Torre Satrústegi / Wikipedia

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Rutas de Euskadi

Parece Irlanda pero está en San Sebastián: así es el castillo habitado por seis generaciones más curiosos de Euskadi

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Euskadi es una comunidad autónoma rica en historia y tradición, donde cada rincón cuenta una parte de su legado. Desde los vestigios prehistóricos en cuevas como Ekain o Santimamiñe, hasta la arquitectura medieval de ciudades como Hondarribia y Laguardia, esta región destaca por su patrimonio cultural único.

Además, las tradiciones vascas, como la música, la danza, y la lengua euskera, se conservan vivas y forman parte esencial de la identidad de su pueblo, ofreciendo a locales y visitantes un viaje al pasado lleno de significado.

Euskadi no solo impresiona por su historia, sino también por sus paisajes y arquitectura que transportan a otros lugares del mundo. Los viñedos de la Rioja Alavesa evocan los campos de la Toscana, mientras que el Puente Colgante de Bizkaia recuerda las grandes obras de ingeniería europea del siglo XIX.

El Castillo vasco que te evoca a Irlanda

En la ladera del monte Igueldo, dominando la Bahía de la Concha y envuelta por un entorno de ensueño, se alza la Torre Satrústegi, una joya de la arquitectura ecléctica de finales del siglo XIX.

Este castillo, con su apariencia romántica y reminiscencias del “Old English Style”, ha sido hogar de seis generaciones de una de las familias más influyentes de Euskadi, según recoge el Diario Vasco. Su evocadora presencia, cubierta en gran parte por hiedra, hace que se mimetice con el bosque que la rodea, evocando los paisajes verdes y nostálgicos de Irlanda.

Construida entre 1883 y 1885, la Torre Satrústegi fue concebida como residencia de verano para Joaquín Marcos de Satrústegui, un hombre de negocios ennoblecido por Alfonso XII y vinculado a importantes proyectos empresariales de la época.

El edificio, realizado en piedra arenisca y coronado por cubiertas de pizarra, se estructura en una planta rectangular con un cuerpo central de fachada plana, flanqueado por dos torres hexagonales que le confieren su característico aire de castillo. Las almenas que coronan estas torres refuerzan su estilo historicista, mientras que su emplazamiento estratégico frente al mar potencia su carácter romántico y majestuoso.

El interior de la torre es igualmente cautivador. La distribución se organiza alrededor de una luminosa escalera central cubierta por un amplio lucernario. Entre las estancias principales de la planta noble destacaban la biblioteca, el comedor, el salón chino, el billar, la capilla y una "serre" o invernadero. Estos espacios, decorados con maderas nobles y ricos empanelados, reflejaban el lujo y la sofisticación de la época.

El jardín que rodea la torre, diseñado por el paisajista francés Pierre Ducasse, es otra de sus maravillas. Este mismo equipo fue responsable del diseño del Palacio de Miramar, y su intervención realza la belleza natural del lugar con praderas, rotondas y caminos que se entrelazan armoniosamente con la flora autóctona. Aunque en su origen abarcaba 12 hectáreas, hoy en día el jardín es más reducido, pero aún conserva su esencia señorial.

En la actualidad, la Torre Satrústegi se encuentra en una situación delicada. Adquirida en 2017 por el empresario Víctor Madera, su mobiliario histórico fue subastado en 2019, dejando el edificio vacío, según recoge Áncora San Sebastián.

Además, un incendio reciente y el riesgo de ocupaciones amenazan con deteriorar esta pieza clave del patrimonio donostiarra. Declarada Bien Cultural de Protección Especial, su rehabilitación es urgente para preservar no solo su arquitectura, sino también la historia que ha albergado durante más de un siglo.

La Torre Satrústegi, con su encanto irlandés y su protagonismo en la Bahía de la Concha, sigue siendo un emblema de San Sebastián, un lugar que merece ser redescubierto y protegido para las generaciones futuras.