El término abandono escolar o también denominado abandono escolar temprano hace referencia al porcentaje de personas de 18 a 24 años que no ha completado la Educación Secundaria de segunda etapa y no sigue ningún tipo de estudio-formación. Recientemente, el Ministerio de Educación ha publicado los datos de abandono escolar en 2023 y Euskadi sale bien parada, ya que se sitúa como la segunda comunidad autónoma con la tasa más baja, un 6,4%, solo por detrás de la Comunidad Foral de Navarra (6,3%). Además, queda muy por debajo de la media de España (13,6%) y de la Unión Europea (9,6%).
Desde la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi (ApsidE) valoran "muy positivamente" este dato. Un buen resultado que se debe, en gran parte, a que Euskadi es la comunidad que más invierte en educación por habitante, 1.564 euros. Sin embargo, advierten que, pese a ello, esto no da lugar a un buen rendimiento en las pruebas Pisa. "Hay comunidades autónomas que invierten menos que nosotros y sin embargo el alumnado tiene mayores puntuaciones en esas pruebas. Es decir, nuestra comunidad es buena en prevención del abandono, pero debe incidir también en mejorar el rendimiento general del alumnado hacia niveles de mayor excelencia", señala Ernesto Gutiérrez Crespo, psicólogo, pedagogo y presidente de la asociación. Además de esta razón —que las comunidades del norte invierten más en educación—, se suma que, en ellas, hay más tradición educativa y más programas de apoyo a alumnado con dificultades. "Todo ello contribuye a crear un entorno más favorable a la educación", señala Gutiérrez Crespo.
Son varios los factores que influyen en el abandono escolar y el nivel socioeconómico familiar tiene una relación muy directa, por eso existe un mayor riesgo de abandono escolar en alumnado proveniente de familias con bajo nivel socioeconómico y que viven en situaciones de exclusión. "El abandono temprano convierte a los jóvenes en más vulnerables al desempleo y corren mayor riesgo de exclusión social". Asimismo, la falta de motivación, las dificultades para adaptarse al entorno educativo o los problemas de aprendizaje son circunstancias que también influyen.
Entre hombres y mujeres también se aprecia una clara diferencia, ellos presentan una mayor tasa que ellas. Si bien hace años la distancia era más corta, con el paso del tiempo cada vez es más acusada. En 2016, por ejemplo, la diferencia era de 5,7 puntos o en 2019 rondaba los cinco (4,8). A este respecto, influyen tanto aspectos laborales como razones socioculturales. "Un aspecto a destacar es que existen determinados perfiles profesionales tradicionalmente masculinos y escasamente cualificados, en ámbitos relacionados con la construcción o los servicios, por ejemplo, que demandan mano de obra no muy cualificada y que son tentadores para alumnado que va mal académicamente", apunta el presidente.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta la cultura escolar o el sistema de valores tradicionalmente asociado a cada género. "Por ejemplo, en algunos entornos socioculturales o étnicos se espera que los hombres sean más independientes y autónomos, y que se incorporen al mercado laboral a una edad temprana".
Mejoría en los últimos años
A lo largo de los años, Euskadi ha ido recortando el porcentaje de abandono escolar prematuro. Si en 2010 y 2011 se superaba el 13% y en 2012 marcaba un 12,4%, en 2013 ya se colocó por debajo del 10%. Según han ido pasando los años, el porcentaje se va reduciendo cada vez más hasta marcar en 2021 el mínimo registrado, un 4,8%. Pese a que en 2023 se ha producido un repunte, los datos no son malos, pero "seguimos teniendo un amplio margen de mejora".
El experto incide en que se debe "perseverar" en aspectos como la detección lo más temprana posible de alumnado que presente riesgo de abandono a través de un seguimiento educativo y realizar una adecuada evaluación psicopedagógica de sus necesidades. Otros aspectos que también deben mejorar son: la coordinación entre los centros educativos, las familias y los servicios socioeducativos externos al centro para identificar el absentismo escolar inicial, de manera que, no derive en abandono temprano, seguir incidiendo en la mejora de la inclusión de todo el alumnado —con independencia de su origen social o cultural— y adaptar las metodologías de aprendizaje para aumentar la motivación del alumnado con más dificultades, así como dotar de más orientadores educativos en los centros.