Jaizkibel desfila por primera vez como compañía en una fiesta de Hondarribia sin problemas - EFE

Jaizkibel desfila por primera vez como compañía en una fiesta de Hondarribia sin problemas - EFE

Sociedad

Una vecina estalla contra el alarde público de Hondarribia: “Como sabíamos Alarde machista no está aquí”

La defensa de la tradición y el derecho a la igualdad chocan frontalmente en un escenario que debería unir a todo el pueblo

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Hondarribia ha vuelto a vivir este 8 de septiembre su día grande, marcado por la festividad de la Virgen de Guadalupe y por uno de sus actos más característicos: el Alarde.

Como cada año, la tradición ha llegado acompañada de la división entre quienes defienden la continuidad de un desfile exclusivamente masculino y quienes reivindican una celebración igualitaria. El resultado, de nuevo, ha sido la organización de dos desfiles separados que muestran las dos sensibilidades enfrentadas dentro de la localidad.

Desde primera hora de la mañana se percibía la tensión. Según lo previsto, a las siete debían comenzar a concentrarse las compañías del Alarde tradicional, aunque en ese primer momento únicamente se dejaron ver las formaciones simbólicas de banderines y cantineras.

Una hora más tarde, el ambiente cambió con la aparición de la compañía mixta Jaizkibel, que desde hace más de tres décadas lucha por participar en igualdad de condiciones.

Al frente del grupo marchaba su capitana, Nora Ferreira, que no dudó en señalar la ausencia de la parte tradicional. “Como sabíamos Alarde machista no está aquí, lo esperábamos así. Lo tenemos claro, es una fiesta del pueblo y debería ser un alarde público, único e igualitario porque es de todos y de todas”, afirmó con contundencia. Sus palabras resonaron entre los presentes como un recordatorio de la reivindicación que cada año divide al municipio y que sigue sin resolverse.

Jaizkibel desfila por primera vez como compañía en Hondarribia - EFE

Jaizkibel desfila por primera vez como compañía en Hondarribia - EFE

El desfile de Jaizkibel recorrió las calles con un ambiente festivo, entre aplausos de quienes apoyan la presencia de mujeres en pie de igualdad. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, también se dejaron sentir los gestos de desaprobación y los silencios helados de parte del público, que permanece fiel a la defensa del modelo tradicional. Para muchos vecinos, la coexistencia de dos desfiles paralelos es un reflejo de la fractura que vive la ciudad cada 8 de septiembre.

El segundo gran acto llegó más tarde, cuando el Alarde tradicional, exclusivamente masculino en su parte militar y acompañado por las cantineras, tomó su propio recorrido. Con miles de personas en las calles, la imagen de la fiesta volvió a ser la de dos realidades opuestas que desfilan por separado, a escasos metros pero con un abismo social entre ellas.

La controversia se arrastra desde 1996, cuando por primera vez un grupo de mujeres solicitó participar con armas en el desfile, igual que lo hacían sus compañeros varones. La negativa derivó en el nacimiento de la compañía mixta Jaizkibel, que desde entonces mantiene su pulso con el modelo tradicional. Año tras año, la situación se repite: discursos, manifestaciones y dos desfiles que simbolizan tanto la riqueza cultural como la división de opiniones en la localidad fronteriza.

Lo que en otras partes podría ser un día de orgullo compartido, en Hondarribia se convierte en un escaparate de posturas irreconciliables. La defensa de la tradición y el derecho a la igualdad chocan frontalmente en un escenario que debería unir a todo el pueblo. Mientras tanto, voces como la de Ferreira recuerdan que el debate no ha terminado: “es de todos y de todas”.