad autónoma y Navarra.
Con una propuesta en clave de 'soberanía energética' y 'democratización de la energía', Bildu busca ahora atajar la alta dependencia energética de la comunidad autónoma -capaz de producir con renovables solamente el 16% de la energía que consume- con el objetivo de que para 2045 tres de cada cuatro MW de energía que se consuman en Euskadi hayan sido producidos aquí con energías renovables. Para ello, la propuesta de la coalición abertzale busca un amplio despliegue de las renovables en todas sus escalas con un papel especial reservado para las comunidades energéticas locales, a las que se ha referido Otxandiano como un elemento "estratégico" en la transición energética que tiene Euskadi por delante.
Reducir el consumo a la mitad y las emisiones en un 90%
El carácter político de la propuesta queda resumido en un decálogo que establece diez puntos de partida entre los que destaca la necesidad de que los recursos energéticos se produzcan aquí, el papel esencial que se le concede a la reducción del consumo o una mayor colectivización de la energía. La propuesta abertzale incide también, como era de esperar, en la importancia de que sean las instituciones públicas quienes lideren el cambio energético frente a "los intereses privados lucrativos". Algo que, además de en el decálogo, se ha concretado durante la presentación de la estrategia en un rechazo a modelos como el de Aixeindar o la idea de que el Ente Vasco de la Energía (EVE) solamente pueda invertir en energías renovables y se vea obligado a desinvertir en infraestructuras como BBG, BBE o el yacimiento de Viura.
Sin embargo, eso no ha quitado para que los cargos de la izquierda abertzale hayan hecho hincapié en la necesidad de abordar esta transformación. Otegi ha planteado el reto como una disyuntiva entre "hacer frente al cambio climático y a la crisis energética a la vasca" o "que lo hagan los de siempre defendiendo los intereses de los siempre". "El debate no es si se hace, porque se va a hacer. El debate es quién lo hace y para quién lo hace", ha remarcado el coordinador general de la coalición abertzale.
Sin detalles en cuanto a cómo articular ese despliegue -Otxandiano ha insistido en que la propuesta de hoy "no es una planificación energética"-, la coalición abertzale sí se marca en cambio algunos objetivos. El principal es que las emisiones de CO2 se reduzcan hasta los 2,5 millones de emisiones para 2045, un 90% menos que los 25 millones que se emiten actualmente. Junto a ello, Bildu propone reducir el consumo energético a la mitad, pasando de 80 TWh a 40 TWh.
Unos ambiciosos objetivos que, como ha asegurado Otero, requerirán "cambiar casi todo". La reforma del modelo energético necesitará, según la coalición abertzale, del despliegue de 19.000 MW de potencia entre las distintas energías renovables para generar 40.000 GWh anuales que permitan la neutralidad en emisiones y eviten la dependencia de las importaciones energéticas necesarias ahora para cubrir más del 80% de la demanda de Euskadi.