Ni pena ni gloria. La consejera de Salud del Gobierno vasco, Gotzone Sagardui, tuvo que asumir que el protocolo de vacunación de sanitarios ordenado por su Departamento fue un error del que se sienten "responsables". El conocimiento de que dos ex altos cargos del PNV que dirigían los hospitales de Basurto y Santa Marina se vacunaron antes de que en teoría los correspondiese ha destapado que no había directrices claras ni concretas y que cada hospital y cada OSI, las comarcas en las que se divide la gestión de Osakidetza, ha interpretado los dos escasos folios enviados por Salud como buenamente han podido. Y en ese agujero de la gestión, en esa falta de una guía clara y trabajada de lo que cada uno tendría que hacer, se han abierto rendijas por las que se han colado, con conocimiento del error o no, los dos directores mencionados, algunos sindicalistas, cuatro curas y dos empleados del 'vending' de Santa Marina, por lo menos.
El origen de este galimatías está en la falta de previsión y de acción del departamento de Sagardui. Tal y como informó 'Crónica Vasca', la información para planificar la vacunación de los sanitarios eran dos folios con instrucciones vagas y nada precisas que se enviaron a cada organización dentro de Osakidetza sin más indicaciones. De esta forma, cada centro de vacunación ha actuado según ha entendido e intentando aprovechar el mayor número de vacunas posibles.
La prueba de cada centro ha hecho lo que ha podido por carecer de instrucciones concretas está no solo en la vacunación de personal no sanitario en Santa Marina o de la dirección en Basurto. La noticia que este jueves publica 'Crónica Vasca' de que en este mismo hospital bilbaíno se puso un cartel para que los sanitarios se apuntasen voluntariamente a la vacunación es otra muestra de la falta de estrategia a la que se han tenido que enfrentar los sanitarios.
El Gobierno vasco ha ocultado esta falta de concreción y ha preferido centrar el foco mediático en los dos directores de Basurto y Santa Marina, cesado y dimitido respectivamente, que se vacunaron antes de que les correspondiese. Es verdad que la gestión de Basurto ha sido nefasta. Además de colgar el mencionado cartel, el director decidió por su cuenta y riesgo vacunarse con unos viales que teóricamente, y a pesar de la escasez global de inyecciones, sobraban. Pero el caso de Santa Marina es diferente. Allí, el propio Departamento de Salud es quien envía más viales de los necesarios y el hospital decide, erróneamente, pinchar a todo el personal e incluso a quien no es personal y 'pasaba por allí'. Por lo tanto, allí se producen dos errores: primero, del Departamento, al mandar más vacunas de las necesarias en lo que es una clara muestra de pésima gestión y planificación. Después, del propio hospital, que vacuna al 100% de los sanitarios cuando la recomendación es no hacerlo a más del 33%.
Problemas en otros lugares
Las vacunas inyectadas de forma irregular a personal que no le corresponda no se ciñen a los dos mencionados hospitales. La directora de Recursos Humanos de Osakidetza, Pilar Uriarte, "ha reconocido estas ineficiencias" durante una comisión corporativa celebrada este martes por la tarde con la mesa sectorial vía videoconferencia, comprometiéndose a "modificar los criterios de vacunación" del personal sanitario desde el departamento de Salud, para reajustarlos a un criterio "con mayor rigor profesional y científico", según han confirmado a 'Crónica Vasca' fuentes presenciales en esta comisión. Es en este marco generalista y falto de precisión en los criterios fijados por el departamento de Salud, según estas mismas fuentes, de donde parte "el descontrol" que se ha venido dando en varios hospitales vascos, no solo en los de Basurto y Santa Marina. Ese descontrol no ha impedido que una buena parte de los sanitarios haya sido vacunado, pero sí que no se haya hecho con el orden y el rigor que requiere una situación en la que la vida de muchas personas está literalmente en juego.
Las prisas, la escasa información recibida, la falta de personal, el cansancio del mismo tras un año de pandemia, la movilidad y la interinidad dentro de Osakidetza han hecho el resto. Llamadas a personal que estaba prejubilado para inyectarle. Vacunaciones a liberados sindicales, de los que alguno ya ha dimitido, que no están en primera línea. Pinchazos a médicos que están en administración mientras que otros que están en los centros hospitalarios no han sido protegidos y un pequeño reguero de incorrecciones fruto de la improvisación que se deriva de dos folios bajo los que se ha escondido la consejera de Salud en la comisión parlamentaria, y que han provocado que el lehendakari haya tenido que pasar "pena, dolor y rabia".