La cuna del románico serrano es un tesoro natural, gastronómico y cultural, con picos de hasta 2.000 metros de altura, bosques de robles y sabinas. Burgos es, cada año, el destino que escogen muchos vascos, muchos de los cuales han visitado Santo Domingo de Silos ignorando que forma parte de la Sierra de la Demanda.
La influencia artística de Santo Domingo de Silos en la arquitectura de la Sierra es incuestionable. Sus iglesias porticadas son reflejo del pórtico que tuvo el monasterio antes de, tras la muerte de Santo Domingo, ser "re-edificado". Probablemente, los milagros atribuidos al paso del santo por la serranía en su destierro facilitaron la influencia.
Del románico en Silos destacan el claustro y algunas dependencias anexas, como sala capitular. No solo a nivel espiritual, Silos fue también muy relevante en términos comerciales debido a sus relaciones con los monasterios de Cardeña y Arlanza.
Unamuno fue uno de los ilustres huéspedes del monasterio en el que desde hace un año pueden alojarse mujeres. Nunca faltaron visitantes pero, en la década de los 90, el gregoriano fue el imán que llevó hasta Silos a miles de personas para escuchar a los benedictinos, que vieron cómo su canto llegó a ser número uno en las listas de venta. De ese éxito, hace ahora 50 años, fue "culpable" el musicólogo neilense Ismael Fernández de la Cuesta, maestro de coro en el momento de las grabaciones que dejaron pingües ganancias a las discográficas y escasos beneficios a los monjes, cuya intención era recaudar dinero para realizar distintas obras.
Las sorpresas de la sierra
Dos iglesias románicas conserva la villa de Neila. La renovada parroquial de Santa María, aunque mantiene su torre cuadrada, custodia menos testimonios de la época. Sin embargo, la de San Miguel salvaguarda la inscripción con la data más antigua del románico burgalés (1087), la pila bautismal, la base de la torre y el absidal completo.
Esta construcción se relaciona con otros edificios serranos como los de Vizcaínos o Jaramillo de la Fuente. Una de las mejor conservadas y equilibrada es la de Vizcaínos, ubicada en lo alto de una ladera. Fue, probablemente, en el siglo XII cuando maestros de los talleres del monasterio de Silos abrieron la galería porticada y levantaron la torre de San Martín de Tours.
Jaramillo de la Fuente, con su bien conservada iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, presume de uno de los más característicos ejemplos de la escuela de la Sierra.
En Jaramillo, al igual que en Vizcaínos y en buena parte de los pueblos de la Sierra de la Demanda, apenas viven todo el año medio centenar de personas que, a la escasez de transporte público, añaden los problemas de acceso a internet. Pese a ello, se afanan en cuidar y mantener su arquitectura popular.
Gran pórtico, que servía tanto para cobijar a los fieles como para reuniones, es igualmente el de San Esteban en Pineda de la Sierra, una localidad que conserva numerosas casonas, símbolo de la importancia que la ganadería trashumante tuvo en la zona.
A lo largo de los 1.400 km de longitud, en la Sierra de la Demanda se encuentran otras muestras de románico propio de los artistas de Silos. Riocabado, Tolbaños, San Millán de Lara y Lara de los Infantes son otros posibles templos a visitar. De los 371 municipios de Burgos, 39 pertenecen a la Sierra de la Demanda. En su recorrido se puede combinar el arte eclesiástico con visitas al Dolmen de Cubillejos, la ermita visigótica de Quintanilla de las Viñas, El desfiladero de la Yecla, el yacimiento arqueológico de Cuyacabras, las lagunas Glaciares o al yacimiento paleontológico de Mambrillas de Lara.
Gastronomía serrana
No deberías abandonar la comarca sin probar la contundente cocina serrana.
El ajo carretero, plato serrano por excelencia, ha bajado del monte para situarse en las mesas de muchos restaurantes de la zona.
Era y es contundente como para que carreteros y pastores, habituales pobladores de la zona, se sobrepusieran al frío del invierno y recobrasen fuerzas. La base de este plato, casi siempre único, es carne de oveja machorra cocida durante horas en un caldo de tomate, pimiento, cebolla y ajo. Lo curioso es que la carne se sirve sobre una hogaza de pan abierta bien empapada del caldo de cocción y se cubre con el sombrero del pan para evitar que se enfríen las piezas de falda, cuello y jarrete. Tras la carne, llega el momento de la sopa elaborada con el caldo y pan sobrante.
Una buena idea es acercarse al Mesón El Molino en Vilviestre a cuyo frente se encuentran 3 mujeres: madre y dos hijas.
Hasta hace no tanto, las setas y hongos de los bosques eran ignoradas. Hoy se han convertido en manjares que buscan o degustan cientos de personas en los restaurantes de esta España vaciada.
Entre la oferta gastronómica destaca también la Olla podrida, si es posible con alubia de Ibeas, cuya producción no cubre la demanda. Este cocido, acompañado de los "sacramentos" y un relleno de pan en forma de albóndiga o tortilla, es mencionado por Quevedo, Calderón, Lope de Vega o Cervantes, quien ponía a dar buena cuenta del mismo a Sancho Panza.
Aprovechar la visita a Pineda de la Sierra es la ocasión perfecta para comer este plato. Puede hacerse en La Casona, hospedaje y restaurante defendido por la segunda y tercera generación de cocineras que siguen meticulosamente las recetas de madres y abuelas. Carne de vaca, caza y setas de la zona son otros platos que llegan a las mesas.
Alojamiento
Salas de los Infantes puede ser un buen punto de partida para recorrer parte de la Sierra de la Demanda, donde las estaciones marcan la ocupación. Pasado septiembre, son los cazadores o los seteros quienes dan el relevo a los veraneantes. Es frecuente, como ocurre en el hotel Las Dehesas de Costana, que parte de la comida que se sirve provenga de la huerta del establecimiento. Km 0 al extremo.
Otra opción, si se quieren visitar los Lagos de Neila, es alojarse en Villaneila, que repite esquema km 0. Elaboran mermeladas, venden huevos de las gallinas que crían, colaboran con la venta de jabones artesanos o miel de productores cercanos. Admiten autocaravanas.
El de la Sierra de la Demanda es un paseo que se puede prolongar tanto como lo haga la curiosidad del viajero: castillos, torres, iglesias, monasterios, yacimientos, senderos, rutas y lagos juegan con la naturaleza al escondite.