Cada año, del 6 al 14 de julio, la ciudad de Pamplona, en Navarra, España, se transforma en el epicentro de una de las celebraciones más conocidas a nivel mundial: las fiestas de San Fermín. El inicio oficial de esta festividad es marcado por el lanzamiento del "chupinazo" desde el balcón del ayuntamiento a las 12 del mediodía del 6 de julio. Este cohete, disparado al cielo, no solo anuncia el comienzo de nueve días de alegría, música, bailes y tradición, sino que también congrega a miles de personas en la plaza del ayuntamiento y en las calles adyacentes, todas listas para sumergirse en el espíritu festivo que envuelve la ciudad.
Uno de los eventos más emblemáticos y emocionantes de las fiestas de San Fermín son los encierros, que se celebran cada mañana del 7 al 14 de julio. A las 8 en punto, el sonido de un cohete indica el inicio de esta trepidante carrera en la que cientos de valientes corredores se enfrentan a seis toros bravos, recorriendo un trayecto de poco más de 800 metros que culmina en la plaza de toros. Los encierros son una manifestación de valentía y adrenalina pura, donde los participantes, conocidos como "mozos", corren delante de los toros a través de las estrechas calles de la ciudad. Esta tradición no solo es un espectáculo fascinante para los espectadores, sino también un desafío que atrae a corredores de todo el mundo, dispuestos a experimentar la emoción de correr junto a los astados.
La curiosa vestimenta para San Fermín
Más allá de los encierros, hay un elemento que destaca y capta la atención de turistas y locales por igual: la vestimenta tradicional que lucen los pamploneses durante estas fiestas. Este uniforme, compuesto por ropa blanca y un pañuelo rojo, es una de las imágenes más icónicas de San Fermín. La visión de miles de personas vestidas de manera homogénea añade un sentido de comunidad y tradición a la celebración, pero ¿alguna vez te has preguntado el porqué de esta peculiar indumentaria?
El uniforme tradicional de las fiestas de San Fermín es conocido como el traje de pamplonica, y consiste en una camisa y pantalón o falda blanca, complementados con un pañuelo rojo. La elección del blanco tiene sus raíces en la sencillez y accesibilidad de esta ropa para la sociedad, además de su relación con la peña La Veleta. Según recoge en Artículo 14, esta agrupación quiso diferenciarse del resto de peñas, optando por una vestimenta completamente blanca que no solo les hacía destacar, sino que además era barata y fácil de conseguir. Así, lo que comenzó como una manera de identificarse dentro de la multitud, se ha convertido en un símbolo inseparable de las fiestas de San Fermín.
El origen del pañuelo rojo
El pañuelo rojo, por su parte, tiene una historia más profunda y simbólica. Este color se asocia al martirio de San Fermín, patrón de Pamplona, quien según la tradición fue decapitado. Llevar el pañuelo rojo es, por tanto, una forma de honrar y recordar el sacrificio del santo. Este símbolo de martirio y devoción se ha mantenido a lo largo de los años, convirtiéndose en un elemento esencial del traje de pamplonica y en una seña de identidad de las fiestas de San Fermín.
Además del significado del color, el pañuelo rojo tiene una curiosa tradición en cuanto a la manera de portarlo. Antes del inicio oficial de las fiestas, con el lanzamiento del chupinazo a las 12 del mediodía del 6 de julio, el pañuelo se lleva atado a la muñeca. Sin embargo, justo después de este momento, el pañuelo se anuda al cuello y se lleva así hasta el final de las festividades, el 14 de julio. En ese momento, durante el canto del tradicional 'Pobre de mí', los asistentes suelen desatar el pañuelo y, en muchos casos, lo atan a la verja de la Iglesia de San Lorenzo, cerrando así el ciclo festivo y esperando con ansias el próximo San Fermín.
Las fiestas de San Fermín son una mezcla única de tradición, emoción y comunidad, donde cada elemento, desde los encierros hasta la vestimenta, tiene un significado profundo y una historia que contar. Estas celebraciones no solo son un homenaje al patrón de Pamplona, sino también una muestra del espíritu y la cultura de una ciudad que, durante nueve días, se convierte en el corazón palpitante de la alegría y la tradición.