La sabiduría popular sostiene que “del dicho al hecho hay un trecho”. En psicología lo llaman “brecha entre la intención y la acción”: todas esas cosas que aseguramos que llevaremos a cabo, o nos convencemos de que ya las hemos puesto en marcha, y finalmente resultan quedar en agua de borrajas. Pasa en cualquier ámbito de la vida, también en ese asunto tan candente y de extrema necesidad que es la reducción y correcta separación de basuras. El Observatorio de Residuos de Álava, herramienta pionera en el Estado por su capacidad de ser mucho más que un simple inventario, ha dibujado una radiografía de lo más elocuente.
Los resultados del primer Ecobarómetro, que es como se llama el recurso impulsado dentro del Observatorio para conocer la percepción de la ciudadanía en materia de residuos, ponen el dedo en la llaga. Según la encuesta, un 93% de los alaveses considera “importante o muy importante” para el cuidado del medio ambiente la separación de restos en casa. Al 85% le parece disponer de información adecuada para colocar cada desecho doméstico en el cubo correspondiente y más de la mitad dice hacerlo (hacerlo bien) por lógica. Asimismo, entre el 80% y 90% de las personas sondeadas afirma que es una tarea de lo más habitual en su día a día. Y sin embargo, al analizar la realidad en vertederos y bolsas, algo no cuadra.
El inventario de 2022, el último del que dispone el Observatorio, concluye que la tasa de reciclaje en Álava es hoy en día del 37%. Por otro lado, los informes de caracterización, labor que consiste en abrir bolsas de basura y hurgar en su interior, han revelado que la mitad de los residuos de los contenedores de fracción resto corresponde a material orgánico. “Por tanto, algo pasa entre lo que pensamos y lo que hacemos. Y si no es por poca o inadecuada información ni por falta de sensibilidad, tal y como nos dice el Ecobarómetro, ¿por qué?”.
La pregunta la ha lanzado hoy Eva Díaz de Arcaya, Jefa de la Sección de Prevención Ambiental de la Diputación, durante las jornadas “Calidad de Vida, medio ambiente y hábitos de reciclaje” organizadas por la institución foral en la UPV de Vitoria-Gasteiz. Se trata de un foro de encuentro, aprendizaje e inspiración que concluye mañana y ha reunido a ponentes nacionales y técnicos locales con mucho que decir. El programa incluye mesas redondas, presentaciones de buenas prácticas a cargo de las siete cuadrillas alavesas y dinámicas participativas con las que reflexionar sobre las rutinas domésticas y plantear nuevas soluciones.
Una herramienta para “generar conocimiento, construir entre todos y poner en común inquietudes”
Además, las jornadas están permitiendo descubrir el trabajo del Observatorio de Residuos Urbanos desde que en febrero de 2022 inició una nueva etapa con cambios filosóficos y prácticos. Como ha explicado Díaz de Arcaya, “esta figura ya existía dentro del plan de residuos anterior, pero se limitaba a contar residuos, cuántos generamos los alaveses y cómo se tratan, y hacer seguimiento”. Durante la redacción del Plan de prevención y gestión 2017-2030, ahora vigente, llegó el salto. “Nos dimos cuenta de que hacía falta algo más, necesitábamos contar con una herramienta en torno a la cual generar conocimiento, poner en común preocupaciones y poder construir entre todos los agentes interesados, favoreciendo la difusión de información técnica y académica”.
El Observatorio quedó identificado como la acción número 15 del nuevo Plan, y desde que se puso en marcha hace ahora ya casi dos años no ha parado. El equipo es fundamentalmente técnico, sin injerencias políticas que valgan. Hay representantes del departamento de Medio Natural, personal de las siete cuadrillas, la UPV y un servicio de asistencia especialista en todas las ramas de la ciencia ambiental y en participación ciudadana.
Su trabajo se estructura en torno a cuatro documentos técnicos. Dos ya venían de la época anterior y tienen periodicidad anual: el inventario, que ofrece esa fotografía a nivel local y territorial de la generación y tratamiento de residuos en Álava, y el informe de seguimiento. Los otros dos son las novedades y volverán a actualizarse en 2026: la caracterización, que en este tiempo ha sido clave para identificar la necesidad de centrar esfuerzos en el reciclaje de restos orgánicos; y el ecobarómetro, que ha permitido visibilizar la brecha evidente entre la intención y la acción de la ciudadanía en el arte del reciclaje. Datos imprescindibles para repensar acciones y cambiar inercias.
Experiencias de éxito más allá de la capital
A todo eso hay que sumar, porque ahí también está la clave del Observatorio, los encuentros de las siete cuadrillas alavesas. Hay tres reuniones fijas al año, más las que puedan surgir por cuestiones puntuales y unas cuantas acciones formativas para estar al día de todo lo que se cuece en materia de residuos. Según la Diputación, las comarcas han encontrado en el Observatorio una ventana a la que asomarse y romper con esa rutina tan de puertas para adentro, sin tiempo de descubrir qué hace el vecino, pero también para empoderarse frente a la alargada sombra de la capital. “Vitoria-Gasteiz concentra el 75% de la población y de los residuos de toda la provincia”, así que cualquier decisión que adopte condiciona el retrato territorial.
Precisamente las cuadrillas han presentado hoy, durante el evento, experiencias prácticas, innovadoras y exitosas en materia de reciclaje. Un ejemplo: Rioja Alavesa implantó el puerta a puerta para compostaje en 2021, concretamente en la localidad de Kripan, y la tasa de reciclaje se ha disparado hasta el 82%. Un éxito indiscutible que ha llevado a probar la experiencia en Elciego. “Eso sí, hay muchas soluciones y maneras de hacer la recogida, lo que funciona para una localidad quizá no sea lo más adecuado para otra”, ha matizado Díaz de Arcaya.
Experimentar da miedo, los cambios cuestan y no siempre arrojan los mejores resultados, pero alcanzar las directrices europeas en reducción y reciclaje de residuos exige hacer cosas de otra manera. O, al menos, empezar a hacerlas. El Observatorio ya está en ello, dicen quienes están dentro, como una figura “integradora y generadora de conocimiento” dispuesta a divulgar con todos los medios disponibles, activar conversaciones diversas e identificar las acciones que permitan cerrar esa brecha entre la intención y la acción. Muchos ojos y manos para superar viejos dichos y abordar el que es, sin duda, uno de los grandes retos verdes.