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Miles de personas recorrieron este sábado las calles de Gernika en contra del proyecto del Museo Guggenheim de Urdaibai... Una muestra clara de la postura social ante una iniciativa que los propios vecinos de Busturialdea tachan de "imposición": "Responde a las apetencias de una fundación privada en la que se está invirtiendo enormes cantidades de dinero público", denunciaron. 

Esta marcha no ha hecho más que avivar las dudas que ya estaban sembradas sobre el proyecto, ya que desde que se anunció en 2008 -aunque entonces en una sede diferente, en Sukarrieta-, la incertidumbre dentro y fuera de los Ejecutivos al mando en aquellos años no ha dejado de estar presente. 

Fue el exlehendakari, Iñigo Urkullu, el que poco antes de las elecciones, en enero de este mismo año, tomaba la decisión unilateral de parar el proyecto, una de las obras estrella del PNV vizcaíno, hasta 2025... Decisión Unilateral, porque según fuentes del propio partido jeltzale, había sido tomada sin consultar a compañeros de su propio partido. 

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun (i), interviene durante una sesión de control al Gobierno EFE

Las dudas del Gobierno central

Un mes después, fue el turno del Gobierno central, concretamente del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de exponer sus dudas sobre el proyecto asegurando que "cultura y medioambiente siempre van de la mano" y apuntando a los "muchos informes que han sido claros en remarcar los grandes inconvenientes que en materia medioambiental y urbanística presenta este proyecto, porque Urdaibai es una reserva de la biosfera protegida por la UNESCO".  

Declaraciones que confundían a los vascos, ya que se hacían meses después de que la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aprobase la concesión de una partida de 40 millones que acordó con la formación jeltzale durante la negociación de los Presupuestos Generales de 2023 para llevar a cabo esta ampliación.

Imanol Pradales / PNV

La última palabra la tendrá Pradales

Las dudas del Gobierno central se sumaban así a las del exlehendakari Urkullu -quien había sido reticente hacia este proyecto desde un principio- y, a su vez, al descontento social que ha sido capaz de movilizar a miles de personas este sábado pero que lleva latente desde hace años. 

La última palabra sobre este millonario proyecto, en el que se espera que inviertan más de 120 millones, la tiene ahora Imanol Pradales, que deberá decidir si continuar con el que un día fue el proyecto estrella de su partido o si ceder a una presión social que está mostrando claramente que no quieren acoger en sus tierras el futuro Guggenheim de Urdaibai.