Lo más importante para las familias en Navidad, además de reunirse con los familiares, son los mercados, las luces navideñas, las comilonas y los dulces tradicionales. Decenas de mesas de españoles se llenan de estos postres en estas fechas tan señaladas para avivar el espíritu navideño.
Turrones, bombones, polvorones y mantecados. Nada de esto puede faltar para disfrutar de uno de los festivos más esperados del año. En España, los mantecados llevan siendo toda una tradición desde el siglo XVI, cuando se produjo un exceso de trigo y de manteca de cerdo. De origen andaluz, estos postres navideños se produjeron en el convento de monjas clarisas en el pueblo de Estepa, Sevilla.
El convento de Santa Clara, de 1599, alberga un archivo de 1780 que registra cómo las monjas encargaron a un vecino que les comprase unas cuantas arrobas de azúcar, libras de canela y fanegas de cacao. Aunque la autoría es de una vecina que realizaba matanzas de cerdo, Micaela Ruiz, y que aprovechó la manteca sobrante y derivada de este, en el siglo XIX, para originar el dulce.
El mantecado viajó a otras áreas por su marido, que se encargaba de llevar productos de un lugar a otro. Desde entonces, la elaboración de los postres navideños, como el polvorón y el mantecado, no tardó en expandirse hasta conseguir 120 obradores en el pueblo. Actualmente, la más antigua es la fábrica de los herederos de La Colchona y hay 22 en la zona. Estepa se dedica a producir el 95% de los mantecados y polvorones del Estado.
Mantecados Felipe II
Pero, realmente, ha sido en Vitoria donde se ha producido el mantecado más antiguo de España, registrado, así, por la oficina de patentes y marcas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Se trata del mantecado referente en Navidad, Felipe II, nacido en la confitería Blancanieves Tejedor.
Una historia que se remonta al siglo XVI, momento en el que el Conde de Benavente se los mostró al rey Felipe II y a Isabel de Valois y los conquistó. Así, el nombre del rey se asociaba a estos mantecados y, desde entonces, casi no ha cambiado su sabor.
Cuatro ingredientes son los que se encargan de dar el sabor más delicioso a estos dulces típicos: manteca de cerdo, harina de trigo, harina de almendra marcona y azúcar glas. Todo lo demás es un secreto. La confitería Blancanieves Tejedor ha trabajado cada año para extender estos deliciosos bocados de generación en generación.
Se han popularizado tanto que han sido varios los premios que conseguidos, como la Medalla de Oro y el Diploma de Honor de 1ª clase en la Exposición Internacional de Lisboa, Ginebra, Madrid, París, Varsovia, Ciudad de México, Buenos Aires, Ámsterdam, Viena y Bruselas. Así como el Sabor Superior Award en 2021.
Otro dulce navideño típico vasco: arrasa en Bilbao
Otro de los reyes de la Navidad es el turrón y, como no, Euskadi también tenía que tener el suyo. A los bilbaínos no les hacen falta los sabores más originales para arrasar con este dulce, solo necesitan tres pralinés para montar el manjar más sabroso: el turrón Sokonusko. A base de praliné blanco, tostado, trufa y cobertura de chocolate, este dulce enamora a los bilbaínos desde hace mucho tiempo.
El vizcaíno Iñigo Urrutia fue el culpable de todo, según la leyenda. En el siglo XVII, este desembarcaría en el Nuevo Mundo en busca de fortuna. Pero, cuando llegó a Santa Ana de Soconusco, (entre México y Guatemala) se topó con un cacao local que trajo a la pastelería de su familia en Bilbao. Su familia, entonces, comenzó a usarlo y a investigar con nuevas mezclas, aunque fueron los nietos de los pasteleros quienes dieron paso al Turrón de Sokonusko.