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Las diferencias culturales son una de las cosas que más nos sorprenden a todos y más en fechas o festividades que están a la vuelta de la esquina, como el Día de Todos los Santos. La muerte no se vive de la misma manera en todos los países. Mientras que en España se decide guardar un luto, en México, por ejemplo, mantienen un enfoque más optimista.

Estas diferencias culturales también se dan incluso en los territorios dentro del mismo continente. Para muchos, los cementerios no son el lugar más agradable para pasar el rato, al menos para los españoles. Sin embargo, en ciudades como Múnich (Alemania) existen varios cementerios al aire libre y abiertos a todo el público que son tratados como un parque y donde los individuos acuden a pasear, a charlar o a tumbarse en el césped y a leer un libro cerca de las tumbas

Hay otros que desprenden belleza y son tratados como museos. Estos se encuentran más normalizados, porque los europeos no dudan en acudir a los impresionantes cementerios de Père Lachaise, en París, o al de la Almudena, en Madrid, con sus esculturas de Lola Flores y Juanita de la Cruz, entre otras. Aunque no son los únicos sorprendentes. Euskadi alberga uno increíble que recibe cientos de visitantes al año.

Cementerio circular de Apotzaga

El cementerio circular de Apotzaga, en la provincia de Gipuzkoa, es el más peculiar de Euskadi y, a su vez, el más emblemático por dos motivos. En el territorio vasco apenas existen cementerios circulares y, por otra parte, los espacios se asocian a los caseríos y no a los fallecidos, como señala la página de Turismo Vasco en su artículo Cementerio circular de Apotzaga. Las distintas estelas funerarias muestran el caserío al que pertenece.

Se trata de un conjunto único de estilo neovasco, del siglo XX y con 2,5 kilómetros de núcleo. Un espacio rodeado por un muro y lleno de cruces, esculturas religiosas y pilas bautismales. Para su creación se tomaron como guías los cementerios tradicionales vascos, como los del País Vasco francés y el Pirineo Navarro.

Algo que lo hace único son sus estelas discoidales, obras de piedra que recogen los nombres de los caseríos de la zona (Okarantza, Arane Goikoa o Arroaga) y que, algunas, desvelan los oficios a los que se dedicaba la familia. Son unos elementos nacidos gracias a la tradición funeraria vasca.

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Un espacio único y bello en Euskadi que se encuentra rodeado por un muro y dividido en cuatro partes en las que se ubican las parcelas de cinco caseríos. Además, cuenta con una cruz céntrica que se trajo desde el barrio de San Martín y un altar dedicado a San Miguel.