La trayectoria de Iñigo Urkullu como lehendakari no ha sido fácil. El que es uno de los perfiles 'moderados' del PNV abandonará su cargo el próximo año -y previsiblemente la política- con las quinielas de quién será su sucesor más vivas que nunca y con un legado a sus espaldas marcado por una fase alcista en lo económico. Urkullu ha querido marcar perfil gestor frente a las aventuras políticas y lo cierto es que los datos de PIB, empleo o recaudación fiscal avalan esa apuesta.
Llegó a Ajuria Enea en 2012 como sucesor del socialista y ahora diputado del Congreso Patxi López, en plena crisis económica y con la dupla salarios-inflación bajo mínimos. Doce años después, si bien la inflación ha registrado en los últimos meses máximos hisóricos, también lo ha hecho el salario medio, que en Euskadi ha crecido en 350 euros y la inversión pública supera por primera vez los 2.000 millones de euros.
Aunque esta evolución se enmarca en el ciclo económico, su gestión y compenetración con Pedro Azpiazu, consejero de Economía y Hacienda desde 2016, han permitido que Euskadi acumule doce años en continuo crecimiento económico. De la mano de la vicelehendakari, Idoia Mendia, también lleva cuatro años mejorando el empleo vasco, hasta lograr reducir a menos de la mitad el paro que se encontró en 2012 (del 16,3% al 7,5%).
Su conocida fama de hombre "serio, recto y buen gestor" le ha conducido a tener durante estas tres últimas legislaturas buena relación con la empresa, dejándose ver en incontables ocasiones con los máximos representantes empresariales de Euskadi. Sus buenas relaciones con el mundo empresarial le han llevado a compartir en numerosas ocasiones posturas con las patronales o grandes multinacionales, llegando a causar cierta crispación en el mundo sindical.
En plena crisis laboral
Y es que el actual lehendakari dejará su cargo en plena tormenta con los sindicatos, con varios sectores, principalmente el sector público -en el que trabajan más de 150.000 personas- en pie de guerra y con numerosas huelgas convocadas. Concentraciones que el propio Urkullu ha catalogado como una "estrategia compartida" de ciertos grupos políticos y sindicatos para hacer que el Partido Nacionalista "no lidere las instituciones vascas" en las próximas elecciones autonómicas. Señalamiento que supuso un cambio de rumbo en esta legislatura porque durante sus casi 12 años como lehendakari, Urkullu siempre había guardado un perfil bastante discreto. Perfil que con las elecciones vascas a la vuelta de la esquina y con el PNV bajo la amenaza de un sorpasso de Bildu, se había obligado a abandonar.
El sector público, llamado a una nueva huelga el próximo 19 de diciembre, no es el único que se ha movilizado en los últimos meses. Educación y Sanidad han sido dos de los grandes focos de conflicto de este último periodo de legislatura. Las huelgas en Osakidetza, uno de los verdaderos puntos negros de la legislatura, así como las manifestaciones a favor de la educación pública vasca, convocadas por EH Bildu entre otros agentes sociales, han sido continuas. Además, a estos sectores se sumó recientemente el de la Ertzaintza que pide una actualización del convenio, que parece estar más alejada que nunca ante el bloqueo de las negociaciones entre sindicatos y el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka.
Nacionalismo 'suave'
El que fuera presidente del EBB y de la Ejecutiva vizcaína del PNV se estipuló como objetivo ya en 2012 conseguir el mayor número de competencias para el País Vasco. Sin embargo, Urkullu ha abanderado lo que puede considerarse un nacionalismo 'suave', una moderación que ha estado más de relieve incluso estos años por la trayectoria que ha seguido Cataluña.
Atrás queda en ese sentido el intento de mediación del aun lehendakari en 2017 para tratar de calmar las aguas en Cataluña, llamando al propio Carles Puigdemont, como se conoció más adelante, para pedirle que convocara elecciones para evitar la aplicación excepcional del artículo 155.
Respecto al balance a nivel de transferencias, en sus años en el cargo ha pasado por diferentes fases. Tras los poco fructíferos años con Mariano Rajoy en el Gobierno central, con Pedro Sánchez ha llegado a conseguir once, que podrían incluso llegar a aumentar gracias al último pacto de investidura entre PSOE y PNV.