Hace unos días Zedarriak decía en un informe que hay demasiados contratos temporales ofrecidos a los jóvenes vascos. ¿Qué están haciendo mal las empresas para que los jóvenes no tengan mejores condiciones?
Pues no lo sé, porque herramientas tenemos y no son desdeñables, como por ejemplo la reforma laboral o muchas de las herramientas que ponen al servicio de esta sociedad las instituciones y los diferentes departamentos competentes al respecto. Pero sí, desde luego, tendremos que hacer una reflexión. Tengo muy claro -y lo decía el propio informe y yo coincido plenamente con ellos- que no existe un déficit de formación en los jóvenes vascos. Es decir, hay que construir una sociedad que ofrezca oportunidades a nuestros jóvenes y ofrezca unas condiciones lo suficientemente buenas para que no se planteen desarrollar su proyecto de vida fuera de Euskadi. Ahí tenemos que ir todos de la mano: instituciones, patronales y sindicatos. Y eso se tiene que basar en un diálogo social sincero. Creo que tenemos instrumentos y tenemos infraestructuras y tenemos una sociedad lo suficientemente preparada para que eso pueda ocurrir.
Hablando de discrepancias con los socios del PNV, una de ellas, quizás la más relevante en materia económica, fue el choque con la famosa deflactación del IRPF. ¿Va a haber más deflactaciones? ¿Se ponen de acuerdo ustedes o no?
La deflación es una técnica fiscal que se ha venido aplicando durante muchas décadas en Euskadi. También la usó Bildu en su legislatura al frente del Gobierno Foral de Gipuzkoa. Todo dependerá de si la coyuntura económica permitirá aplicar este tipo de técnicas fiscales. A partir de ahora tenemos que hacer un profundo análisis de lo que han sido las políticas fiscales en Euskadi. No parece lo mejor que en un país tan pequeño como el nuestro, con las herramientas y con la competencia de desarrollar esas políticas fiscales, tengamos tres fiscalidades distintas. Yo creo que tenemos que contribuir a la armonización fiscal a todos los niveles y trabajar para que nuestra fiscalidad sea una fiscalidad justa, que sea una fiscalidad equitativa y sobre todo, sea una fiscalidad que contribuya al desarrollo del país. Tenemos que hacer una reflexión pensando en qué tipo de estado de bienestar queremos para después desarrollar una fiscalidad que pueda sostener y hacer posible ese estado de bienestar con esos servicios públicos perfectamente garantizados a través de la recaudación de esas políticas fiscales.
¿Es el momento para esa reflexión?
Yo creo que es un buen momento para hacerlo, porque por diferentes circunstancias de la coyuntura social y política en este país hemos tenido una fiscalidad que ha ido incorporando nuevas herramientas, nuevos tipos y nuevas políticas fiscales. Ahora es un buen momento para empezar a reflexionar sobre la eficacia, la eficiencia de la fiscalidad que tenemos actualmente y empezar a reflexionar sobre qué fiscalidad queremos para sostener ese estado de bienestar del futuro. Y es una reflexión que la tenemos que hacer desde el sosiego, desde la calma, desde la sinceridad, sin perder ni un minuto, pero desde luego, sin entrar en una carrera que nos lleve por caminos equivocados.
Por seguir con los impuestos, ¿se va aplicar o no el impuesto a las grandes fortunas en Euskadi?
Lo que tenemos que hacer es poner números encima de la mesa, ver lo que tenemos para intentar aplicar ese impuesto de solidaridad en la justa medida. Hay que ver en qué momento fiscal estamos en los tres territorios y desde luego, decidir en qué medida se va a aplicar. Yo tengo muy claro que hay que aplicarlo y creo que nuestro socio también. Ahora lo que tenemos que valorar es hasta dónde llegamos y cuándo se aplica.
Cuando uno habla de economía con cualquier amigo o familiar, a todo el mundo lo que le importa es la inflación, saber por qué paga un 15% más por los alimentos en el supermercado. ¿Qué propone el PSE para cambiar eso?
El PSE va muy en sintonía a las políticas que está desarrollando el Gobierno de España, que creo que somos un ejemplo a todos los niveles, porque tenemos una de las inflaciones más bajas a nivel europeo. Tenemos que ayudar a las familias y tenemos que contribuir a que el tejido productivo, especialmente a aquellos que aportan productos esenciales al consumo en nuestro país, tengan la posibilidad de tener productos a un precio competitivo que también contribuya a que esa inflación frene y a nadie le falte absolutamente de nada. Yo creo que hay posibilidad de poner en práctica medidas como por ejemplo el tope al precio de las energías, que ha contribuido también a que la inflación no sea tan alta en comparación a la de otros países europeos. Lógicamente, hasta que la guerra y el problema con los suministros no se solucione, pues este problema será un problema que esté ahí. Pero desde luego creo que a través de políticas valientes, innovadoras, como por ejemplo la excepción ibérica, se puede contribuir a, cuando menos, que esa inflación sea cada vez más baja.
Hace unos días se publicó que los banqueros españoles son algunos de los que mantienen salarios más altos en toda Europa. ¿Habría que limitar esos salarios?
Soy muy partidario de la justicia y creo que a cada cual se le tiene que pagar en justicia a su contribución a la sociedad a través del trabajo que desarrolla. Soy partidario de que la ciudadanía tenga salarios dignos, condiciones laborales dignas y derechos laborales a los que a los que agarrarse y que defiendan plenamente todos sus derechos. Yo no sé si hay que topar o poner límites a los salarios. Yo lo que sí sé es que después sí podemos tener herramientas, como por ejemplo la fiscalidad, que contribuyan a que nuetra sociedad sea mucho más moderna, mucho más solidaria y mucho mejor. Frente a retos importantísimos que ya tenemos encima de la mesa, como el reto de la lucha contra el cambio climático o de las energías renovables, el desarrollo de las infraestructuras necesarias para hacer posible que nuestro país sea mucho más moderno.
Cuando se habla de empresas en Euskadi, siempre sobrevuela el famoso tema del arraigo en grandes empresas como Euskaltel. Porque da la sensación de que cunde el desarraigo. Y porque parece, aunque sea una sensación, que no hay tanta inversión en Euskadi como había antes.
Claro, tenemos ejemplos que son muy importantes. Por ejemplo, están el ejemplo de Gamesa, de Euskaltel, que son ejemplos que a nosotros nos preocupan muchísimo, porque al final es terriblemente preocupante deslocalizar empresas que han sido un emblema para Euskadi y que han generado tanta riqueza para nuestro país y que han contribuido a generar empleo y que son también un ejemplo del buen hacer. Tenemos ejemplos como por ejemplo el de ITP, que pone muy de manifiesto la importancia de la colaboración entre las instituciones y, desde luego, de desarrollar garantías para que las cosas se hagan bien. Creo que la gobernanza y el diálogo entre instituciones contribuyen también a blindar que ese tipo de empresas garanticen ese arraigo en nuestro país. La amenaza de que se vayan la vamos a tener cada vez de manera más frecuente, porque al final hay fondos de inversión en el extranjero que lógicamente miran por su cuenta de resultados y no miran tanto por si una empresa está en un sitio o en otro. Somos nosotros los que tenemos que garantizar que esas empresas estén en el capital, que estén, sigan aquí en el mercado.
¿Se refiere a inyectar más dinero público en Finkatuz?
Hay que meter más dinero. Y sobre todo cuando un gobierno, una institución invierte en un proyecto, tiene que tener la garantía de que eso va a servir para que esa empresa siga generando riqueza y siga contribuyendo también al desarrollo de nuestro país, quedándose y generando empleo. El dinero público es para eso. Tiene que ser para eso y desde luego tenemos que desarrollar herramientas. Tenemos que desarrollar un cuerpo legislativo que precisamente apuntale a esas cuestiones y que cuando un gobierno decide apostar por el desarrollo de una empresa, tengamos plena garantía que esa empresa se va a quedar aquí en Euskadi.