Los meses de verano son meses de fiestas patronales en multitud de lugares de la geografía vasca. Unos lugares festivos que se han convertido, una vez más, en sitio para mensajes y actos en apoyo a ETA y a los presos. Algo que han denunciado las víctimas que vuelven a expresar su malestar con estos episodios que suponen tanto dolor para ellas. Colectivos como Covite, la Fundación Fernando Buesa o Ego Non llevan alertando todas estas semanas de estos episodios y de la "utilización del espacio público por parte de la izquierda abertzale". Además, señalan a las instituciones públicas, especialmente los Ayuntamientos, y al silencio que hay desde las mismas. Las únicas palabras hasta el momento han venido desde el Gobierno vasco. El consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, ha incluido estos actos dentro de la "libertad de expresión", pero asegurando que "todo tiene sus límites".
Bilbao, Vitoria, San Sebastián, Hernani, Portugalete, Ibarra, Llodio, Plentzia... la lista de localidades vascas en las que se han desplegado estos carteles, pancartas o actos es muy larga. De hecho, en algunas de ellas, estos actos estaban enmarcados dentro del propio programa de fiestas. Y si ha habido un lugar por excelencia para estas expresiones han sido las txosnas: fotografías de presos, carteles pidiendo su liberación -algunos cumpliendo condena por asesinato- concentraciones o incluso anagramas de ETA cambiando el hacha por una escoba en las txosnas de Bilbao. Y muchas de ellas organizadas por Ernai, las juventudes de Sortu.
"La población europea más radicalizada"
De hecho, dentro de las muchas denuncias de estas semanas de Covite, hay una en particular hacia el Ayuntamiento de Vitoria por la concesión de una subvención de 56.000 euros a las txosnas para el "desarrollo de programas festivos cultuales". Para la presidenta de este colectivo, Consuelo Ordóñez, las instituciones no están haciendo todo lo que deben: "Están obligados a una mayor diligencia porque de ellos depende la educación de nuestros jóvenes. Y está comprobada la complicidad que muchos docentes de institutos y de nuestras universidades tienen en el adoctrinamiento de nuestros jóvenes". Ordóñez asegura que "somos probablemente la población europea más radicalizada" y por ello se dan estos actos en los espacios públicos.
Unas situaciones que cada vez que se repiten no despiertan la queja de nadie más allá de los propios colectivos de víctimas. Para la hermana de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA, la sociedad lleva toda la vida normalizando el paisaje de la violencia en Euskadi y Navarra. "Hay que señalar con nombres y apellidos a los responsables, ha existido un partido y sigue existiendo, que han sido los conseguidores y justificadores oficiales de ETA, ellos son los primeros responsables de que se siga con el paisaje de la violencia. Y después de ellos las instituciones que no se toman en serio un problema que es un peligro y pone en riesgo nuestro futuro de paz y convivencia y lo que es más importante poder impedir que la historia vuelva a repetirse. Terminamos con los ongi etorris y ahora nuestro objetivo es acabar con la presencia asfixiante de ETA en nuestras calles y el culto a la violencia y los que la ejercieron", señala Ordóñez.
Silencio frente a estos episodios
Para la plataforma civil Ego Non, lo que se está viendo estas semanas no ha sido ninguna sorpresa. Para el impulsor de esta plataforma, Óscar Monsalvo, "es la misma situación que llevamos viendo y aceptando desde hace décadas". Él considera que estas situaciones "no molestan, porque se ha decidido que es mejor no molestar, no crispar. Las palabras del alcalde Aburto al inicio de las fiestas fueron muy claras: esperaba que “la convivencia fuera la verdadera protagonista”. Y ahí estamos, conviviendo con el anagrama de ETA, con las exigencias de amnistía, con los mensajes de agradecimiento y con las fotos de etarras en El Arenal y el Arriaga mientras lo pasamos bien".
Y también reflexiona sobre ese silencio por parte de la sociedad que se convierte en mera espectadora de estos episodios. "No hay una denuncia real, en la calle y en las instituciones, para “desnormalizar” todo esto. A nadie se le ocurre plantarse delante de estas comparsas para denunciarlo, porque sabe que tendría que salir corriendo. Desde algunos sectores se ha querido vender la idea de que las cosas han cambiado mucho, se ha llegado a decir incluso que la presión social acabó con los homenajes a etarras, pero son discursos triunfalistas que duran unos días. Al final la realidad se impone y esos mensajes quedan como lo que son: mentiras interesadas", explica Monsalvo.
Desde el Gobierno vasco, Josu Erkoreka ha sido el único que se ha pronunciado al respecto sobre este asunto y ha asegurado que su departamento no ha recibido ninguna denuncia oficial pero si "quejas indirectas de personas concretas". Para el consejero de Seguridad, estos actos estaría dentro de la "libertad de expresión", pero asegurando que "todo tiene sus límites". Desde la delegación del Gobierno, a preguntas de este periódico, aseguran que por el momento "no tienen previsto hacer declaraciones". Al igual que tampoco ha habido una respuesta desde el Ayuntamiento de Vitoria.