España necesita unas elecciones generales. Si bien aquí, en Euskadi, estamos muy entretenidos hablando de operaciones empresariales muy interesantes, esta misma semana hemos informado de Uvesco, de Vicinay o de Ibermática, y antes de Talgo, es momento de recordar el viejo aserto que dice que las empresas necesitan certezas.
Las empresas necesitan certidumbre, claro que sí, para que los mercados no zarandeen la economía, para que el empleo esté más garantizado y también para que ese tipo de operaciones de arraigo se lleven a cabo.
Mientras en Euskadi nos dedicamos a estas cosas, otros a hacerlas y nosotros a contarlas, en toda España nos encaminamos hacia las elecciones generales. Creo que Pedro Sánchez tiene que dar el paso y convocarlas cuanto antes.
Más allá de las manifestaciones -para mí absurdas- que ha montado el PP para este domingo o más allá de las críticas feroces o desmesuradas, la realidad es que el Gobierno central está sin mayoría en el Congreso de los Diputados tras el último movimiento de Junts. Y, además, está asediado por casos muy relevantes de corrupción.
Ábalos y Koldo han encendido un ventilador de mierda que está manchando la política nacional permanentemente. Erosiona a la política en sí misma, genera desafección y enloda por completo el debate
Ya vimos la discutida y discutible condena del fiscal general del Estado. O todas las ramificaciones, también vascas, del caso Cerdán. Pero esta semana ha estallado otra vez y ha brillado más que nunca la corrupción que afecta a José Luis Ábalos y Koldo García, que acaban de ir a la cárcel.
Ambos encarcelados han encendido el ventilador lanzando informaciones relevantes y preocupantes. Hemos visto la supuesta reunión con Otegi que unos desmienten y otros confirman; las acusaciones de Ábalos sobre el rescate de Air Europa que incluye la posible implicación de la esposa del presidente del Gobierno o sobre la filtración de información reservada; la tesis de Koldo sobre la utilización espuria de dinero en las primarias de 2017...
Se trata, por decirlo claro, de un ventilador de mierda que está manchando la política nacional permanentemente. Erosiona a la política en sí misma, genera desafección y enloda por completo el debate.
Por tanto, el Gobierno no puede legislar y el debate público está contaminado. Sólo se habla de escándalos de corrupción: unos muy graves, otros sólo presuntos, otros que parecen mucho pero acabarán en nada, etcétera. Unos escándalos que sólo generan incertidumbre también en la economía.
Por encima de la ideología o las simpatías de cada uno, es evidente para mí, por todo lo dicho, que Sánchez tiene que convocar elecciones generales. Para que los ciudadanos de Euskadi y de toda España hablen y decidan qué pasa con este país.
Pase lo que pase, porque las encuestas hoy no son muy fiables, será un combate interesante. Doy por hecho que se celebrará en 2026. Pero está claro, insisto, que el debate público no puede seguir así.
Lo mejor es que decida la gente. Las elecciones generales, gane quien gane, son necesarias para que vuelva cuanto antes las certezas para la economía, el empleo y las empresas de Euskadi y de toda España.
