En Euskadi no se registran habitualmente castillos-palacio imponentes como los de otros países europeos, aunque sí existen fortalezas medievales asombrosas y dignas de visita. Entre ellas sobresalen el Castillo de Butrón, así como el Castillo de Muñatones o el vizcaíno Torrebillela, uno no tan conocido pero precioso.
Así, el territorio vasco guarda decenas de construcciones medievales que antiguamente fueron residencias de familias adineradas. Un lugar en el que la arquitectura siempre ha sido clave para entender la identidad vasca.
Torrebillela, un imprescindible
Torrebillela, ubicado en la localidad vizcaína de Mungia, no es menos importante que el resto de castillos más populares de Euskadi. Esta hermosa fortificación de origen medieval es el edificio de arquitectura civil, como expone la web del Ayuntamiento de Mungia, "más antigua del municipio".
Esta se ha mantenido con variados cambios hasta hoy día y este ha sufrido varias transformaciones. "Parece que el edificio original fuese una sencilla torre de piedra, sin ornamentación, de cinco pisos de altura, que se emplearía tanto para la defensa como para vivienda", añade la web.
Pero es a finales del siglo XV o cuando inició el siglo XVI cuando recibió su primera remodelación y dejó de lado su forma de bloque compacto o cúbico, "rematado por un friso de almenas y merlones, que a su vez sujetaban el tejado a cuatro aguas; rodeándose todo el edificio por una pequeña muralla".
En el año 1852 tuvo una gran transformación y se volvió el edificio que hoy todo el mundo conoce con su torre original y un palacio que "envuelve por tres de sus caras". La torre se reestructuró por completo con sus cinco plantas "en cuatro más altas y espaciosas".
El castillo.
Los vanos irregulares de la fachada "dieron paso" a grandes ventanales de estilo neogótico muy bien ordenados, pero "se mantuvo el almenado que tanto carácter da a la construcción".
El palacio, por su parte, fue del neoclasicismo en la "ornamentación de los accesos y ventanas, a medio camino entre lo gótico y lo renacentista", pero este demuestra guardar una "tendencia ya claramente historicista".
En la actualidad, en la fachada se pueden ver los restos del antiguo acceso principal, tal vez "dotado de una escalera exterior de piedra". En cambio, en la parte derecha se observa la jamba de otro de los vanos, este "adintelado", y huellas de otros vanos en otras zonas.
"El piso residencial abarcaba en origen casi la mitad de la altura total de la casa. Evidentemente, esto dificultaba su iluminación y aireación de su zona superior, por lo que se abrieron allí algunas pequeñas ventanas apuntadas, que hoy se corresponden con la parte alta de la planta segunda", apunta.
