Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas, pero pueden ser mejores. Pasa con secuelas cinematográficas, algunas ex parejas y también con los objetos. El ser humano vive rodeado de artículos creados para hacerle la vida más fácil hasta que un día empiezan a estorbar. Lo habitual suele ser tirarlos a la basura o intentar hacer negocio a través del Wallapop de turno. Luego, vuelta a comprar. Por suerte, en esta parte del mundo existe una fórmula que estira el chicle sin romperlo. Pura Economía Circular frente al círculo vicioso del residuo y del consumismo con piel de cordero. Es el nuevo Reutilizagune de Vitoria-Gasteiz.
Aquí se entregan, donan y recogen artículos de forma gratuita. Y está funcionando muy bien: solo en el primer mes, mil productos encontraron nuevo hogar. En realidad, el propio Reutilizagune ha iniciado una segunda vida. Tras varios años en las penumbras de un polígono industrial, el pasado 6 de marzo este espacio reabrió sus puertas en otro emplazamiento. Ahora es un local amplio, luminoso y cuidado en Benito Guinea, una de esas calles de barrio trabajador pegado al centro de la ciudad donde la vida borbotea. Los primeros días hubo colas. En las siguientes semanas, la cosa ha seguido animada y todo indica que abril cerrará con similar balance.
La ubicación y la estética han disparado la atención. Pero no ha sido solo eso. “Con el nuevo servicio queríamos superar la idea de simplemente deshacernos de lo que ya no usamos y conceder valor a los objetos usados”, subraya César Fernández de Landa, concejal de Planificación y Gestión Ambiental en el Ayuntamiento, manitas en casa. Esa filosofía, llevada a la práctica del Reutilizagune, se ha desplegado en dos líneas de actuación: por un lado, sistema de donaciones para los artículos con más jugo; por otro, taller de autorreparación.
3.000 euros en donaciones en un mes
Cuando el personal técnico detecta que un objeto lo merece, pasará a tener precio: entre 10 y 50 euros. Quien entrega el artículo elige, dentro de un listado rotatorio de proyectos solidarios seleccionados por el Ayuntamiento, aquél al que quiere que vaya esa cantidad simbólica. Y si alguien desea llevarse el producto, tendrá que pagar con tarjeta de crédito la cifra establecida: el dinero va directo a las asociaciones. “Eso sí, solo ponemos en donación el 10% de lo que entra, teniendo en cuenta el estado del producto, su antigüedad, qué tipo de objeto es dentro de una misma categoría y el coste de reciclarlo”, explica Ricardo Rodríguez, jefe de servicio.
El primer mes se recaudaron más de 3.000 euros en donaciones. “Es muy buena cifra, pero elpropósito no es hacer negocio, sino dar un valor a las cosas y evitar la picaresca”, apuntilla el concejal. Con el anterior servicio detectaron que bastante gente se llevaba objetos para ponerlos a la venta en las apps de segunda mano. “¡Lo decían ellos mismos, ni se ocultaban!”. El sistema actual quiere servir de acicate para frenar esta maniobra y, ya de paso, apoyar a asociaciones que trabajan en proyectos de cooperación dentro de Álava o para otros países. Ahora, las beneficiarias son Colombia-Euskadi con su iniciativa de liderazgos juveniles en Ibagué y Haaly Mular con un programa de acceso a la educación para niñas y niños de Guinea Conakry.
Reservas online y recogida in situ
Sobre esas bases, el funcionamiento general del Reutilizagune resulta de lo más sencillo. La ciudadanía puede entregar los artículos en las instalaciones de Benito Guinea o en los garbigunes de Gardelegi y de la Avenida de los Huetos previo registro en la base de datos del servicio. El personal técnico almacena, gestiona, repara, limpia, pone código QR a aquellos artículos que incluyan donativo y expone según considera. “En este tiempo le hemos dado tres vueltas a los productos. Rotamos y renovamos mucho. No queremos que se lo lleven todo de repente, esto no es El Corte Inglés. De hecho, ahora tenemos guardados bastantes voluminosos: una cama articulada, dos sofás grandísimos…”, cuenta Rodríguez.
Para la retirada de artículos en Benito Guinea, basta con presentar la Tarjeta Municipal Ciudadana o el DNI. Y la tarjeta de crédito en caso de que tengan valor solidario. También pueden consultarse los objetos a través de la web municipal o en www.reutilizagune.com. Además, dándose de alta en esta plataforma es posible reservar productos online con plazo máximo de recogida en 48 horas. “El sistema está cien por cien informatizado y va como la seda”, sostiene el jefe de servicio, “aunque ha costado que fuera tan redondo”.
Todo tipo de objetos, todo tipo de gente
El límite de productos que una persona puede llevarse al mes son tres gratuitos, cuatro sujetos a donación, o cinco si se trata de libros y cedés. Todo un chollo teniendo en cuenta las maravillas que alberga el Reutilizagune: bicicletas, ordenadores, lavabos, juguetes, sillas de ruedas, mesas, cunas, clásicos literarios y best-selles… en muy buen estado. “Las basuras de unos son los tesoros de otros”, apuntilla el jefe de servicio. “¡Pero mirad este carro de bebé, cómo se va a tirar
esto!”, exclama Fernández de Landa mientras una señora se aproxima con ávido interés.
El perfil del visitante es más variado de lo que, a priori y por culpa de los sesgos, cabría pensar. “Habrá quien crea que solo viene gente necesitada, pero ni muchísimo menos”. ¿Alguna señora de la calle Dato? “Las ha habido, sí. Porque no solo estamos dando valor a las cosas. También hemos intentado darle un valor al espacio a través de la ubicación y la estética, y esto se nota”, considera el concejal.
Además, las campañas de promoción de este servicio y las rutas itinerantes por los barrios de la ciudad han ayudado a romper barreras, alimentar la curiosidad y cambiar la percepción. Fernández de Landa recuerda que “cuando sacamos el Reutilizagune los días de buen tiempo, la acogida fue tremenda”. "Salió el 95% del producto”, asiente Rodríguez.
El placer y el valor de aprender a reparar
La satisfacción es evidente, aunque lo que la corona es la otra de las grandes novedades del servicio: el taller de autorreparación. Al fondo de las instalaciones hay un espacio abierto a la ciudadanía donde cualquier persona puede acudir, reserva previa mediante, con sus propios artículos para arreglarlos. Allí le espera asistencia técnica, “un manitas buenísimo”, y herramientas. Según explica el concejal, “queremos que éste sea un lugar de relación y de intercambio de conocimientos, de promoción de hábitos sostenibles, que fomente la valorización de los residuos”. “Y está yendo muy bien”, sostiene el jefe de servicio. “El otro día se arregló una máquina de coser y vino una pareja a montar unas velas de barco con telas”.
Además, dentro de esta zona hay una sala formativa donde se quieren ofrecer cursos temáticos periódicos sobre mantenimiento y reparación de determinados artículos. Todavía no se han abierto las inscripciones del primero, pero ya está diseñado. Será sobre ordenadores. “Aprenderemos a hurgar y descubrir fallos, si son de software o hardware, si hay que hacerle algo al sistema operativo… De manera que no tengas que comprarte un nuevo ordenador. Te va a tirar más tiempo, podrás ahorrar o, si quieres gastarte el dinero, que sea en chuletas”.
El jefe de servicio está contento. Se nota y lo dice. También Fernández de Landa, quien reconoce que el nuevo Reutilizagune ha sido, además de iniciativa de gobierno, una apuesta personal. “En el centro y norte de Europa hay tiendas que parecen de lujo y son objetos usados, pero aquí ha sido un concepto denostado. Había que darle valor y, a la vez, queríamos hacerlo sin ánimo de lucro”. El resultado ya está aquí: segunda mano de primera.