La reserva de la biosfera de Urdaibai lleva ya más de 25 años esperando el anunciado proyecto de revitalización económica para sus 48.000 vecinos. El parón anunciado hace dos semanas en el proyecto del Museo Guggenheim, por una decisión unilateral del lehendakari Iñigo Urkullu, llevó aparejado el anuncio de un plan de choque económico en esta comarca que engloba a 20 municipios, que ha sido recibido con gran escepticismo. “Otra venta de humo más, como han hecho en los últimos 25 años”, coinciden agentes sociales y económicos de la comarca.
Una reserva de la biosfera es una figura de protección para combinar la defensa ambiental con el desarrollo económico sostenible y, por ello, debería ser una oportunidad para el aumento del bienestar. Pero en Urdaibai no ha ocurrido nada de esto. El declive industrial ha sido evidente en los casi 40 años desde la declaración como reserva de la biosfera.
La ley de protección de Urdaibai fue aprobada en 1989 y, desde entonces, los problemas se han sucedido. El Plan Rector [el documento para regular la protección ambiental] se aprobó en 1993 tras un tortuoso camino de cuatro años. Fundamentalmente por las discrepancias entre el Gobierno vasco, el gestor de la comarca al tratarse de una reserva de la biosfera, y la Diputación vizcaína que siempre se ha resistido a no controlar los 230 kilómetros cuadrados de esta parte de Bizkaia.
Los conflictos se sucedieron especialmente en los años 90, cuando durante seis años el Patronato de Urdaibai (el órgano de gestión de la reserva) estuvo paralizado e incluso sin director. Hubo además un intento, en 1995, por parte de la Diputación vizcaína de cambiar la ley para arrebatar las competencias de gestión del Gobierno vasco.
Estas fuertes tensiones institucionales se han ido calmando con el nuevo siglo. Se han aprobado más planes y ha habido inversiones importantes como los 65 millones de euros para construir los túneles de Autzagane (una obra para mejorar la accesibilidad a Urdaibai pero que se quedó a medias, sin completar el trazado hasta la entrada a Gernika, por las afecciones medioambientales y la crisis económica de 2008). Sin embargo, la caída de la actividad industrial no se ha frenado. Ahí están los datos: el PIB está un 18% por debajo de la media de Euskadi, el peso de la industria se sitúa cinco puntos inferiores y en 2021 llegó a ser segunda comarca de Euskadi con más paro.
No existe un modelo económico y de empleo. Como muestra, en 2019 se inauguró un vivero de empresas en Gernika (el municipio cabecera de la comarca, junto a Bermeo) tras una inversión de 9 millones de la Diputación vizcaína. Hoy día sus 19 pabellones están prácticamente vacíos: no hay ninguna empresa productiva y solo acoge 9 oficinas de micropymes fundamentalmente.
El conocido como PADAS (el plan de fomento y desarrollo económico), que es junto a al Plan Rector la otra pata fundamental de las reservas de la biosfera, fue aprobado en 1998. Tardó siete años en elaborarse, un preludio de su escaso éxito. Desde entonces, hay inumerable papel y un sinfín de proyectos a desarrollar, pero prácticamente nulos resultados prácticos. De hecho, el 65% de los vecinos de Urdaibai trabaja fuera la comarca.
“Eran programas de planificación que no presentaban herramientas específicas de gestión y ejecución, y siempre quedaban pendientes de la implicación de los agentes forales o locales, que son los que pueden llevarlos a cabo, con lo que buena parte de sus recomendaciones quedaban como discursos referenciales sin ejecución o solo parcial”, señalaba el catedrático de Comunicación Audiovisual por la UPV, Ramón Zallo, en una exhaustivo informe elaborado hace tres años con el ilustrativo título “El declive económico de Urdaibai”
Los viejos problemas de Urdaibai persisten: la Diputación vizcaína, que tiene los instrumentos económicos, sigue con sus reticencias a invertir en un plan serio de revitalización económica en un área gestionada por el Gobierno vasco. El Patronato de Urdaibai, con un millón de euros de presupuesto operativo anual (descontados los gastos de personal), poco puede impulsar.
Proyectos anunciados como un centro de Formación Profesional para energías renovables y la hostelería o la creación de una agencia de desarrollo comarcal siguen en el cajón. De una incubadora seria de empresas ni se habla. Una comarca que en los años 70 tuvo hasta 1.600 empleos sólo en las entonces tres pujantes empresas cuberteras apenas cuenta hoy día con dos compañías de cierta dimensión. Las microempresas generan más de la mitad del empleo en los dos principales municipios, Gernika y Bermeo.
Urdaibai es la única reserva de la biosfera de Euskadi pero también la única comarca sin un sistema de saneamiento completo y aún se vierten residuos fecales directamente a la ría. Los primeros planes de saneamiento se remontan a 1984 pero las obras no empezaron hasta 2004 por las disputas políticas entre las instituciones vascas y centrales. Aunque hoy día, 20 años después, están acometidas la mayoría de los trabajos, aún resta completar la red de colectores, con la que la inversión total llegará a los 85 millones de euros. Otra deficiencia pendiente a añadir en la reserva.
“Que vengan a decirnos que ahora van a revitalizar Urdaibai, cuando llevamos casi tres décadas esperando, suena a tomadura de pelo”, señalan agentes sociales y económicos de la comarca. El proyecto del Museo Guggenheim en la pequeña localidad de Murueta, al pie de una de las marismas, una de las joyas de Urdaibai, ha levantado una fuerte oposición social (hubo una manifestación multitudinaria en octubre pasado) por la masificación que generaría y el aumento de los problemas medioambientales. Pero también porque no se ve como el elemento de revitalización económica por el que suspiran desde hace cuatro décadas sus 48.000 vecinos.