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Denis Itxaso charla con este diario a pocas horas de salir hacia Sevilla, donde se celebra el Congreso Federal del PSOE, que llega marcado por las fuertes acusaciones contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un clima de máxima crispación en la política nacional. 

¿Por qué está demasiado polarizada la vida política en Madrid o en el Congreso? Porque en Euskadi parece que hay mucha más calma…

Al inicio del curso político ustedes recordarán que en el Palacio Miramar el lehendakari anunció un Pacto Ético para tratar entre otras cosas de evitar estos niveles de polarización. Yo ya entonces advertía que este no es un problema exclusivo de España. 

Esto lo tenemos en Francia, lo tenemos en Alemania, lo tenemos en el Reino Unido, en los Estados Unidos o en Italia. La polarización tiene que ver con que el malestar de la vida pública está extendido. No es un consuelo ni mucho menos, pero da la sensación de que es el signo de los tiempos. La militarización de las conciencias, porque la gente milita ya en posiciones, ya no es que crea o aspire o desee, no, la gente milita.

En tiempos de incertidumbre todos aquellos que nos venden certezas absolutas son unos vendehumos

Y eso es un problema para la democracia deliberativa, porque creo que se ha eliminado de la ecuación política algo tan esencial como la duda. En tiempos de incertidumbre todos aquellos que nos venden certezas absolutas son unos vendehumos. Y están creciendo lamentablemente aquellos que nos venden certezas absolutas o, lo que es peor, respuesta simples.

Populismos.

Populistas que dan respuestas simples ante problemas que son muy complejos. Por ejemplo, la inmigración. Problemas complejos y que tienen una derivada humanitaria que se quiere soslayar en una defensa torpe y muy poco inteligente de lo que se supone que es el interés patrio.

No me consuela que esté extendido al conjunto de Europa pero sí me preocupa que el Partido Popular, que creo que es responsable de buena parte de toda este malestar en España, lo haya querido trasladar al Parlamento Europeo en las últimas semanas con ocasión del acuerdo de la nueva Comisión. Cómo han embarrado el debate sobre la nueva comisión que tradicionalmente ha sido una experiencia política muy exitosa en términos de transversalidad.

¿Por qué?

Lo ha llevado a este terreno para tratar de ocultar sus responsabilidades en la gestión autonómica de la DANA. Ha tratado de embarrar a los responsable de la meteorología y de las cuencas hidrográficas...

Todos los casos que ahora, curiosamente en vísperas del Congreso Federal del PSOE, están tomando fuerza tienen el mismo impulso. Y todos tienen en común una vagueza y una flaqueza probatoria alarmante

¿No cree que todo lo que se ha vivido con la DANA aleja más a los ciudadanos de los políticos?

Bueno, es muy exasperante y muy frustrante. Cuando tú ves la hecatombe de carácter humano que ha representado esa catástrofe, con la pérdida de vida humanas, algunas de las cuales todavía no se han encontrado... Que la vida política transcurra en el campo exclusivo del reproche y del insulto y de las acusaciones es muy triste. Desde luego se puede entender que haya parte de la población que termine abrazando posiciones extremas.

Vaya panorama...

Aquí se está librando en el fondo, con esta situación de polarización, un debate entre supuestos duros y supuestos blandos ante los problemas que tenemos. Los populismos de extrema derecha fundamentalmente están defendiendo la idea de que algunos somos muy blandos y ellos son muy duros y muy determinantes. Eso aparte de ser falso elimina de la ecuación la política democrática y la complejidad de los problemas.

Pero además implica la insinuación de una política autoritaria, de ir hacia modelos democráticos autoritarios, donde la mano dura y firme, lo militar, porque sólo desde el orden se pueden resolver algunos problemas. Algunos nombramientos que se hacen en el Gobierno autonómico de Valencia parecen indicar eso. 

Yo pertenezco a una fuerza de orden, de ley y orden. El Partido Socialista es una fuerza de gobierno que ha sabido afrontar situaciones muy complicadas, pero eso no quiere decir que debamos abrazar la democracia autoritaria como un modelo posible para Europa. Si algo nos diferencian de otras latitudes del mundo es que nosotros apostamos por democracias deliberativas y liberales. 

¿Cómo están viviendo en el socialismo vasco toda la polémica del caso Koldo y Ábalos, las declaraciones de Aldama contra medio Gobierno, etcétera?

Hombre, no es nada agradable, porque evidentemente siempre son elementos que enturbian la vida política. Pero yo creo que el que más o el que menos sabe identificar que todo esto se lleva a cabo en un contexto muy determinado, con una intencionalidad muy determinada y con unos promotores muy determinados. Todos los casos que ahora, curiosamente en vísperas del Congreso Federal del PSOE, están tomando fuerza tienen el mismo impulso. Y todos tienen en común una vagueza y una flaqueza probatoria alarmante.

La manera en la que luego la derecha mediática da amparo a todos esos procesos, tergiversando totalmente los autos judiciales y los informes de la Guardia Civil, forma parte del mismo juego. Evidentemente eso enturbia nuestro debate e impide que podamos tener seguramente debates más libres y más sanos, porque al final la sensación de asedio es total. Pero yo sigo teniendo fe en la justicia y en que todas esas cosas quedarán en nada, salvo las que tienen que ver con personas que fueron apartadas por parte del presidente del Gobierno. Creo que en las responsabilidades de gobierno el presidente ha actuado siempre con una ejemplar determinación. 

¿Y qué le parece todo lo que está pasando con el fiscal general del Estado y con la dimisión de su compañero Juan Lobato como secretario general del PSM a raíz de la investigación al novio de Isabel Díaz Ayuso?

Sencillamente se vuelve a repetir el mismo guión: cuando la presidenta Ayuso tiene algún problema, quien trata de denunciarlo termina teniendo el problema. Esto le pasó a Pablo Casado. Parece mentira y yo me estoy encontrando con gente en diferentes lugares y espacios donde comparten este este nivel de sorpresa. Un problema de la pareja de Ayuso, que se autoinculpa y confiesa haber cometido delitos fiscales, se convierte en un problema para quien lo denuncia.

Es evidente que Isabel Díaz Ayuso y el grupo que le rodea están siendo muy hábiles a la hora de cambiar el guión del cuento. A mí me gustaría que la opinión pública no perdiera de vista el origen de todas estas cosas.

Por último, ¿usted ve más a David Broncano o a Pablo Motos?

A Pablo Motos no lo veo. No es por un prejuicio, es que yo no veo la tele salvo los informativos. Y ahora he empezado a ver por curiosidad y por puro morbo informativo el programa de Broncano. Si le soy sincero, aguanto 10 o 15 minutos porque me pone muy nervioso. Yo soy un poco clásico para estas cosas. Cuando uno lo ve, tiene la sensación de que no termina de arrancar, de que están haciendo una presentación y miras al reloj y dices 'me voy a la cama'.

No me parece muy sano que el país tenga otra grieta más con la que dividirnos sobre si Broncano o Motos. A mí siempre me han gustado los programas de humor de todas las orientaciones

Advierto y reconozco el sentido del humor y la ironía con la que juega. Puede ser interesante sobre todo para mucha gente joven. Eso me gusta porque acerca la televisión pública a gente joven que estaba desconectada de la televisión en general como formato y no te digo ya de la televisión pública.

¿Pero?

Pero tampoco me parece muy sano que el país tenga otra grieta más con la que dividirnos sobre si Broncano o Motos, sabiendo que hay intencionalidades políticas distintas detrás de cada uno de los de los protagonistas. A mí siempre me han gustado los programas de humor de todas las orientaciones, porque creo que el sentido del humor tiene que empezar por saberse reír de uno mismo. Y luego te puedes reír de cosas que pasan a otras personas.

Denis Itxaso en su entrevista con este periódico. Leire Martín