Han pasado casi 112 años desde que el Titanic tocó el fondo del océano Atlántico la noche del 14 de abril de 1912 después de que chocara contra un iceberg mientras se dirigía a Nueva York (Estados Unidos) desde Inglaterra. Murieron más de la mitad, unos 1.500 tripulantes de más de 2.200 personas que iban a bordo. De los que se salvaron, la más joven era Millvina Dean, una bebé de dos meses que murió en 2009 a los 97 años de edad. Ella fue la última superviviente.
No todos conocen que a bordo del Titanic también iba una pareja española con conexiones vascas, Víctor Peñasco Castellana y María Josefa Pérez de Soto. Una pareja de recién casados que comenzaban su luna de miel y que recibieron una caja de dulces de una pastelería muy famosa de Bilbao como regalo.
Arrese: los dulces que se hundieron con el Titanic
Cuando la pastelería bilbaína Arrese comenzó a crecer en el siglo XX, eran los caramelos los que dominaban las pastelerías debido a la capacidad de compra de la población, que era pobre. Por este motivo, Arrese abrió una fábrica de tofes en Iralabarri y uno de los trabajadores aprovechó para traerse una fórmula de Inglaterra para la elaboración de estos caramelos, según señalan desde la página web de la propia pastelería. Motivo por el que el tofe pasó a ser uno de los productos estrella de la pastelería bilbaína.
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La mayoría desconoce que entre los restos del Titanic se encontró, precisamente, una caja metálica de este dulce de Arrese. Fue en la década de 1910 cuando una señora de la familia Martiartu, típica de Bilbao, acudió una mañana, a la primera tienda, la de la calle Bidebarrieta número 8 del Casco Viejo, según EL CORREO en su artículo Los caramelos de Arrese que se hundieron con el Titanic. Tenía el encargo hecho para comprar una lata de tofes para unos amigos que viajaban a América en un nuevo transatlántico.
Los recién casados madrileños con conexiones vascas, Víctor Peñasco Castellana y María Josefa Pérez de Soto, fueron los que la recibieron de parte de la mujer bilbaína por su casamiento. La metieron en su maleta y decidieron emprender el viaje a Nueva York.
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El día del hundimiento del transatlántico, María Josefa pudo salvarse en uno de los botes salvavidas en el que llevaban a las mujeres y a los niños. Sin embargo, Víctor Peñasco se hundió con el barco. También con la lata de la pastelería de Arrese, la más emblemática de la villa junto con la de Martina Zuricalday.