Publicada

El domingo es el día de la semana que invita a desconectar del ritmo vertiginoso de la vida moderna, una jornada para dedicarla a la familia, a los amigos o a uno mismo, haciendo lo que verdaderamente nos apasiona.

Tradicionalmente, era el día de ir a misa, de tomar el vermut y disfrutar de la calma antes de retomar la rutina laboral. Hoy en día, el domingo sigue siendo un momento especial, pero ha evolucionado hacia una oportunidad para invertir tiempo en actividades que el resto de la semana no nos permite. Es un día ideal para desconectar y reconectar con lo que realmente nos hace sentir bien.

Entre los planes preferidos de los domingos, visitar mercadillos es una tradición que sigue vigente, y Euskadi ofrece una selección de los más auténticos. Estos mercados se convierten en un tesoro para quienes buscan productos únicos, desde gangas inesperadas hasta piezas que podrían ser el toque final para completar una colección.

El gran mercadillo de antigüedades de Euskadi 

Los mercadillos dominicales invitan a salir de casa, a descubrir y a explorar con la esperanza de hallar algo especial. No importa si eres un coleccionista en busca de una joya perdida o simplemente quieres disfrutar de un paseo matutino, un mercado de antigüedades siempre depara sorpresas y nuevos descubrimientos.

Los mercadillos de antigüedades y productos vintage se han convertido en espacios vibrantes donde se respira creatividad y nostalgia. Ofrecen un ambiente acogedor y familiar, perfecto para pasear en pareja, con amigos o en familia.

Entre los puestos, se pueden encontrar objetos de épocas pasadas: muebles antiguos, vinilos, ropa vintage, libros, y un sinfín de objetos curiosos que cuentan historias. Después de una mañana recorriendo estos puestos, la costumbre sugiere rematar el día con unas cañas o un aperitivo en algún bar cercano, sumergiéndose en la vida local y disfrutando del ambiente relajado que solo el domingo puede ofrecer.

En Bilbao, uno de los lugares más emblemáticos para disfrutar de un mercadillo dominical es la Plaza Nueva, situada en el corazón del Casco Viejo. Esta plaza, rodeada de una arquitectura neoclásica imponente, es un referente urbano que los bilbaínos y turistas no dejan de visitar.

Bajo sus soportales, los comercios conviven con bares, restaurantes y cafeterías, donde el bullicio de la plaza se mezcla con el aroma del café y el sonido de conversaciones animadas. Aquí, detenerse para tomar algo es casi obligatorio; es la oportunidad perfecta para descansar tras recorrer el mercadillo y disfrutar de la energía contagiosa de la plaza.

Todos los domingos, la Plaza Nueva se transforma en un mercado de coleccionistas que atrae a visitantes y locales por igual. Según el portal oficial de Turismo de España, este mercadillo ofrece una amplia variedad de productos: libros y discos de segunda mano, minerales, fósiles, monedas y sellos antiguos, además de piezas artesanales. Es un lugar de encuentro para coleccionistas y amantes de la historia, donde se pueden encontrar objetos con un valor sentimental y cultural que trasciende generaciones.

La plaza, inaugurada en 1851 después de 65 años de construcción, es también un punto clave para las festividades, como el 21 de diciembre, cuando celebra el día de Santo Tomás. Durante esta fecha, el mercado agrícola inunda la plaza con productos típicos de toda Euskadi, en un espectáculo de colores, sabores y tradiciones que convierte la jornada en una experiencia inolvidable.

La Plaza Nueva de Bilbao es, en resumen, el destino ideal para pasar una mañana de domingo diferente, recorriendo puestos llenos de historia y disfrutando del animado ambiente que este espacio emblemático ofrece a sus visitantes.