A los vascos nos guardan cariño en todos lados, por eso estamos en todas partes del mundo. Desde Estados Unidos, donde el deporte Jai Alai es popular en la ciudad de Miami, hasta en diferentes países de América o Europa que albergan casas vascas. También estamos presentes en diferentes comunidades autónomas españolas.
Prueba de ello es que Madrid tiene su propia glorieta de Bilbao y el metro con su mismo nombre. En Extremadura, la Torre Julia, el campanario de la iglesia románica Santa María la Mayor del siglo XIII, cuenta con el escudo del Athletic Club en uno de sus 52 capiteles. Benidorm, por su parte, recoge una calle vasca marcada por extensas barras de pintxos, como hace Barcelona.
La calle Blai: la calle vasca de Barcelona
La Barcelona vasca se debe a que, según la web del Ayuntamiento de Barcelona en su artículo Un recorrido por la Barcelona vasca, hubo un tiempo en el que la sede del Gobierno Vasco estuvo en la ciudad durante la Guerra Civil. Poco a poco acabaron surgiendo obras públicas de escultores como Eduardo Chillida, calles, edificios, tiendas vascas o restaurantes.
Precisamente, la gastronomía vasca es una de las artes de Euskadi que está más presente en Cataluña. Justo en la calle Blai se pueden saborear los mejores bocados del norte. Esta calle se ubica, como señala la web de servicios inmobiliarios Sh Barcelona, en el barrio de Poble Sec y se recorre fácilmente en cinco minutos.
"Se trata de una vía estrecha, tranquila y peatonal por donde no pasan coches y por su ubicación, se encuentra bastante apartada de los puntos más transitados y, por tanto, del bullicio turístico". Hoy día se ha vuelto una de las calles de moda en la ciudad, ya que esta calle es la que "más bares y restaurantes" registra por metro cuadrado en Barcelona. Su oferta gastronómica vasca, como los infinitos pintxos, la seña de identidad de Euskadi, es la que más llama la atención de los turistas o de los propios catalanes.
Un bar perfecto para degustarlos es Blai 9, donde los pintxos más creativos de la zona se encuentran desde 1,90 euros hasta 2.50 euros. Su toque más único es que estas obras de arte en miniatura no llevan pan. Tal y como explican desde su propia web, sustituyen las rebanas de pan "por una variada y plural gama de especialidades gastronómicas acompañadas de los elementos más tradicionales, cuidando hasta el más mínimo detalle de su presentación".
De esta manera, sobresalen los pintxos a base de "pancackes, piadina rolls, crêpes, nachos, mini burritos, kebabs, blinis…". Se trata de unos pequeños bocados "muy elaborados, con los ingredientes y complementos más tradicionales". La Esquinita de Blai es otro gran imprescindible por sus sabrosos pintxos de 1 y 1.80 euros. Así como Koska, donde una gran variedad de miniaturas se dedican a generar una explosión de sabores en las bocas de los clientes. Esta última taberna la llevan un vasco y un argentino, según la web de servicios inmobiliarios.