Niños de una tribu del Congo/ALFONS RODRÍGUEZ

Niños de una tribu del Congo/ALFONS RODRÍGUEZ

Sociedad

Xavier Aldekoa: “Reducir el Congo a la etiqueta de lugar oscuro, lleno de pobreza y de violencia, es un mal trabajo”

Xavier Aldekoa presenta Quijote en Congo tras su viaje por este largo río africano lleno de "duras experiencias"

1 mayo, 2023 05:00

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Navegarlo siempre había sido un sueño para él. Desde que era niño se había zambullido en mapas fijándose con detalle en aquella gran mancha verde en mitad de África atravesada por un río eterno, el río Congo. Sabía cada surco, recoveco, cada isla que había en los más de 4.700 kilómetros que forman parte de él y que engarzan Zambia, la República Democrática del Congo, la República del Congo y Angola; había leído autores y filósofos de aquella zona… Este río, una puerta abierta a una realidad poco explorada, y su navegación, se habían convertido para Xavier Aldekoa en una obsesión, en una adicción: “Estaba enganchado a él y todo lo que hacía gravitaba en torno a eso”; hasta que finalmente en 2022 consiguió hacerlo. 

No era la primera vez que este periodista especializado en África iba a el Congo, lo había hecho en otras doce ocasiones; pero sí la primera que lo hacía con el objetivo de volver a casa con sus aventuras plasmadas en un libro. Lo hizo, de hecho, acompañado de un ejemplar de El Quijote, y es por eso por lo que recibe este nombre su nuevo libro: Quijote en el Congo. Y, pese a que su preparación fue exhaustiva, confiesa que este ha sido uno de las experiencias más duras de su vida: “Una navegación de dos meses y medio por 4.700 kilómetros muchos de ellos catalogados como zona hostil, zonas de explotación minera o controladas por rebeldes…Habría sido injusto que este viaje no fuese duro porque si no, no habría sido real”. 

Admite que vuelve de él con “la sensación más aguda de haberme vaciado completamente pero a la vez, de estar pleno”, porque “se trata de viajar y de vivir con intensidad. Vivir experiencias que te hacen pensar que todo cuesta, que todo pesa, pero a la vez te hace ver que merece la pena hacerlo”. Una experiencia en la que el periodista tenía la sensación de que cada minuto era diferente y de una intensidad apabullante. Sufrió amenazas y sobornos a agentes, ataques de ratas, murciélagos y hormigas y convivió con centenares de personas en una sola barca; y a pesar de que todo esto le llevó “en mil ocasiones a tirar la toalla”, admite: “fui plenamente feliz”.

Xavier Aldekoa durante su viaje/PAU COLL

Xavier Aldekoa durante su viaje/PAU COLL

Las tinieblas y la luz del Congo

Momentos duros en los que “más desesperado estaba” pero en los que siempre aparecía algún congolés “que me echaba una mano y me empujaba a no abandonar”. Congoleses cuyo espíritu se ve reflejado en Quijote en el Congo. “Era algo que me preocupaba antes de ir porque yo sabía que me iba a encontrar cuestiones relacionadas con las tinieblas… Con la pobreza, la violencia o la explotación. Pero también quería acercarme a las personas y mostrar ese Congo que es luz, a través de artistas, médicos y filósofos. Personas que me llevo para siempre”.

“Muchas veces, cuando llegas a los lugares de destino, conseguir el reportaje o la mirada que llevabas desde casa es un fracaso porque la realidad no es siempre lo que tú creías que era. Se necesita parar y escuchar, y ver que la realidad es otra. Reducir al Congo a la etiqueta de lugar oscuro, lleno de pobreza y de violencia es un mal trabajo. El Congo es eso, y hay que denunciarlo, pero también en otras muchas cosas”, insiste. 

Y es que, en su viaje, se ha cruzado con activistas que se están dejando “literalmente” la vida contra la tala de árboles de la selva y por proteger sus bosques; con artistas que desde el escenario o desde sus poemas luchan por la democracia en su país o un Nobel de la Paz que podría vivir en Europa “ganando mucho dinero en conferencias” y están ahí, “recluidos en hospitales y amenazados de muerte por curar a mujeres violadas”, detalla.

Y esto es lo que Aldekoa quería plasmar en sus páginas:”La realidad de una manera más justa y honesta. Sabía que si solo contaba mi viaje no lo iba a conseguir, que iba a ser una experiencia que iba a rodear mi ombligo. Por eso sentí la obligación de mirar ese lado positivo y dejar que hablaron los congoleses, intentando coger de la mano al lector y que me acompañe en el viaje que yo viví”.

Río Congo/XAVIER ALDEKOA

Río Congo/XAVIER ALDEKOA

“Un río ajeno al resto del mundo”

El periodista ya había surcado y escrito un libro sobre otro río africano: el río Nilo, sobre el que escribe en Hijos del Nilo. Pese a la cierta ‘cercanía geográfica’, Aldekoa aclara: tanto los viajes como su resultado, los libros, se diferencian en todo: “El Nilo es un río abierto el mundo, al que las grandes civilizaciones de la historia, los grandes imperios, los faraones, los romanos o las grandes culturas de Etiopía, se acercaban porque era un imán para todo aquel que quisiese descubrir el mundo. Aristóteles, Platón, Tolomeo, Alejandro Magno, Napoleón… Todos los que querían ir un poco más allá de su mundo y explorar otras realidades acababan yendo a él”.

El Congo, sin embargo, “es una realidad totalmente distinta. Siempre ha sido un río ajeno al resto del mundo, que mantenía su aroma de misterio e inaccesibilidad. Un río de difícil acceso, rodeado por un océano de selva impenetrable y con un halo de peligro para los europeos por miedo a las enfermedades o a las tribus. Son dos ríos muy diferentes que reflejan la biosfera del continente africano”. 

Un congolés con un ejemplar de El Quijote/XAVIER ALDEKOA

Un congolés con un ejemplar de El Quijote/XAVIER ALDEKOA

Quijote en el Congo

Tiene claro que este viaje no habría sido posible sin sus 21 años de experiencia trabajando en el continente porque “me habría costado mucho más y habría gestionado mucho peor el error. Seguramente habría intentado hace un viaje más centrado en la aventura y no en los congoleses y esto habría llevado el viaje al fracaso”. 

Tampoco sin el ejemplar del Quijote que le acompañó durante todo el viaje, libro que había querido leer siempre. “Busqué un libro que tuviese ganas de leer y no lo hubiese hecho, y di con El Quijote. Me ayudaba en los momentos en los que no podía más. Recuerdo una vez en la que no podía dormir, después de un trayecto que tenía que haber sido una hora y fueron trece, en el que me había encontrado con militares, nos atacaron insectos, no teníamos agua para ducharnos y llevaba dos días sin dormir. Cuando por fin encontramos un sitio, encendí la linterna y me puse a leerlo. Después de dos días fue lo único que me sacó una sonrisa y me hizo pensar que mañana sería otro día. Fue un compañero de viaje, más que un libro”, explica. 

Confiesa que volverá a África seguro, “porque sigue habiendo muchas historias que contar y mucha gente dispuesta a contártelas”; el Congo es diferente, porque ese largo río que recorre África central marca y “se lleva parte de ti”. Porque a este periodista le ha cambiado la vida: “Fue tan intenso que mis amigos y familia me dicen que es el viaje que más me ha trastocado o cambiado. Aunque no habría sido justo salir indemne de un viaje así”.