Sociedad

El covid persistente: una enfermedad que ha convertido la vida de muchos en pesadilla

Los enfermos de covid persistente en Euskadi exigen tratamientos específicos y unidades especializadas, además de recordar que el virus sigue presente

7 abril, 2023 05:00

El 14 de marzo de 2020 se decretó el estado de alarma en España. Por delante nos esperaban meses de confinamiento, muertes, incertidumbre ante un virus desconocido y miedo. Quién nos iba a decir que, después de todo lo vivido, veríamos un rayo de luz al final del túnel. Aunque, al parecer, ese rayo de esperanza nos ha cegado demasiado. Miramos hacia otro lado y hemos olvidado o, más bien, no queremos recordar todo lo ocurrido y que todavía, aunque en menor medida, el virus sigue presente. Tampoco podemos olvidar a aquellas personas que han quedado afectadas y que padecen secuelas desde que contrajeron la enfermedad, aquellos que sufren covid persistente. Piden por favor que “no se les olvide, ni se les deje de lado”.

Por este motivo, surgió en septiembre de 2021 en Euskadi la Asociación Long Covid Euskal Herria que, hasta el momento, había sido un colectivo de pacientes que se unió en junio de 2020 al ver que, tras pasar la enfermedad durante la primera ola, los síntomas no remitían y tampoco remontaban. Una asociación que lucha contra el sentimiento de abandono e inquietud ante la falta de respuestas y avances. Ofrecen varios servicios como asesoramiento legal, talleres terapéuticos o cuentan con acuerdos con centros de rehabilitación, entre otros.

Desde la asociación advierten de la importancia de que la sociedad sea consciente de que el virus sigue ahí, que todavía mata a gente o que puede dejar secuelas muy graves, incluso a gente joven y sana. “A la gente se le está diciendo que ya no hay virus, no podemos negar la realidad. La gente nos mira a los que llevamos mascarilla como apestados, yo no quiero coger más carga viral porque bastante chafada estoy”, indica Isabelle Delgado, afectada y presidenta de la Asociación Long Covid Euskal Herria. 

La asociación ofrece asesoramiento legal o talleres terapéuticos, entre otros servicios / LONG COVID EUSKAL HERRIA

La asociación ofrece asesoramiento legal o talleres terapéuticos, entre otros servicios / LONG COVID EUSKAL HERRIA

La asociación ofrece asesoramiento legal o talleres terapéuticos, entre otros servicios / LONG COVID EUSKAL HERRIA

La mayoría, mujeres 

Aunque no existe un registro oficial —algo que los afectados piden desde el principio—, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 65 millones las personas que padecen covid persistente en el mundo. En España, en junio de 2022, ya se cifraban en 500.000 y en Euskadi se calcula que rondan entre las 3.000 y las 4.000.

La mayoría de los afectados son mujeres —alrededor del 80%— y en Euskadi la edad media de quienes lo padecen se sitúa entre los 48 y los 56 años. “Los hombres tuvieron los cuadros más severos y eso les llevó a la hospitalización e incluso a la muerte. Sin embargo, las mujeres tuvieron una respuesta del sistema inmunológico más desarrollada y no fue tan necesaria la hospitalización. La mayoría de las que están mal ahora, no estuvieron en UCI durante la primera ola y actualmente están peor que gente que sí lo estuvo, pero que recibió tratamiento”, explica Isabelle Delgado.

Los más perjudicados son quienes contrajeron la enfermedad durante la primera ola “porque la variante inicial fue la más peligrosa y hubo más carga viral”. Pero también se debe —señala la presidenta— a la persistencia viral, ya que el SARS-CoV-2 crea reservorios que se mantienen en el cuerpo. No contagian, pero no eliminan la enfermedad por lo que el virus sigue dentro del cuerpo y toda la persistencia viral es la que daña el organismo. “No he visitado más al médico en mi vida que en estos últimos tres años”, cuenta.

Al contrario de lo que muchos creen, los síntomas del covid persistente van más allá de los respiratorios, existen desde cardiológicos o neurológicos, hasta digestivos o dermatológicos. En el caso de Isabelle —una mujer activa y sin patologías previas— su sistema nervioso es el que se ha visto dañado, le produce mucho cansancio y, por ahora, cojea de la pierna izquierda. “Te levantas con menos energía que la gente y con ese porcentaje tienes que tirar todo el día, pero no tienes suficiente. Yo me noto cada vez peor”, lamenta. 

Los síntomas son variados, desde respiratorios, hasta  cardiológicos o dermatológicos / GETTY IMAGES

Los síntomas son variados, desde respiratorios, hasta cardiológicos o dermatológicos / GETTY IMAGES

Luchar por la incapacidad

A todo ello se suma que, pese a la situación en la que viven, conseguir la incapacidad supone pasar por un proceso “largo y complicado” y son muy pocos los que la han logrado. Tienen que estar, al menos, un año de baja y que Delgado sepa, a solo una persona le han otorgado la incapacidad permanente de gran invalidez —la máxima que existe— y es a una gallega, miembro de la asociación que, con tan solo 39 años, va en silla de ruedas por la disautonomía que padece. “No puede tenerse de pie. Es como si hubieras bebido sin haber bebido, la sensación es de estar ebria”, relata. 

Otro reciente caso es el de un celador de Bilbao, al que le otorgaron la incapacidad permanente absoluta. La fatiga, mareos, insomnio, taquicardia o deterioro cognitivo hacían incompatible llevar a cabo un rendimiento laboral óptimo, por lo que la sentencia afirmaba que “el trabajador está afectado de una incapacidad permanente absoluta derivada de accidente de trabajo”.

Un tratamiento específico para los enfermos

Los afectados piden más investigación, un protocolo sanitario unificado, un tratamiento específico y unidades especializadas con profesionales formados sobre este asunto. “Me reuní con Gotzone Sagardui y Mikel Sánchez y se comprometieron en diciembre a dar formación a todos los médicos porque no saben qué hacer y, en ocasiones, sabe más el paciente porque se ha informado. El médico te puede alargar la baja, pero llega un momento que ya no puede más porque no es de su competencia”.

Respecto al tratamiento, más de lo mismo, necesitan uno específico para sus necesidades. “Nos dan inhaladores, antidepresivos, corticoides, etc. para paliar un poco los síntomas, pero son solo parches”.